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Reporte Económico

PEA, Ocupación y Empleo 2015.

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egún la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que trimestralmente levanta el INEGI, la población promedio en 2015 fue de 121.0 millones de personas, de las cuales 88.5 millones tenían 14 años o más (Gráfico 1).

De esta última cifra, según nuestra reclasificación 58.9 millones de personas constituyen la Población Económicamente Activa (PEA), y 29.6 millones la No Económicamente Activa.

De los 58.9 millones de la PEA, 50.6 millones (86.0%) son Población Ocupada en alguna actividad económica, y 8.3 millones (14.0%) son Población Desocupada. De esta última distinguimos 2.3 millones (3.9% de la PEA) en desocupación abierta (buscando trabajo) y 6.0 millones (10.2%) en desocupación pasiva (en aptitud y disponibilidad de trabajar pero que han desistido de buscar empleo por considerarse sin posibilidades).

El desastre ocupacional de México se aprecia con claridad en el Gráfico 2. De los 58.9 millones de la PEA, únicamente 20.8 millones (35.3%) tienen un empleo formal (están en IMSS, ISSSTE o ISSFAM), mientras que 27.6 millones (46.9%) se ocupan o subocupan en la informalidad, sin prestaciones, sin seguridad social, e incluso sin remuneración, aunque una pequeña parte de quienes trabajan por cuenta propia (11.4 millones; 22.4%) perciben ingresos medios y altos; y 8.3 millones (14.0%) son desempleados. Los 2.2 millones restantes (3.7%) son empleadores.

De la población ocupada (50.6 millones), poco más de dos tercios, el 67.2%, percibe cuando más tres salarios mínimos (7.2% no tiene remuneración salarial, 13.8% de 0 a 1 sm, 25.1 de 1 a 2, y 21.1% de 2 a 3). El 14.6% percibe de 3 a 5 sm, y sólo el 6.4% recibe 5 o más sm. El 11.8% restante no especificó.

Al margen de este raquitismo de ingresos y la desigualdad que conlleva, el 61.4% de la población ocupada se concentra en los servicios (19.2 en el comercio); 24.7% trabaja en la industria (sólo 16.0 en manufacturas); y 13.3% se ocupa en actividades agropecuarias.

Creación de empleos

Según la Secretaría del Trabajo, los programas de formalización de empleo han sido exitosos, y estima que en 2014 de los nuevos trabajadores asegurados en el IMSS un 45.5% aproximado fueron resultado de formalizar empleos previamente informales y un 54.5% resultado de la creación de nuevos empleos. Aplicando estos porcentajes a 2015 (a falta de datos más recientes), se estima que de los 644 mil nuevos trabajadores asegurados en el año, 293 mil fueron por formalización de empleos existentes y sólo 351 mil correspondieron a empleos de nueva creación (Gráfico 3), cifra que es escasamente un tercio de los nuevos empleos que como mínimo debería generar la economía cada año.

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Pero crear empleos formales en alta escala no se logra con alquimia estadística ni con discursos, sino con inversión productiva suficiente y una organización económica que privilegie el empleo formal en el campo, la industria y los servicios; que no ponga en ruinosa competencia a los pequeños y medianos productores con los poderosos y tecnificados corporativos transnacionales y locales, segmentando para cada grupo espacios, mercados, límites y viabilidades; que asuma la competitividad entre iguales no entre desiguales; que impulse producir aquí mucho de lo que importamos, empezando por los alimentos y los combustibles, y siguiendo con las cadenas industriales; que desaliente en lo posible la tecnología desplazante del trabajo humano; que equilibre la productividad con mejores salarios, menores jornadas, y más empleos con la estructura productiva existente;...

Una organización económica que, en una palabra, coloque al empleo (y con él al ingreso, seguridad, y bienestar de la población) como prioridad económica y social del país. Prioridad que, por lo demás, es la razón de ser de la Economía.

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