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Penultimátum

Regalos a pontífices

N

o figura como atractivo turístico para quien visita el Vaticano. San Pedro y el museo son los sitios emblema. Pero hay otros lugares que no atraen multitudes. Como las salas donde se exhibe una muestra de los regalos recibidos por los últimos pontífices.

Allí se pueden ver lo mismo objetos muy bellos al lado de ejemplos de kitsch religioso. Piedras del monte Everest, la partitura de la canción Gafas milagrosas, medallas, crucifijos, cuadros de santos y vírgenes, esculturas, tejidos elaborados por pueblos indios. Banderas de equipos de futbol. Uno que otro libro. Tapices, copas, artesanía diversa, lámparas, relojes, candelabros, manteles, servilletas.

Juan Pablo II recibió más de 12 mil obsequios. Una parte se exhibe en un edificio de cinco pisos llamado la Casa Polaca. El protector del pederasta Marcial Maciel fue un viajero frecuente y de cada lugar visitado se trajo regalos, más los que le entregaron en Roma. Como el Volswagen obsequio de directivos y obreros de la filial que en Puebla tiene la empresa alemana, que los fabricó hasta 2003. El pontífice bendijo el vochito. Se desconoce su paradero. Igual que el enorme sombrero de charro que en 1979 le aplastó en su cabeza la líderesa charra de los billeteros.

En las salas vaticanas tampoco están los nacimientos que, desde el salinato, han llevado a Roma funcionarios mexicanos acompañados siempre por numerosas comitivas. Todo pagado con dinero público. Como uno del gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, en 2010. Ni huella de otro para Benedicto XVI de la pareja presidencial Calderón-Zavala y el etílico ex gobernador de Jalisco, Emilio González. El nacimiento remataba con una gran estrella de 1.5 metros de ancho y unos escudos de alpaca con la leyenda: Gloria in excelsis Deo y México. No faltó la muestra gastronómica, sin resultados negativos en la salud del personal vaticano. En correspondencia, el Papa les dio rosarios. Igualmente se desconoce el paradero de otro llevado en 2009 por el entonces gobernador del estado de México Enrique Peña Nieto y su novia Angélica Rivera.

Adelantándose a la visita que hoy inicia Francisco, en diciembre pasado el gobernador de Chiapas lo visitó en el Vaticano. No llevó nacimiento. Pero sí comitiva numerosa. Y luego de un concierto de marimba, el discreto mandatario le entregó una. Por fortuna, pequeña. Y le pidió tener a Chiapas y a México en sus oraciones. Como es costumbre, los gastos del viaje se cubrieron con dinero público.

Existen dudas justificadas de si en la nave que llevará a Francisco de regreso a Roma hay espacio suficiente para los regalos que recibirá. Lo que sí se sabe es que serán revisados minuciosamente a fin de evitar que el crimen organizado camufle sustancias prohibidas en alguno de ellos, o en una maleta.