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Ver día anteriorSábado 6 de febrero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Carstens: anteojos nuevos

Videgaray: rosa, todo rosa

¿Nuevo recorte en puerta?

A

lgo atípico sucede en el Banco de México, donde –al igual que en la Secretaría de Hacienda– tradicionalmente todo lo ven color rosa. Los especialistas en el tema suponen que sólo hay dos posibilidades que justifiquen esa rareza: a) que los genios institucionales aumentaron la graduación de sus de anteojos; b) que la realidad es tan drástica que ya es inocultable debajo del discurso oficial, por mucho circo y maroma.

Todo apunta a la segunda opción, pero el hecho es que la cabeza visible del Banco de México, el afamado doctor catarrito, acumula ya varias semanas advirtiendo sobre lo delicado que resulta tal o cual situación y la peor perspectiva que se tiene, con lo que ha roto con la práctica de mantener intocados y/o maquillados los grandes temas de interés nacional, por mucho que Andrea Legarreta les haga el paro.

De entrada, el doctor Agustín Carstens ya reconoce que la volatilidad pasajera ni de lejos es tal, sino que va para largo y que incluso podría ser más intensa, algo que contraviene no sólo su propio discurso sino el del siempre atinado ministro del (d)año, Luis Videgaray. A lo largo del último par de años, este afamado dúo dinámico defendió a capa y espada la versión de que tal volatilidad era efímera y que al país le hacía los mandados por aquello de los sólidos fundamentales de la economía nacional.

Con el peso en el suelo y el precio petrolero en el subsuelo, el gobernador del Banco de México ya reconoce que la pérdida de una cuarta parte –en los pasados meses– del valor de cambio del peso frente al dólar (40 por ciento si se considera el primer trienio peñanietista) es síntoma de una volatilidad que llegó para quedarse una temporada amplia, al igual que la caída del precio petrolero de exportación, el cual se mantendrá deprimido por un horizonte relativamente largo.

Al mismo tiempo, y muy apartado del cuento de la lechera con coberturas petroleras (del afamado cuenta cuentos Luis Videgaray), Carstens subrayó que para afrontar la caída del peso y el desplome del ingreso petrolero, es necesario que el gobierno federal e incluso Petróleos Mexicanos realicen el ajuste requerido en sus finanzas para que les permita absorber el choque financiero (La Jornada, Roberto González Amador), es decir, las tijeras están afiladas para practicar más recortes al gasto público.

En fin, mientras el secretario de Hacienda permanece en el éter, parece que el gobernador del Banco de México ve las cosas con mayor claridad y las toma un poco más en serio. Tal vez ello sea producto de que el doctor Carstens no pierde su tiempo grillando, empujando y colocando candidatos a gobernador, diputado, director general, y conexos con miras a 2018, como Luis Videgaray comprenderá.

Por otro lado, en su más reciente reporte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) advierte que la economía mexicana sigue en la ruta de la desaceleración; los resultados de la inversión y de la confianza empresarial lo confirman. Se debe tener claridad: México enfrenta un problema que no solamente se restringe a la volatilidad del tipo de cambio, el precio del petróleo y la parte del sistema financiero más especulativo, sino que la actividad productiva también señala el avance de factores que anuncian una mayor desaceleración de la economía.

La inversión y confianza representan dos caras de la misma moneda: si se pierde esta última, los empresarios moderan los flujos de capital que destinan a los sectores productivos y como resultado se tiene una ralentización del crecimiento económico y la generación del empleo. La inversión es esencial para renovar la infraestructura, maquinaria y equipo, cimientos de la productividad y la competitividad. Para una nación es estratégico mantener los flujos de inversión; un retroceso implica correr el riesgo de ser desplazados por la competencia global. Cuando la confianza disminuye se pierde uno de los fundamentos que impulsan al emprendimiento y con ello a la inversión.

Por ello, propone, México debe retomar ritmos de inversión más acelerados, y para ello es fundamental que se eleve la confianza de sus empresarios. La inversión extranjera no es suficiente, en realidad es la más pequeña para nuestra economía, por lo que es preciso fortalecer el entorno que viven las empresas que producen en el país, especialmente las nacionales, pues ellas son la verdadera fuente de empleo y crecimiento que llega a todas las regiones y sectores productivos del país.

Los resultados de inversión y de los indicadores de confianza son elementos que señalan debilidad en el desempeño económico actual y futuro del país. Su menor dinamismo merma las expectativas empresariales y de consumo. El debilitamiento de la confianza empresarial y de la confianza futura del consumidor tendrá un impacto en las decisiones de producción futuras. Si bien el entorno externo es desafiante, los resultados presentados indican un escenario que también se debilita por un contexto interno con una perspectiva de crecimiento menor.

El IDIC subraya que el aparato productivo nacional requiere evitar que la desaceleración económica y la incertidumbre del contexto internacional mermen la generación de sus capacidades potenciales. Por ello debe buscarse la elaboración de un programa económico contingente, fortalecimiento de la producción interna como base del fortalecimiento del mercado interno. Es una forma de generar confianza empresarial y mayor inversión, las cuales, a través del empleo, fortalezcan la confianza del consumidor.

Para noviembre pasado (el dato oficial más reciente) la inversión acusó la desaceleración que la economía afronta en dos de sus pilares, construcción y manufacturas. El IDIC detalla que la reducción de la inversión física del sector público federal (respecto a lo originalmente programado en el presupuesto) por casi 70 mil millones de pesos, afectó la construcción de obras de infraestructura que también limitaron la actividad privada vinculada directamente con el sector.

De igual forma, el menor crecimiento de las manufacturas en Estados Unidos ya mermó la exportación de México en maquinaria y equipo, equipo eléctrico, electrónico y de cómputo, así como en las metálicas básicas, y ha moderado el ritmo de crecimiento del sector automotriz. Todo ello se refleja en los resultados de la inversión.

Las rebanadas del pastel

Para dormir tranquilo, la semana financiera cierra con el billete verde a 18.73 micro pesitos y el barril petrolero de exportación a 25.73 dólares. Bara, bara.

Twitter:@cafevega