20 de febrero de 2016     Número 101

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

La reforma agraria en Vietnam

Nguyen Duc Truyen Sociólogo, Academia de Ciencias Sociales de Vietnam


FOTO: Manhhai

1.- La reforma agraria entre la revolución nacional y la revolución democrática (1945-1954). El régimen colonial francés se establece en Vietnam a partir de fines del siglo XIX (en 1862 en Cochinchina y en 1884 en todo el país). Sin embargo, los movimientos de lucha para la independencia nacional de los vietnamitas contra los colonialistas franceses no habían tenido ningún éxito antes de 1930. El Partido Comunista Indochino (PCI), creado en 1930 y antecesor del Partido Comunista Vietnamita (PCV), abordó a partir de 1945 a la vez la cuestión nacional, apuntando a la lucha por la independencia del país, y la cuestión campesina para una reforma agraria gradual, dos objetivos necesarios para lograr la revolución nacional.

En efecto, la posición sobre la cuestión campesina, en la línea política del PCI, se había apoyado sobre las características muy particulares de Vietnam, donde el espacio cultivable de las explotaciones familiares campesinas había sido reducido y parcelado sin cesar, a causa de lo reducido de la superficie cultivable y a causa de la densidad demográfica en incremento constante a lo largo de los siglos anteriores. Sin embargo, no se puede entender esta parcelación extrema sin analizar la evolución del tema de la tierra en la historia del Vietnam.

La estructura agraria en el tiempo de la colonización francesa, antes de 1954, se caracterizaba por una concentración de las tierras en manos de los terratenientes, en detrimento de las explotaciones campesinas. Antes de la guerra (en los años 1930), cerca de 50 por ciento de las tierras cultivadas eran de los terratenientes (que constituían solamente tres por ciento de la población) y nueve por ciento de esas tierras pertenecían a franceses. Las tierras comunales, bajo el control de los terratenientes y de los campesinos ricos, formaban el 12 por ciento. El resto (30 por ciento de la superficie cultivada) pertenecía a los campesinos, que constituían el 90 por ciento de la población. Una encuesta de tenencia de tierras después de 1945 muestra una situación todavía caracterizada por el sistema colonial. Es por esta razón que, para el PCV, la cuestión campesina estaba estrechamente ligada a la cuestión nacional y no podía hacer una reforma agraria sin lograr primero la liberación nacional.


FOTO: Manhhai

Al orientarse hacia una revolución nacional, la “cuestión campesina” debía evidentemente ser tratada por el PCI de una manera más flexible que dentro de la lógica socialista, aunque la referencia a la “revolución agraria” fuera recordada constantemente. No se trataba de luchar, desde una perspectiva obrerista, contra las clases propietarias en general (ya que dentro del campesinado también hay propietarios) sino solamente de luchar contra los “feudales anamitas y la clase burguesa anti-revolucionaria”. El objetivo de la revolución agraria era entonces el de “nacionalizar todas las plantaciones y las tierras de los imperialistas franceses y de los propietarios anamitas anti-revolucionarios y repartirlas a los campesinos probres”.

Después de la victoria de la insurrección general (19 de agosto de 1945), el poder revolucionario se estableció en el conjunto del país. Sin embargo, los ataques de las fuerzas del imperialismo francés y de sus aliados en Vietnam habían forzado el PCI a definir una línea política específica (25 de noviembre de 1945), insistiendo en la “revolución de liberación nacional” y su eslogan “prioridad al pueblo”.

Esta línea política nacional del PCI dirigió la resistencia contra los franceses entre 1946 y 1954. La política del partido movilizó todas las fuerzas favorables a la revolución nacional. Esta política –al inicio del reparto de tierras bajo la presión de la movilización de los campesinos pobres y que contribuyó a la victoria decisiva de la resistencia en 1953- fue siempre limitada a la repartición de las tierras comunales y a la disminución del alquiler de la tierra, sin tocar a los terratenientes, de los cuales se esperaba que se adhirieran a la lucha nacional.

