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Con la foto que midas serás medido

E

l asesinato de la periodista Anabel Flores, número 17 en la cuenta de homicidios de reporteros a lo largo del sexenio, no sólo fue objeto de atención de la opinión pública por el reprobable hecho en sí mismo, sino por la particular forma en que fue denostada por uno de sus empleadores, el deslinde que de ella hicieron directivos de otros medios en los que colaboraba y la manera apresurada y automática en que la Fiscalía General del Estado vinculó el delito con la delincuencia organizada.

“Le pagábamos como freelance”, dijeron en El Sol de Córdoba, como si ello atenuara la magnitud del feminicidio o sirviera para desestimar su participación en el gremio y con ello marcar distancia de las presuntas actividades de Anabel fuera del ámbito periodístico, como se apresuraron a madrugar también las autoridades ministeriales.

Pero quien fue más allá, sin respeto alguno para la condición de Anabel como mujer, madre, trabajadora y víctima, fue José Abellá, cordobés dueño del diario El Buen Tono, quien fue el primero en criminalizar a la periodista al involucrarla con una célula delincuencial que opera en la zona centro del estado.

Abellá, quien decidió tener su propio medio para destacar sus aspiraciones políticas en las filas del Partido Acción Nacional, explicó en un estridente editorial que despidió a la reportera porque sospechaba de su modo de ganarse la vida y exhibió una fotografía de una camioneta que, según el rico empresario, no correspondía con el salario de 6 mil pesos mensuales de Anabel. Por supuesto que no explicó que la despidió con dos meses de embarazo ni que le negó cualquier indemnización.

Pues bien, del mismo modo en que la denostó, en redes sociales circula otra gráfica en la cual el empresario aparece rodeado de individuos que portan armas de grueso calibre, identificadas algunas como de uso exclusivamente militar.

La imagen al parecer fue tomada en la sierra de Zongolica, donde se presume la actividad de grupos armados y/o delincuenciales. ¿Qué hacía Abellá allí con gente armada? Nadie ha dicho nada. Habrá que esperar explicación, si la hay. Él puede defenderse; ella, ya no.