Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Despacito, ¿qué prisa tienen?
D

espacito, ¿qué prisa tienes?, gritó un aficionado debajo de la porra de sol a El Zotoluco. Agrega el que escribe despacito, ¿qué prisa tienen? a su vez a El Juli y Joselito Adame, sobre todo después de ver la lentitud del toreo de Morante de la Puebla el domingo pasado. “Porque la gracia o la hondura, el adorno o la expresión más profunda le brotan a Morante con absoluta naturalidad.

Sin rigidez, sin amaneramiento, sin tensión. Morante torea, pisa el terreno del toro, entra y sale de los encuentros con el mismo comedimiento que anda por la plaza, sin aspavientos ni gestos teatrales. Sin darse importancia.” Así se expresa el crítico español Paco Aguado en su libro Por qué Morante, que me obsequió Juan Antonio de Labra –gracias maestro– y que no quise leer hasta después de verlo torear el domingo pasado.

Al conjuro del nombre de El Juli, acompañado de Joselito y Zotoluco se llenó el tendido de la Plaza de Toros México. La reventa por las nubes, los estacionamientos carísimos, los robos a la orden del día y los toritos de Montecristo disparejos de presentación, trapío, pinta, edad.

Los torillos de Germán Mercado conservaron el ritmo de las corridas de la temporada; toros débiles, algunos dóciles, pasadores segundo y cuarto la mayoría descastados, incluso con cierto peligro. Los más jóvenes le tocaron a El Juli, en especial el quinto de la tarde que los aficionados le impidieron torear por su estampa novillada ¡qué casualidad!

Al cuarto toro que era un mazapán almendrado El Zotoluco aburrió con medios pases a distancia con el piquito de la muleta. El tendido cálido le gritaba ¡toro, toro!, y no había manera de que diera muletazos largos. Lo peor del encierro correspondió a Joselito Adame que se contagió de los telonazos y se salvó por una increíble estocada recibiendo al último toro.

Corría el segundo toro por los trazos que le marcaba El Juli y se vestía de la maestría que ha atesorado el torero madrileño después de varias temporadas con 70, 80 corridas al año o más. Manantial de técnica que parecía querer descifrar el enigma de lo desconocido. Un remanso de sorprendida madurez, pese a perder la simpatía de sus años de novillero y nobel matador, pese a sus atributos toreros, El Juli carece de la expresividad artística que lo convertiría en prodigioso torero.

Los aficionados –un público diferente al de hace ocho días– se mimetizaron con los muletazos de El Juli. A los que como gritaba el asoleado les faltaba lentitud y relajación. Medios pases de adornos que embrujaron a los nuevos aficionados. La magia torera palpitaba en el enlace de unos adornos a otros rematados con los pases de pecho por alto. Se le fue la mano al estoquear al torito y dejó una estocada pulmonera que hizo rodar al toro. La Plaza, desorbitada, pedía las orejas que no se le concedieron.

De la forma que sea El Juli lleva años en primera línea peleando el trono de la torería: a José Tomás, Morante, Ponce, Manzanares, Perera, Urdiales…

El domingo José Tomás y el clamor de los cabales ¡que los toros tengan bravura y trapío!