El cuadro 1 indica que la proporción de la propiedad de las tierras confiscada a los franceses en 1953 fue de 89 por ciento. En el caso de los terratenientes fue de 41, de 85 para los “traidores” y de 77 por ciento para las tierras comunales. Es importante anotar que, en el caso de los terratenientes, la redistribución de las tierras sólo afectó 41 por ciento de sus propiedades. La política de solidaridad nacional del PCI orientó esta redistribución gradual de las tierras, tolerando una propiedad de la tierra de los terratenientes.

El año 1953 marca la última fase de la resistencia y el inicio de la reforma agraria radical. En enero de 1953, la cuarta reunión del Comité Central del PCV decidió “suprimir el régimen de propiedad de los colonialistas franceses y de otros imperialistas en Vietnam, anular el régimen feudal de los terratenientes vietnamitas y extranjeros y promover el régimen de propiedad campesina”. Esta política otorgó un carácter radical a la reforma agraria de este periodo, ligada a la lucha contra la clase de los terratenientes, acusados de ser “traidores” porque eran, según su carácter de clase, “explotadores”. El objetivo de esta fase de la reforma agraria fue el de confiscar o requisar las propiedades de todos los terratenientes y repartirla a los campesinos sin tierra y pobres. Todos los repartos temporales que habían sido hechos durante los ocho años anteriores fueron reexaminados y sancionados durante esta fase (Cuadro 2).

En el mes de octubre de 1957, la décima reunión del Comité Central del Partido de Trabajadores de Vietnam declaró terminada la “tarea anti-feudal” en el norte. Según el balance de la reforma agraria del gobierno, en 1957 un total de 810 mil hectáreas, un millón 846 mil instrumentos de labranza, 106 mil 448 animales de tiro y 148 mil 565 casas habitación fueron distribuidos a dos millones 104 mil 138 hogares campesinos, o sea ocho millones 323 mil 636 habitantes o 72.8 por ciento de la población rural.

Con la reforma agraria, la redistribución de las tierras transformó la estructura de clases en el campo en el Vietnam del norte. El régimen de propiedad de la tierra feudal y colonialista fue enteramente abolido y la clase de los terratenientes eliminada. El campesinado se volvió dueño de las tierras y de la producción agrícola. Al evaluar el resultado de la reforma agraria, el partido afirmó que ésta, aunque haya cometido errores de tipo izquierdista (juicios sumarios y eventuales ejecuciones), había liberado a la economía campesina de los propietarios de la tierra feudales. Esta reforma abrió la vía al desarrollo de la industria y del comercio en el marco de la economía rural y de la economía nacional.

Después de la guerra contra los franceses, llamada “Periodo de la Resistencia” (1954), el Vietnam del Norte entró en una fase de restauración y de desarrollo económico. Por los efectos de la guerra, la economía agrícola del Norte estaba anémica: 140 mil hectáreas estaban incultas; casi todos los sistemas de diques y de irrigación habían sido gravemente dañados, al punto que 200 mil hectáreas de arrozales ya no eran irrigados; centenas de miles de animales de arrastre habían sido matados, y hacían falta de forma dramática instrumentos de labranza. Las políticas económicas fueron pues reorganizadas y se dinamizó la producción agrícola, fundamento de toda la economía nacional.


FOTO: Manhhai

La economía campesina fue alentada por ocho medidas, promulgadas en mayo de 1955 por el gobierno. Se trataba de asegurar los derechos de la propiedad sobre la tierra; de garantizar los bienes de los campesinos y de otras capas sociales; de fomentar el desbroce y el cultivo de las tierras sin cultivo (exoneración de impuestos, durante tres años, para las tierras puestas en cultivo, y durante cinco años para las desbrozadas); los campesinos fueron enteramente exonerados de impuestos sobre los incrementos de cosechas y sobre la producción de rendimientos elevados; fue permitido alquilar mano de obra y animales de arrastre, prestar y endeudarse; el desarrollo de formas de ayuda mutua fue alentado, lo mismo para las ocupaciones rurales secundarias como para los oficios artesanales; las familias trabajadoras fueron recompensadas, y el sabotaje de la producción fue reprimido.

