Comandanta Nestora Salgado
Aires de libertad

Nestora Salgado en el penal de Tepepan, febrero, 2016.
Fotograma: Carlos  Deneke

Gloria Muñoz Ramírez

Nestora Salgado García viste el color beige reglamentario del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan. Su libertad pende de un hilo. Sus abogados apelan al desestimiento de la Fiscalía del estado de Guerrero por las acusaciones de secuestro. Las irregularidades son muchas, por alguna habrán de liberarla.

La comandanta de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, fue detenida en agosto del 2013. Su aprehensión fue digna de una película anti terrorista.  Un operativo de la Armada, el Ejército y policía estatal fue por ella. Hoy, 31 meses después, Nestora insiste en su inocencia y apela a la verdad.

Ríe y llora de manera franca durante la entrevista concedida en la primer piso de la cárcel de Tepepan, a donde llega custodiada por un guardia que permanecerá durante toda la sesión. Ésta será la segunda conversación video grabada con ella desde su encarcelamiento. Han sido tantos los encuentros con periodistas que ya domina el género. No se inhibe ante la cámara. Al contrario, juega con ella y, coqueta, pide su mejor ángulo. Trata de pasarla lo mejor que puede, aunque también en este penal permanece aislada del resto de las presas, sin poder hacer el ejercicio que necesita para recuperarse de su lesión en la médula, y sin poder asistir a los talleres organizados para el resto de la comunidad. Ni a la tiendita tiene acceso. Pero, aún así, nada que ver con las condiciones carcelarias en las que vivió durante 22 meses en el penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit, donde no podía hablar con las presas ni con las guardias, ni tener contacto físico con nadie y vivía día y noche con la luz encendida, además de no tener los medicamentos ni la asistencia médica que requería. Ahí hasta las reclusas acusadas de asesinato y narcotráfico se compadecían de ella.

No nos brincamos las trancas. Nosotros tomamos en cuenta al gobierno y queríamos caminar de la mano con él. Ésta no era una lucha contra el gobierno, sino contra la gente que nos estaba haciendo daño, que ahora veo que son los mismos, que no hay una línea divisoria

“Ser inocente me llena de fortaleza y de coraje para reclamarles que lo que están haciendo conmigo es una arbitrariedad, es una crueldad. Yo no soy una delincuente. Lo que el gobierno ha estado haciendo conmigo es una represión por algo que ni siquiera fue en contra del gobierno, que fue una lucha por el pueblo, por mis orígenes. Yo tengo derecho a defenderme, todos tenemos derecho a defendernos, a defender nuestras tierras, nuestros recursos. Eso no me hace ser delincuente. ¿Por qué me reprimen así? ¿Por qué tanta crueldad?”, se pregunta Nestora. Ella intuye la respuesta, aunque, dice, nunca pensó que la venganza por “los callos pisados dentro del gobierno” la llevarían a la cárcel.

Nestora Salgado, originaria de Olinalá, migró a Estados Unidos a los 20 años en busca de oportunidades. Años después, ya con la nacionalidad estadunidense, regresó periódicamente a su pueblo y vivió de cerca el incremento de la delincuencia organizada, el terror implantado, las extorsiones, asesinatos y secuestros, lo que la motivó a quedarse y a organizarse con la gente para enfrentar a los delincuentes. Una asamblea la puso al mando de la Policía Comunitaria en 2012, y a partir de ese momento, amparada en la Ley 701 del estado de Guerrero, la organización autónoma procedió a establecer el orden. En tan sólo diez meses disminuyeron los índices delictivos en 90 por ciento. “No secuestramos a la gente. La arrestamos”, amparados en el artículo 35 que los faculta para ello.

Su situación era tan regular que se entrevistaba con el gobernador constantemente, y el apelativo de comandanta se lo dan la Armada y el Ejército. Hasta que denuncia los videos de pornografía infantil y la trata de personas. “Esta es la parte por la que el estado, gobernado por narcotraficantes, me criminaliza, y criminalizó a mi policía comunitaria que estaba haciendo una labor fuerte”, remarca. “Esto es sólo la excusa que el gobierno usó para encerrar a Nestora, a Bernardino, a Gonzalo, Arturo, a mis compañeros. No porque somos terroristas, ni secuestradores, sino porque quisieron desbaratar la estructura de la policía comunitaria. Fue el mensaje para los pueblos que se estaban organizando”.

“Nosotros”, insiste, “no nos brincamos las trancas. Nosotros tomamos en cuenta al gobierno y queríamos caminar de la mano con él. Ésta no era una lucha contra el gobierno, sino contra la gente que nos estaba haciendo daño, que ahora veo que son los mismos, que no hay una línea divisoria”.

Nestora sonríe cuando recuerda que no le daba miedo la cárcel, porque “no la conocía”. Pensaba que si la detenían, saldría pronto. “Vamos a salir pronto, porque no hemos cometido ningún delito. No se asusten. Tenemos la fuerza del pueblo, de los pueblos. Nos van a llevar a una investigación y nos van a dejar libres”. Nunca imaginó, dice, “que todo ya estaba planeado”, les dijo a sus compañeros.

Madre de Zayra Crystal, Ruby y Grisel. Hermana de 15 hombres y mujeres. Hija, abuela y esposa, Nestora se afirma como mujer, y también “como una ama de casa” que “tomó la decisión de estar al frente (de la policía comunitaria) aún sabiendo que tengo hijos, nietos, familia, y que estaba poniéndolos en riesgo. Tenía la seguridad y la confianza de que si nosotros levantábamos la voz, el gobierno nos tenía que escuchar. Esa era la convicción”.

Salgado es una mujer alegre que “no tenía razones para la tristeza”. Sin estudios mayores, dice hacer lo que su corazón le dicta. Y, sin dudar, explica que lo primordial para el Estado mexicano debería ser la educación y la seguridad.

Desde que la trasladaron a este penal, la comandanta ha tenido acceso a más visitas y a diversas lecturas. “Ahorita estoy leyendo Hermanos en armas, acabo de terminar la vida del Che Guevara, también leí Guerra en el Paraíso, Hombres con propósito, Mujeres luchadoras, la historia de Sor Juana Inés Yo, la peor, El alquimista. Me gusta leer de todo”, cuenta.

Se dice una soñadora a la que le gusta “ir por más, no ser conformista, luchar siempre por lo que queremos”. Y aunque rechaza ser feminista, esta mujer que estuvo al mando de cientos de hombres armados afirma: “Todo lo que tengo me lo he ganado, y me lo he ganado con trabajo. Estoy con la frente en alto porque no tengo por qué agacharla, no tengo nada que me avergüence, lo que he hecho, lo he hecho con gusto, por convicción, porque tengo ideales”.

Cuando salga libre, dijo en un mensaje de agradecimiento a las miles de personas que han exigido su libertad, “se los voy a pagar haciendo labor para todo aquél que lo necesite, haciendo una lucha junto con ustedes, de la mano de ustedes. Porque somos muchos los afectados en este país por este gobierno represor”