Opinión
Ver día anteriorMartes 2 de febrero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

La reforma del DF

Recordatorio innecesario

Ahora, la constitución

E

ra, cuando menos, innecesario. Tratar de apropiarse de una historia de añejos episodios y largas luchas a partir de un acuerdo espurio lastimó profundamente el espíritu de una esperanza nueva que merecía festejo y concluyó en oprobio.

Estaba dicho, se repitió por todos lados: la reforma política del Distrito Federal es parte del Pacto por México. Era insano repetirlo en la tierra donde más repulsa existe contra el PRI. Una vez más Enrique Peña Nieto falló a los habitantes de la Ciudad de México; nadie medianamente informado podía ignorar que las nuevas (y las viejas) atribuciones que por ley se le otorgan a esta entidad son producto de años y años de jaloneos políticos, de desacuerdos y de periodos de espera en la congeladora de las leyes.

Tampoco se podía ignorar que parte del precio que cobró el PRD por convertirse en el cómplice en turno del PRI era aprobar en cámaras la reforma para la capital del país, así que el recordatorio que empuñó Peña Nieto pareció más bien la intención de humillar a la gente de la Ciudad de México y no poner en la memoria un hecho que a muchos capitalinos causa vergüenza.

Pero, con todo y eso, hay reforma. Tal vez no es la mejor ni tampoco la deseable, pero existe –ya lo habíamos expresado–, y su existencia nos hace pensar en su recomposición; a fin de cuentas sólo se puede cambiar lo que es, lo imposible es reformar lo inexistente, y de eso se trata ahora, de volver a la lucha para enderezar lo que esté chueco, y para impedir que lo ganado, principalmente en el terreno de las libertades, se pierda.

Nadie puede pensar en que este tramo de la historia de la política en la Ciudad de México ha terminado, porque debemos recordar que así como la Constitución de esta metrópoli es susceptible de cambios que mejoren la vida de todos sus habitantes, también resultaría débil para resistir un ataque de la derecha que pretendiera hacer ley algunos privilegios individuales si no hay apoyo de la ciudadanía para enfrentarlos.

Los apetitos de la derecha por restar libertades a la gente de esta capital no han cesado; reforzar los conceptos libertarios con ideas que los blinden será una tarea que en buena parte deberá corresponder al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y a su equipo, pero debe ser acompañada también por la voz clara de la ciudadanía que, desde luego, no aceptará caminar en retroceso.

Así pues, la reforma está lista para dar paso a una Constitución para la Ciudad de México que vaya acorde con las necesidades de su población con un solo ánimo: justicia para todos. Miguel Ángel Mancera tiene la primera palabra.

De pasadita

Capitalizar en lo político la desgracia de los demás es verdaderamente imperdonable, pero eso no le importa al diputado Mauricio Toledo, que, según las mantas que se leían sobre las pipas con agua que llevaron el líquido a varias colonias en Coyoacán, fue para hacer el bien en búsqueda de su propio beneficio.

No es difícil entender el porqué del señor Toledo, pero cuidado, si la gente que recibió el agua en lugar de sentirse agradecida se da cuenta de que está siendo utilizada para mantener una figura política, tal vez las condiciones cambien y ese agradecimiento se convierta en rechazo.

El nivel de desvergüenza con que se hizo el reparto de agua en esa parte de la ciudad, y con esas mantas, nos habla de la pérdida de cualquier valor de principios políticos. Ni la derecha más asquerosa se había atrevido a cosa tan insana. ¡Qué barbaridad!