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Ahorro para el retiro: las tareas de Hércules
H

ércules la tuvo más fácil cuando debió enfrentar al Minotauro de Creta que quienes buscamos recuperar los fondos que aportamos al Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR). Lo peor de la burocracia del gobierno y de las Afores se confabula para quedarse con los recursos de los trabajadores o, cuando menos, para permitirse jinetear el dinero ajeno el mayor tiempo posible.

Si se volviera a convocar a un concurso para evaluar cuál es el trámite más complicado y engorroso, como hace años lo hizo Calderón, pocos tendrían tantas posibilidades de ganar como el de que un trabajador recupere su ahorro para el retiro. Discúlpeseme que traiga a colación mi experiencia personal en el laberíntico proceso que he seguido para recuperar lo que ahorré en el Pensionissste:

Primera tarea: encontrar el módulo de Pensionissste. Resulta que esta Afore no cuenta con locales propios; está de arrimada en otras dependencias. En Chihuahua, en un rincón de la biblioteca del Issste o en un recoveco del edificio de Servicios Educativos. Una vez localizado el módulo, hay que esperar los improbables y cambiantes horarios de atención.

Segunda tarea: la primera remesa de documentos. Le piden a uno la hoja única de servicios, identificación, comprobante reciente de domicilio y dos referencias personales. Estas últimas no tienen razón de ser: uno está reclamando lo que legítimamente es suyo, pues lo ahorró, ¿para qué necesita referencias? Además, el nombre y apellidos de éstas no deben exceder un número determinado de espacios, pues el formulario no lo contempla. Y si se llevan recibos como comprobantes de domicilio, cualquier detalle en éstos puede hacer que todo el trámite sea devuelto por el omnipotente centralismo mexicano.

Tercera tarea: volver a enviar la documentación. En mi caso, se me notificó luego de dos meses que mi trámite estaba misteriosamente atorado en México y, por tanto, que tenía que enviar de nuevo todos los documentos.

Cuarta tarea: recabar la segunda remesa de documentos. Una vez superados los obstáculos anteriores, le piden a uno que entregue la constancia de aportaciones al SAR, a pesar de que la hoja única de servicios lo señala. Aquí hay que vérselas con la dependencia donde uno prestó sus servicios, que la mayoría de las veces pone otra larga serie de obstáculos. O acudir a la Condusef (sí, a la Condusef) para que ésta exija los estados de cuenta a las instituciones donde esté depositado. Además, exigen que se presenten los talones de pago del periodo en que se cotizó. Aunque esto haya sido hace diez, quince, veinte, veinticinco años.

Si esta maraña de tramitología es ya de por sí difícil para un profesionista y ex funcionario y servidor público, ¿qué será para una persona con poca experiencia en este medio burocrático, para un intendente, por ejemplo? Simplemente es para confundir o desanimar a cualquiera. Algo parecido les sucede a quienes tratan de recuperar su ahorro en las diferentes Afores. Se trata de una carrera de sobrevivencia de los más aguantadores.

¿Por qué tanta complicación para recuperar el dinero que legalmente pertenece al trabajador? Porque las Afores, incluyendo el Pensionissste, hacen lo posible por quedarse con él, porque es un dinero que ya tienen invertido para obtener ganancias para ellas, no para el ahorrador. Véase el excelente trabajo de Víctor Cardoso en La Jornada del 26 de enero. En él señala con datos de la Consar que 25 por ciento de los fondos para el retiro, equivalente a 466 mil 512 millones de pesos, se destinan a financiar la deuda privada. Otros 277 mil 100 millones se destinan a proyectos de infraestructura. O sea, que mientras sus ahorros son jineteados en favor de otros, los trabajadores pasan la pena negra por recuperarlos.

Esta situación viene a anular de facto el derecho de los trabajadores a su fondo de ahorro para el retiro. Hasta el momento no hay poder constituido que se eche el trompo a la uña para modificarla en servicio de las personas, en su inmensa mayoría, adultos mayores, vulnerables.

Urge diseñar y operar reformas legales y administrativas que simplifiquen toda la infernal tramitología para que las personas recuperen sus ahorros en un tiempo razonable, urge que se abran ventanillas únicas, accesibles, donde se puedan hacer todos los trámites. Urge que el Poder Legislativo enmiende algo de lo que hizo a mediados de los 90 cuando reformó con visión neoliberal todo el sistema de pensiones y legisle, aunque sea por única vez, para que todas las personas que desean recuperar sus precarios ahorros para su retiro, puedan hacerlo de manera expedita, sin complicaciones, sin demandar favores, sin pagar a intermediarios.