Los efectos de las políticas económicas fueron crear el apego de los campesinos a la producción agrícola. Todos los índices de producción agrícola se incrementaron, pese al hecho que las condiciones de trabajo material y técnico siguieron idénticas a las de antes de la guerra. La conciencia de ser dueños de su tierra cambió fundamentalmente la mentalidad económica de los campesinos.

Pero este desarrollo económico tenía límites. Las familias campesinas individuales tenían muchas dificultades para estabilizarse y desarrollar sus explotaciones. La superficie promedio de cada hogar era muy limitada (menos de 0.4 hectáreas en el delta del río Rojo). Varias familias debían compartir un búfalo o un buey de arado. Los instrumentos de cultivo necesarios y elementales, como el azadón, la hoz y el rastrillo, hacían falta. Las calamidades naturales fueron numerosas durante este periodo, agravando todavía más sus dificultades. Algunos hogares campesinos se vieron obligados a vender sus tierras o sus arrozales.

Según las encuestas, era claro que los campesinos pobres (70 por ciento) y los campesinos medios (25 por ciento) no estaban a la altura en el trabajo de gestión y desarrollo de sus explotaciones. El hecho de vender sus tierras o sus animales de arrastre lo demostraba. En efecto, estos campesinos no tenían suficiente experiencia para hacer prosperar explotaciones agrícolas cuya superficie había sido multiplicada por tres. Por otro lado, los campesinos ricos y medios, capaces de cultivar explotaciones de este tamaño, fueron obstaculizados en sus actividades por razones políticas. El dinamismo de la economía campesina fue entonces limitado por los prejuicios políticos contra ellos.

2.- La colectivización: la reforma agraria en la revolución socialista. La revolución socialista, en la cual la colectivización agrícola fue uno de los mecanismos principales, suprimió el derecho de propiedad individual de la tierra y de los medios de producción, cuando los campesinos empezaban a reapropiarse de las tierras redistribuidas por la reforma agraria. Para evitar reacciones negativas, el Estado vietnamita alentó formas voluntarias de ayuda mutua que ya habían existido durante la guerra en las zonas liberadas. Colectividades de ayuda mutua, compuestas por 20 a 30 hogares, ponían en posesión común las tierras, los animales de arrastre, los instrumentos de labranza y la mano de obra, y trabajaban juntos, compartiendo el resultado de la producción común según la importancia de las tierras de cada hogar. Esta colectividad de ayuda mutua se desarrolló en una forma de cooperación agrícola.

Gracias a ella, durante el período de restauración y de desarrollo económico de 1958-60, los progresos económicos fueron apreciables en el Vietnam del Norte. Aunque las colectividades de ayuda mutua fueras calificadas por los cuadros políticos de aquella época como “cooperativas de bajo nivel”, habían mostrado bien el espíritu de una cooperación económica democrática e igualitaria. El cuadro 4 muestra los efectos positivos de la reforma agraria y de las políticas de desarrollo económico durante los años que antecedieron a la colectivización agrícola. Las superficies cultivadas se incrementaron en 20 por ciento, después de cinco años de restauración económica (1954-1959). El rendimiento se incrementó en casi la mitad (44 por ciento). La producción se duplicó.

Como se ve, las primeras tentativas de reforma agraria radical tuvieron resultados fluctuantes. La restauración económica estuvo lejos de cubrir las necesidades elementales del país. Sin embargo, durante el periodo de resistencia colonial, un impulso había sido dado a los campesinos para que se organizaran voluntariamente bajo la forma de grupos de ayuda mutua. Sin embargo, por razones políticas, durante el periodo siguiente, el principio de organización voluntaria fue remplazado por el proceso de colectivización.

