Opinión
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México SA

Peso masacrado

El dólar a 19.05

Sólo temporal

N

inguno de los genios tecnocráticos se pone de acuerdo sobre las causas reales de la caída libre del peso. Los discursos van y vienen (nada convincentes, por cierto) y si algo sobra son pretextos, pero el hecho contundente es que, una vez más, el tipo de cambio rompió récord: ayer, en ventanilla bancaria se pagaron 19.05 mortificados bilimbiques por billete verde, y contando.

De acuerdo con la versión oficial proliferan los responsables de la masacre contra la divisa nacional y los vaivenes económico-financieros que agobian al país: desde los pinches chinos (quienes a Videgaray le preocupan más que el balconeo por su casa en Malinalco), pasando por el desplome petrolero, la volatilidad pasajera, los capitales golondrinos, el descenso de los precios de los metales preciosos, la crisis en Tombuctú, la caída industrial en la República de Palaos y/o la marea roja en Tamaulipas, hasta la irrealidad y la creciente mortandad de tilapias en la presa Yosocuta, Oaxaca.

Para los presuntos responsables del manejo financiero y monetario del país todo se vale cuando no tienen la menor idea de qué es lo que sucede ni con qué se come, o de plano cuando no quieren reconocer la verdadera causa de una crisis que llegó para quedarse, es decir, un modelo económico que de tiempo atrás reventó, que mantiene a México atado de manos y que no tienen la menor intención de modificar.

Cotidianamente se les escucha justificando aquí, pretextando allá y dorando píldoras por doquier (los drásticos movimientos cambiarios no corresponden a la realidad; son consecuencia del alza de tasas por parte de la Reserva Federal; el peso está subvaluado; “no habrá devaluación –¡¡¡!!!– porque los mecanismos de estabilización cambiaria están funcionando”; el incremento en el tipo de cambio no está asociado al desempeño de la economía mexicana, porque sus fundamentales son sólidos; se trata de una sobrerreacción del mercado: ocurre en el mundo entero; los movimientos cambiarios generan cierto escozor entre la gente, pero también son positivos, porque dan al país mayor competitividad, lo hace más atractivo y promueve el turismo, etcétera, etcétera), pero nada detiene la caída libre del peso.

Aun en el supuesto de que los chinos y/o la creciente mortandad de tilapias en Yosocuta sean causas reales para desfondar al peso, el asunto es ¿cómo detendrán la caída y amortiguarán el golpe? Porque más allá de pretextos y discursos fatuos, algo deben hacer ante este fenómeno temporal (Videgaray dixit, obviamente) que sólo en el transcurso de la presente administración ha devaluado 46 por ciento el tipo de cambio. Y tan estacional ha sido que desde el arribo neoliberal a Los Pinos el precio del dólar se ha incrementado alrededor de 27 mil por ciento. Entonces, contundentemente temporal, sin duda.

Presumir que la devaluación ocurre en el mundo entero (Peña Nieto dixit) no es más que un recurso retórico que nada corrige, pero que reconoce, tácitamente, que, como diría Fox, el gobierno simple y sencillamente está apanicado. Es el clásico mal de muchos, consuelo de inquilinos de Los Pinos, lo que hace suponer que el panorama se enturbiará aún más.

Así, dada la apabulladora dependencia que México tiene de Estados Unidos, nada raro sería que en breve veamos un billete de 20 pesos ya no con la imagen de Benito Juárez, sino con la de George Washington, a menos de que en una muestra de buena voluntad el gobierno gringo decida imprimir la del prócer oaxaqueño en los billetes de un dólar.

En vía de mientras, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) advierte que si bien la depreciación del tipo de cambio refleja la presión que el peso enfrenta por una menor entrada de capitales, particularmente los vinculados con la emisión de deuda privada y con el sector bursátil, también se debe tener en cuenta que la debilidad de las exportaciones señala la menor entrada de los mismos. En el primer caso ello es atribuible a los aspectos de incertidumbre y volatilidad antes mencionados, y en el segundo porque las exportaciones han acumulado, entre enero y noviembre de 2015, una caída de 3.6 por ciento. La volatilidad de los mercados financieros y la desaceleración industrial en el sector de las manufacturas representan riesgos para la economía mexicana. Los primeros efectos son evidentes en el tipo de cambio.

México, detalla el IDIC, debe prepararse para un escenario donde la caída del precio del petróleo restringe la evolución de las finanzas públicas, tanto en este año como en 2017. El precio de la mezcla mexicana se ubica por debajo de los 20 dólares (ayer a 20.32), en un nivel más cercano al de su costo de extracción y con ello limitando los ingresos del sector público, que presupuestaron un precio de 50 dólares por barril y además inhibiendo los potenciales beneficios que se estimaron en el corto plazo con la reforma energética. Si bien se contrataron esquemas de coberturas petroleras a 49 dólares, las mismas son sólo por 212 millones de barriles para este año, contra una producción anual estimada en 820 millones (sólo tiene cobertura uno de cada cuatro barriles).

Los desafíos que enfrenta México no son sólo financieros y del precio del petróleo, también son productivos. La desaceleración industrial de Estados Unidos vulnera el aparato productivo nacional. La falta de crecimiento económico es un problema sistémico que ha caracterizado al aparato productivo durante los últimos 35 años. Las reformas económicas no han sido suficientes para aumentar el ritmo de crecimiento de la economía mexicana. Por ello, el país requiere elaborar un programa contingente para enfrentar la volatilidad y el desafío productivo.

Mientras tanto, los histéricos mercados financieros se quejan amargamente de que en 2015 la economía china apenas creció 6.9 por ciento, lo que ha ocasionado una reacción de temor y desestabilización en todas partes. Pues bien, ya quisiera México (o cualquiera otra nación) registrar un crecimiento económico anual de tan sólo 6.9 por ciento, porque nuestro país ni siquiera rozó esa proporción sumando los tres años que lleva EPN en Los Pinos.

Las rebanadas del pastel

Si la supuesta autoridad ecológica certificó que Grupo México (el causante del peor desastre tóxico en la industria minera del país) es una empresa ambientalmente responsable que opera con los más altos estándares de cumplimiento, por qué no otorgaría un permiso a Fonatur para que devaste manglares en la laguna de Cancún. El problema, como siempre, es ¿quién certifica a los certificadores?

Twitter: @cafevega