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Keynes y México
H

ace 80 años se publicó en inglés La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, que, tal como el propio Keynes pensaba, modificó sustancialmente la manera en la que en el mundo se pensaban los problemas económicos y, sobre todo, las posibilidades y beneficios de la intervención gubernamental. Siete años después, en 1943 en plena guerra mundial, la gran obra de Keynes se publicó en español. El grupo gobernante en México en ese tiempo había resuelto que el Estado mexicano tenía la responsabilidad de conducir la economía nacional, consolidando un estado desarrollista. Consecuentemente las tesis básicas de la teoría general le resultaban muy provechosas.

La obra magna de Keynes creó la macroeconomía con variables para el conjunto de la economía: producto y empleo, en todas sus posibilidades. De allí la propuesta fundamental de desarrollar una teoría general. Una segunda tesis crucial del planeo keynesiano fue su cuestionamiento a la capacidad de los agentes económicos de conocer el futuro. La incertidumbre ocupa un lugar central en su propuesta teórica. Sin embargo, es posible que los gobiernos actúen para prevenir las depresiones y, por supuesto, pueden impulsar procesos de crecimiento. En nuestro país durante el gobierno de Ávila Camacho la industrialización fue el objetivo central de la política económica.

La revolución keynesiana permitió una renovación del pensamiento económico y político y, en consecuencia, de la política económica. Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, esta política permitió que el mundo viviera la edad de oro del capitalismo. En ella el crecimiento del producto bruto y del producto per cápita logró ritmos extraordinarios. En los años setenta del siglo pasado esta edad de oro llegó a término y se inició una profunda contra revolución teórica, en la que fueron radicalmente cuestionados los planteos keynesianos. Con ella también llegó a su fin la época del estado benefactor y de los estados desarrollistas. Se impuso una nueva visión en la que los mercados eran reconocidos como los más eficaces asignadores de recursos económicos.

Ocurrieron procesos involutivos, descritos como reformas estructurales, que cedieron a los capitales privados la conducción económica general. Se ofreció que con el retiro estatal se eliminarían las dificultades más importantes para que el funcionamiento de los mercados creara bienestar social. Los resultados han estado bastante alejados de esas ofertas iniciales. Sin embargo, hubo un ciclo expansivo de relativa relevancia a finales del siglo anterior y se abrió paso el nuevo milenio. América Latina lo aprovechó. No fue ese el caso mexicano, donde con los gobiernos panistas se desperdiciaron las oportunidades creadas por el alto precio de las materias primas, el enorme flujo de remesas y las bajas tasas de interés.

Keynes, por supuesto, fue rápidamente olvidado. Fue retirado de los planes de estudio de las escuelas universitarias de economía del mundo y, en el plano político, sus planteos fueron considerados incorrectos y tachados de populismo económico. Para la crisis que estalló en agosto de 2007, que la teoría económica dominante había considerado imposible que ocurriera, el pensamiento convencional no disponía de herramientas capaces de enfrentarla. En unos meses Keynes recuperó su relevancia y para Estados Unidos, por ejemplo, la aplicación de sus recomendaciones permitió que la recesión durara solamente 18 meses.

Se instrumentaron medidas coordinadas internacionalmente en el G-20 que inyectaron cantidades estratosféricas de recursos a sus economías, permitiendo que la contracción se resolviera en pocos meses. De nuevo México fue la excepción. Incumplió con los compromisos firmados en el G-20 y, lógicamente, fue incapaz de impedir que los choques provocados por los problemas de las economías avanzadas nos afectaran. No duró mucho el regreso de Keynes En poco tiempo las visiones convencionales se impusieron y lograron mover el foco de atención de la recuperación hacia las finanzas públicas. Naturalmente la dinámica económico lo resintió La recuperación en Europa se revirtió iniciando un largo período de relativo estancamiento.

Lo que estamos presenciando este 2016 es la etapa siguiente de la crisis empezada en 2007 y que pudo resolverse cabalmente en 2009-10. Los años próximos viviremos una nueva anormalidad y, en ella, México resentirá el impacto de las dificultades externas y de la falta de proyecto nacional. ¡Cuánto mejoraría nuestra situación si regresáramos a Keynes!