A inicios de los años 60’s, las tierras y los medios de producción fueron transformados en propiedad colectiva de las cooperativas. Éstas debían responder no solamente al problema de fragmentación de las tierras agrícolas, mediante una constante y progresivo ampliación de la escala del trabajo colectivo (del nivel de aldea al de comuna o distrito, sino sobre todo a la exigencia de una economía nacional de tipo socialista, establecida por el programa político del PCI en 1930. Este último afirmaba: “después de haber realizado la revolución socialista democrática, el pueblo vietnamita debe empezar la revolución socialista”; “realizar esta transformación revolucionaria es realizar la transformación y la edificación socialista […]”

En realidad, la colectivización agrícola de Vietnam –y las nuevas relaciones de producción, de organización del trabajo y de reparto de los productos-, se inspiró en el modelo económico soviético. Y se justificó sobre todo por razones políticas más que por objetivos económicos.

Este modelo en Vietnam demostró la inferioridad permanente de la productividad del trabajo colectivo, en relación con la del trabajo individual o familiar. Frente a esta situación, Le Duan, secretario general del PCV en aquella époque, reconocía: “Hoy, en el campo, la situación es la siguiente: en el ingreso real de los campesinos, 44.5 por ciento proviene de la economía colectiva y 55.5 por ciento de la economía familiar complementaria. Por otro lado, para un cinco por ciento de la superficie total, reservado para el uso privado de los campesinos, según las cifras de la Oficina General de Estadísticas, la producción llega a representar entre 60 y 70 por ciento del valor total de los productos del área colectiva, la cual constituye 95 por ciento de la superficie total”.


FOTO: Staffan Scherz

La razón de esta situación es que el modelo de colectivización agrícola había separado a los campesinos-trabajadores de su tierra y de su proceso de producción agrícola, transformándolos prácticamente en asalariados agrícolas. A partir de la década de 1980, este modelo engendró crisis tras crisis, porque no había tomado en cuenta el interés de los campesinos, la ineficacia del trabajo colectivo, la particularidad de la producción agrícola ni el papel de la economía familiar en una sociedad rural.

3.- La descolectivización: la reforma agraria en la transición post-colectivista. Al intentar solucionar los efectos perversos de la colectivización, se aplicaron medidas que intentaron fortalecer el modelo en vez de abandonarlo y demostraron ser aún más ineficaces. Sólo las iniciativas de retorno a la economía doméstica trajeron soluciones prácticas y eficaces. Este retorno se hizo primero en la sombra, a partir de contratos clandestinos de alquiler de tierras colectivas a hogares campesinos, que remplazaban algunos trabajos colectivos por el trabajo de los hogares, como antes de la colectivización. Estas actividades ilegales de los campesinos, llevadas a cabo frecuentemente con la complicidad de los responsables locales en diferentes niveles de responsabilidad, no eran más que estrategias de supervivencia. La elección para ellos era simple: vivir y sobrevivir para no padecer hambre o aplicar las normas y directivas oficiales. Estas prácticas ilegales, fuertemente criticadas a inicios de los años 70’s, fueron oficialmente aceptadas e implementadas por el Estado a partir de los años 80’s.

El decreto 100 (1981) del Comité Central del Partido Comunista Vietnamita, llamado por los campesinos el contrato de “alquiler a precio fijo” sentó las primeras bases de una descolectivización sin tocar sin embargo el estatus jurídico de las cooperativas colectivistas. Hubo que esperar el Sexto Congreso Nacional del Partido, en 1986, que criticó el modelo de colectivización agrícola como principal obstáculo a la reforma agraria, para que fuera reconocido el estatus jurídico de la economía doméstica en la economía nacional. El regreso a la economía doméstica y la aparición de la ley de tierras en 1993 fueron los factores que garantizaron el derecho de uso de las tierras por los hogares agrícolas, confirmando así el inicio de la descolectivización.

Este proceso de realizó de manera gradual en Vietnam, con el traspaso del derecho de propiedad sobre la tierra al Estado. Las tierras agrícolas antes llamadas de propiedad colectiva de las cooperativas agrícolas se convirtieron ahora en propiedad del Estado. Los hogares campesinos asumieron un derecho de uso de las tierras y no el derecho de propiedad, como antes de la colectivización agrícola.


