Opinión
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México SA

Hay Pemex para buen rato

Urge limpia de saqueadores

¿Y dónde estaba el consejo?

L

a buena noticia es que hay Pemex para rato, porque si bien la empresa del Estado no pasa por su mejores momentos financieros y productivos, su solvencia está garantizada por sus abundantes y crecientes reservas petroleras, de acuerdo con el flamante director general del corporativo, José Antonio González Anaya. Hay con qué responder, pues.

La mala es que no habrá solución real mientras los planes de restructuración y saneamiento no incluyan una limpia a fondo que saque las manos de la voraz caterva de funcionarios y ex funcionarios, miembros del gabinetazo, senadores, diputados, líderes sindicales, amigos de la prensa y demás fauna pública y privada (cada cual con su respectivo ejército de parientes, compadres, amigos, socios, intermediarios, comisionistas, entenados y conexos) que han saqueado a la ex paraestatal.

Allí está el caso del ex director Emilio Lozoya, quien en un abrir y cerrar de ojos tuvo la habilidad de transformar los números negros de Pemex en espeluznantes números rojos nunca antes reportados por la empresa productiva del Estado. En tiempos de vacas ya no flacas sino verdaderamente famélicas, este personaje sin experiencia alguna en el negocio del oro negro (pero con muy buenos contactos en OHL) se dedicó a contratar –con salarios de lujo– a sus amigos y a los recomendados de la citada caterva, al tiempo que compraba astilleros en Galicia, pagaba a precio de oro las recompra de paraestatales privatizadas 20 años atrás por no ser estratégicas (Salinas dixit).

Como bien denunció La Jornada (Enrique Méndez y Roberto Garduño), el amigo de OHL incrementó 300 por ciento las plazas de élite en Pemex. En el trienio en que Emilio Lozoya dirigió Petróleos Mexicanos se triplicó la alta burocracia en la petrolera y engrosó el número de direcciones corporativas, de cuatro que existían desde 1992, a nueve, y se agregaron nuevas subdirecciones, gerencias y subgerencias, lo que aumentó en más de 500 las plazas en el corporativo.

La justificación de Lozoya “para aumentar el número de funcionarios administradores de alto nivel es que se buscaba la eficiencia y competitividad, maximizando el valor de los hidrocarburos y la rentabilidad de las actividades de transformación industrial. Así, la reorganización que implementó modificó la estructura de Petróleos Mexicanos, que en 1992 durante el sexenio de Carlos Salinas, se dividió en cuatro organismos subsidiarios y un corporativo, así como 69 empresas filiales que dependían de la entonces paraestatal… El proyecto avalado por el consejo de administración incluyó la designación de nuevos directores generales, subdirectores, gerentes y subgerentes” (ídem).

De acuerdo con la información estadística de la empresa productiva del Estado, cuando Lozoya ocupó la oficina principal en la torre de Marina Nacional las plazas de confianza sumaban 30 mil 344 y en sólo un año de estancia en la dirección general las incrementó a 32 mil 17 y cerró 2014 en 31 mil 581. En total, la plantilla de Pemex (sindicalizados y de confianza) pasó de 150 mil 697 a 153 mil 85, y sólo hasta 2015 –cuando los números financieros eran rotundamente rojos– comenzó a reducir la plantilla, con especial énfasis en la de base (el último año citado se dieron de baja a 14 mil 694 trabajadores, entre despedidos, jubilados, y retiros anticipados o voluntarios).

González Anaya compareció ayer ante la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados (Pemex es una de las empresas más emblemáticas del sector energético nacional, y así se va a mantener), cuyos integrantes ahora sí reclamaron por el pésimo resultado de Emilio Lozoya al frente de Pemex. ¿Pues dónde estaban los legisladores? Si los mexicanos de a pie registraban el tiradero de dicho personaje, cómo es que los siempre atentos representantes populares ni enterados estaban (según dijeron en el encuentro de ayer). Eso sí, ya despiertos, sólo hasta ahora –cuando ya no es parte del gobierno federal– exigen la comparecencia de Lozoya y perseguir a los funcionarios que elevaron gastos en la ahora empresa productiva del Estado.

Lo mismo para el consejo de administración de Petróleos Mexicanos, que –todo indica– nada hizo para corregir las torpezas de Lozoya ni para evitar los excesos del club de amigos del régimen que –tradición obliga– metieron las manos hasta el fondo en las arcas del consorcio.

Tal consejo es presidido (de mentiritas) por el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y a él pertenecen los titulares de Hacienda, Luis Videgaray (el que realmente lleva la batuta); de Economía, Ildefonso Guajardo; de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano, y la subsecretaria de Hidrocarburos de la Sener, María de Lourdes Melgar Palacios. Los consejeros independientes son Alberto Tiburcio Celorio, Octavio Francisco Pastrana, Jorge José Borja Navarrete y Carlos Elizondo Mayer-Serra. ¿Dónde estaban todos ellos que (versión oficial) no registraron el tiradero de Lozoya?

Para la memoria, cuando el cambio se aposentó en Los Pinos, en diciembre de 2000, Petróleos Mexicanos reconocía una plantilla laboral de 132 mil 954 trabajadores (plazas definitivas 117 mil 873 y temporales 15 mil 81). Al cierre de 2014 ese total se había incrementado a 153 mil 85; de ellas 31 mil 535 eran temporales, es decir, el doble en 14 años. En ese periodo todos los cuates de Fox, Calderón y Peña Nieto, y los de sus respectivos directores generales de Pemex, terminaron mamando de las finanzas de la ex paraestatal, sin olvidar a sus amigos y socios contratistas y a los de la citada caterva de saqueadores.

En fin. González Anaya detalló a los ahora muy preocupados inquilinos de San Lázaro que el saneamiento de Pemex considera un proceso de adelgazamiento corporativo importante, que incluye la oficina del director general. Se racionalizará el uso de recursos, se diferirán inversiones en Pemex Transformación y en Pemex Exploración y Producción, algunas obras se realizarán por medio de asociaciones con empresas privadas, y se ajustará el gasto de operación, y los proyectos de exploración y explotación donde el costo de extracción sea más alto que el precio promedio actual de 25 dólares el barril.

Pero nada de lo anterior servirá si no se practica la limpia de saqueadores que se cita líneas arriba.

Las rebanadas del pastel

En lista de espera se encuentra la Comisión Federal de Electricidad, cuyas finanzas están al borde de un ataque ya no de nervios, sino de asfixia…. Y el dólar a 18.21 bilimbiques.

Twitter: @cafe-vega