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Indulgencia plenaria a legionarios de Cristo
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l 27 de julio del año pasado, el papa Francisco concedió una indulgencia plenaria a legionarios de Cristo y miembros del movimiento Regnum Christi que practiquen determinadas devociones, con ocasión de los 75 años de su fundación, en el contexto del año de la misericordia y respondiendo a una solicitud de su actual director general, P. Eduardo Robles-Gil, L.C.

En algunos medios de comunicación, y en muchos sectores de la sociedad, se ha interpretado esta acción del Papa como si fuera un perdón total a la Legión y al Movimiento, en razón de las reformas que han emprendido. Algo así como un borrón y cuenta nueva. Adicionalmente, se ha insinuado que con su gran poder, los legionarios lograron que el pontífice cometiera un grave error.

Setenta y cinco años. En 1940, Marcial Maciel fundó esta congregación religiosa. Su historial ha sido marcado por innumerables irregularidades financieras, gastos dispendiosos, desórdenes sexuales, mentiras, hipocresía y drogadicción, entre otros vicios. Evidencias innegables han sido sus largas relaciones de concubinato –y poligamia– con al menos dos mujeres, y haber engendrado al menos una hija y dos hijos. Pero el delito mayor y de gravedad suprema fue la pederastia. Abundan evidencias de violaciones a adolescentes, aun a sus propios seminaristas.

Todo ello, mientras cultivaba cuidadosamente una imagen seudocarismática de Padre Fundador y una apariencia de virtud y santidad. Tal éxito tuvo, que logró concitar muchas vocaciones y seducir a un buen número de personas de altos círculos económico-sociales y eclesiásticos en México e internacionalmente. Maciel les provocaba admiración, le hacían importantes donaciones y le rendían honores en un cuasi culto a la personalidad.

Una condena extemporánea. Si bien su habilidad y aportaciones económicas a altos jerarcas vaticanos que lo protegían lograron que durante años su conducta pudiera escapar de una censura eclesiástica, finalmente en mayo de 2006, por instrucciones del papa Bendicto XVI, se le invitó a llevar una vida privada de penitencia y oración, abandonando toda forma de ministerio público. Tras su muerte en 2008 –sin confesión sacramental–, la condena fue más tajante. En mayo de 2010, el Vaticano afirmó que: Los gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos del padre Maciel, confirmados por testimonios incontrovertibles, representan, en algunos casos, auténticos delitos y manifiestan una vida sin escrúpulos ni auténtico sentimiento religioso. Desde luego, todo ello repercutió en la congregación por él fundada. Así se consignó: La visita apostólica ha podido comprobar que la conducta del padre Marcial Maciel Degollado ha causado consecuencias serias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de que requiere un camino de profunda revisión.

Revisiones institucionales. Bajo la guía del nuevo director, P. Robles-Gil, se ha intentado la revisión recomendada por la Santa Sede –ha tomado la forma de declaraciones de petición de perdón a las víctimas, práctico desconocimiento de la figura del fundador, capítulos generales de revisión, redacción de nuevas constituciones, etcétera. Todo, en el supuesto sentido de renunciar a la búsqueda de riquezas, prestigio y honores, y convertirse al camino de Cristo: pobreza, humildad, amor, respeto a los demás, opción por los pobres. Tal vez como conclusión de este presunto proceso de conversión, el director ha solicitado al papa Francisco la indulgencia plenaria.

La respuesta fue afirmativa: el Papa la concedió. ¿Quiere esto decir que el Francisco efectivamente ha perdonado plenamente a la Legión y al Movimiento de todo su condenable historial, considerando que están cabalmente reformados?

El sentido eclesial de una indulgencia plenaria. En la doctrina de la Iglesia católica, los pecados cometidos, aun después de perdonados, aún le merecen al pecador una pena de expiación temporal –un castigo temporal en el purgatorio, para alcanzar una purificación total antes de entrar a la plena comunión con Dios en el cielo–. Ahora bien, la Iglesia considera que tiene el poder de perdonar parcial o totalmente esa pena temporal. Cuando el perdón es total, se denomina indulgencia plenaria. Así, al morir, el pecador perdonado evita el purgatorio y puede ir directamente al cielo. En conclusión, la indulgencia plenaria no perdona los pecados cometidos, solamente perdona las penas temporales del purgatorio, una vez perdonados los pecados.

El gesto papal. El Papa siempre ha condenado explícita y tajantemente la pederastia como un acto sacrílego y un delito digno del mayor de los castigos, y la idolatría del dinero como totalmente contraria al Evangelio. Nada de esto condona el Papa en la historia legionaria. Sólo concede una indulgencia plenaria de las penas que merecían en el purgatorio a legionarios y miembros del Movimiento en lo individual, y sólo a quienes una adecuada confesión sacramental les haya perdonado todos sus pecados; con cabal arrepentimiento, propósito de enmienda y efectiva reparación del daño que se haya infligido a las víctimas –más ciertas prácticas piadosas.

Necesidad de aclaración. Sin embargo, ante la trascendencia del caso y dado que la confusión creada ha generado malentendidos –y ha facilitado que algunos legionarios lleven agua a su molino y pretendan haber sido totalmente perdonados y reivindicados–, sería muy conveniente que el Vaticano o el Papa mismo explique claramente la razón por la que accedió a la solicitud del P. Robles Gil, y el sentido de esta decisión. La visita a México del papa Francisco sería un momento propicio para aclarar el asunto y, sobre todo, para tener un encuentro con las víctimas, al lado de tantas otras en México, entre las que sobresalen los 43 de Ayotzinapa. Por su parte, la Legión no sólo debe pedir perdón, sino reparar debidamente los daños infligidos.