FOTO: Brian Huang

Después de la Resolución 10, la producción agrícola mejoró de manera significativa. Sin embargo, por diversas razones esta reforma no pudo fortalecer la economía rural. En efecto, la producción agrícola, condicionada por la reducción anual de la tierra cultivable y por la fragmentación de las tierras ligada al sistema de contrato de alquiler a precio fijo, enfrentaba obstáculos. Para salir de estas dificultades, el gobierno buscó desarrollar todas las posibilidades de la economía doméstica, entre ellas la pluriactividad.

Esta solución fue contemplada por el Partido, durante la quinta Conferencia del Comité Central (1993). La estrategia económica del Partido en relación con la economía rural fue de: “renovar la estructura económica agrícola y rural; proseguir la política de desarrollo de una economía de diferentes componentes; poner en manos de los hogares campesinos el derecho de utilización de las tierras a largo plazo (20, 30 hasta 50 años); renovar la macro-política del Estado en relación con la agricultura y el campo”.

La Resolución 5 concedió más derechos de utilización de las tierras a los hogares campesinos: derecho de traspaso, de alquiler de uso de la tierra, de herencia y de hipoteca del derecho de uso de la tierra. La política agrícola del Estado se transformó entonces en política económica rural. El desarrollo de la economía doméstica fue entonces alentado también por múltiples actividades económicas extra agrícolas. La estabilización de la producción agrícola y el fomento de las actividades no agrícolas fueron factores importantes que lograron el éxito de la economía rural a partir de 1993. En efecto, las actividades no agrícolas cambiaron la estructura de los ingresos campesinos, trayendo recursos nuevos a la economía doméstica, mientras que los ingresos agrícolas aseguraban sobre todo el autoconsumo familiar.

Esta diversificación de las actividades económicas domésticas llevó a una diferenciación de los hogares campesinos en tres categorías y a un cambio de las relaciones entre ellos y la tierra. La primera categoría es la de los “hogares puramente agrícolas”, que practican sólo actividades agrícolas y ganaderas y venden ocasionalmente su trabajo. La segunda es la de “hogares mixtos”, que practican a la vez actividades agrícolas y de ganadería y actividades no agrícolas de forma regular, como el comercio, la artesanía y los servicios. Finalmente, la tercera categoría es la de “hogares no agrícolas”, que practican una actividad no agrícola específica, conservando sin embargo su acceso a tierras agrícolas, como los otros tipos de hogares. Para estas tres categorías, la importancia de las actividades agrícolas, y por tanto de la tierra, se desvalorizó en la medida que desarrollaban relaciones de mercado en sus actividades económicas. En realidad, la jerarquía de los niveles de vida de estos grupos es definida, de abajo hacia arriba, por el acceso a medios financieros como recurso principal (del tercer al primer grupo).

Es por esta reforma decisiva de las relaciones entre el hombre, el trabajo y la tierra que la economía doméstica y la agricultura de Vietnam lograron éxitos importantes. La tasa de pobreza general del país se redujo rápidamente, de 58.1 a 37.4 por ciento, entre 1993 y 1998. La tasa de pobreza alimentaria descendió también, de 24.9 a 15 por ciento. La razón principal de lo ocurrido en este periodo está en un crecimiento económico rápido y estable del país. Además, este crecimiento atendió los intereses de todos los grupos sociales, en especial de los campesinos, que representaban hasta 90 por ciento de los pobres del país (PIB: standard living survey Vietnam 1997-1998).

La descolectivización y el regreso a la economía doméstica esconden sin embargo un elemento central y decisivo que viene a contraponerse a la lógica de la economía doméstica: la introducción de la economía de mercado.

Si la pluriactividad es una característica antigua de la economía doméstica rural, toma con el Doi Moi (la descolectivización) y el desarrollo de la economía de mercado una nueva orientación: hace entrar en la economía doméstica factores de producción industrial, como la energía, las máquinas, los fertilizantes, etcétera, e introduce también relaciones productivas de mercado, deformando la naturaleza de la agricultura campesina y las relaciones sociales que le están ligadas, como las relaciones de familia, de vecindad y de comunidad.

A partir de los años 2000, los éxitos de la reforma económica y de la integración del país en la economía mundial conllevaron un cambio radical de la estructura económica nacional y el descenso del peso de la producción agrícola en la producción nacional (cuadro 5). Esta desvalorización de la producción agrícola en una economía de mercado tuvo consecuencias muy negativas para los campesinos, provocando una desigualdad del nivel de vida entre el campo y la ciudad (cuadro 6). El ingreso promedio de los habitantes del campo no es más que la mitad del ingreso promedio de los habitantes de las ciudades, lo que favorece el éxodo rural hacia las ciudades o los centros industriales creados recientemente.

Además, la distensión de las relaciones entre el hombre y la tierra y de las relaciones entre las comunidades, bajo la influencia de la economía de mercado, creó también estados psicológicos y mentalidades que fortalecieron ese modelo. Los hogares campesinos con más medios económicos pudieron abandonar sus actividades agrícolas para mejorar su vida localmente, pero los hogares campesinos que no tenían más que sus brazos debieron salir de sus comunidades para ganarse la vida en las ciudades o en otros lugares.

Desde 2010, Vietnam ha conocido una tasa elevada de éxodo rural y una tasa de urbanización de 26 por ciento, mientras que en 2000 no era más que de 19 por ciento. La tasa de crecimiento anual de la población urbana es actualmente de 4.1 por ciento. Sin embargo, esta evolución no aporta más que algunos recursos que permiten a los más pobres del campo mantener su economía doméstica como base de supervivencia inmediata. Mientras, para los hogares no agrícolas y ricos, la tenencia de lotes de tierra no significa más que uno de los símbolos tradicionales de su éxito económico. De esta manera, el éxodo rural ha fortalecido la fragmentación de las tierras agrícolas y de la economía doméstica, impidiendo un reagrupamiento de tierras en el campo.


FOTO: Khánh Hmoong

Para solucionar estas dificultades de la economía doméstica y mejorar las condiciones de vida de los campesinos, el Estado vietnamita buscó desarrollar nuevas políticas de desarrollo político y rural. Entre ellas, se puede citar la “política de reducción del número de parcelas de cada hogar, al promover el intercambio de parcelas vecinas, para ampliar la superficie agrícola” y para reducir el estado de fragmentación de las tierras agrícolas. Desde el punto de vista del desarrollo rural, se trata de la construcción de una «nueva vida en el campo», al integrar las actividades económicas en común (la infraestructura, las obras públicas y el mejoramiento del nivel de vida) en un programa nacional de desarrollo social (salud y educación), político (seguridad social) y cultural (actividades comunitarias). Esto debe ayudar a los hogares campesinos a desarrollar su actividad productiva, a la vez que los inscribe en las redes locales, regionales y nacionales para extraer nuevos recursos para el desarrollo de las comunidades rurales.

A partir del reagrupamiento de las tierras agrícolas, del desarrollo de las infraestructuras rurales y del mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos, el objetivo es realizar un cambio de economía doméstica a una economía de escala, bajo la forma de granjas agrícolas, de granjas mixtas o de empresas no agrícolas. Esta política está todavía en una etapa piloto, pero ya ha conocido dificultades. En efecto, sucede que la cooperación entre hogares campesinos sólo es aceptada a nivel de intercambios de experiencias o de ayuda mutua, pero no para aportes de capital o para compartir cuotas de mercado.

En las zonas rurales industrializadas y urbanizadas, las mejoras del ingreso de los hogares campesinos son una realidad, asegurando el crecimiento de las actividades agrícolas, y conservando al mismo tiempo una estabilidad de la vida rural. Esto muestra que el desarrollo de la sociedad rural del Vietnam de hoy debe apoyarse en la integración de la economía rural a la economía nacional y sobre el aporte de esta última a la economía rural y no solamente sobre el aporte de los esfuerzos de los campesinos.

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