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100 años de la expedición punitiva contra Pancho Villa
El más grande robo encubierto del siglo XX

En exclusiva para La Jornada, Carlos U. Vigueras, del Museo Casasola, presenta un fragmento del libro Pancho Villa: invasión punitiva/revolución intervenida, sobre lo que verdaderamente representó esa incursión en el destino de México

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Globo aerostático estadunidense usado en la expedición punitivaFoto Walter Horrne Co.
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Militares estadunidenses en la expedición punitiva en México, 1916Foto Brown Brothers
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El 11 de marzo de 1916, el diario San Francisco Chronicle informaba: El presidente ordena al general Pershing invadir México
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El general Francisco Villa y su par estadunidense Hugh L. ScottFoto Archivos estadunidenses
 
Periódico La Jornada
Miércoles 9 de marzo de 2016, p. 2

Los museos de historia son una de las armas secretas de la dominación, pero deberíamos convertirlos en instrumentos educativos para la liberación.

Howard Zinn

Pancho Villa: el silencio fragmentó el tiempo, pero no los trucos de la dominación continental. Pancho Villa cabalga sobre su Siete leguas como un fantasma atormentado después de un siglo de espera para que se abran los archivos secretos de EU para demostrarnos que la expedición punitiva no fue otra cosa que una invasión punitiva en busca de apropiarse de más recursos patrimoniales de México y no de una persecución en su contra.

Pocos conocen los agravios constitucionales y del derecho internacional cometidos contra la soberanía de los mexicanos, así como las violaciones y atrocidades perpetradas en esta invasión militar que cambió el destino de México. Especialmente porque nadie ha enjuiciado a los responsables del que podría considerarse el más grande robo encubierto del siglo XX. Despojo que terminó de desnacionalizar más territorios y los principales recursos patrimoniales de la nación azteca. Ello mediante la distracción y simulación de una supuesta persecución en territorio mexicano contra el Centauro del Norte durante 11 meses. Esto como parte de una invasión militar planeada estratégicamente en pleno desarrollo de la Revolución Mexicana, empalmada a la Primera Guerra Mundial, que le permitió al cártel del Golfo anglosajón apropiarse libremente de hidrocarburos, minerales y metales destinados a satisfacer las demandas de esa guerra en curso. Además de reiniciar la contrarrevolución de 1913. Misma que fue rematada con las invasiones de 1914-1916-1917, que han blindado y ocultado hasta ahora los despojos patrimoniales infligidos al pueblo de México y a su más de un millón de personas que murieron en la inducida Revolución Mexicana. Sin embargo, los archivos siguen sellados. En la memoria colectiva de los dominadores y dominados perduran los trucos para anestesiar sus conciencias en una indisoluble vecindad con abismales asimetrías. En este caso, se trató de justificar y premiar una invasión contra un país con supuestos bandidos que alteraban la paz fronteriza y ponían en riesgo la seguridad nacional del país más expansionista del orbe. Tal como sucede hoy al diseñar en Columbus un parque y un museo con el nombre de Pancho Villa, pero con el truco de glorificar al ejército invasor, a sus principales jefes militares y, por supuesto, dedicado a exaltar los valores intervencionistas. Estos propósitos están inscritos en el programa de dominación continental vigente. Así, se explica cómo se ha castigado a un país rico en recursos, pero pobre y frágil para defender su soberanía e independencia. El museo en mención pareció ser un gran museo de Pancho Villa en EU, pero no lo es. El truco fue tan bueno, que historiadores, académicos, seudointelectuales y público en general lo creyeron así, luego que también cientos de libros publicados sobre Pancho Villa reforzaron el cuento de una ingenua y amigable expedición punitiva pactada entre buenos vecinos para ocultar los verdaderos propósitos de la persecución: depredación y dominación.

El grupo racista KKK se opuso a la construcción de este parque y museo, aparentemente destinado a glorificar y reivindicar la figura del revolucionario Villa, considerado por los medios globalizados como el bandido más cruel del siglo XX. También la Sociedad Histórica de Nuevo México se opuso al proyecto de invertir en un museo conceptualmente diferente al que se tenía en Columbus para atraer a turistas desinformados sobre la realidad fronteriza en un pueblo que ha sobrevivido de la propaganda hecha contra Pancho Villa.

Sin embargo, luego de que los magos del truco estadunidense les mostraron el truco Pancho Villa, lo aprobaron para exhibir con orgullo los valores patrióticos de los soldados invasores ante un grupo de bandidos mexicanos que asaltaron el campamento militar de Fort Furlong.

Así fue como se apropiaron de la emblemática imagen del revolucionario para canjearla por la del general John Pershing y su ejército invasor. Ellos, como los verdaderos protagonistas de la historia oficial y con créditos asegurados en el diseño temático conceptual e iconográfico, construido para perpetuar la dominación y borrar de la memoria colectiva que existió una invasión punitiva que cambió por completo el destino de México, después de que antes, entre 1847-1853, ya había perdido 54 por ciento de su territorio. Incluso los territorios de La Mesilla donde se encuentra Columbus, cedidos por México mediante una oferta que no pudo ser rechazada bajo la firme amenaza de una invasión permanente promovida por sus corporaciones. Hoy, en otro truco espectacular, el pueblo de Columbus, que ha sobrevivido gracias a la mitificación y comercialización de Villa, prepara de nuevo un eufórico y magno montaje con un elenco de mexicanos de los dos lados de la frontera unidos en la fiesta del centenario para seguir ocultando la invasión punitiva y robos o crímenes cometidos en ésta.

Se trata de una celebración con ambientación popular, enmarcada en la 17 edición de la Cabalgata Binacional Villista que coincide con el centenario del asalto a Fort Furlong al mando del general Pablo López, ocurrido el 9 de marzo de 1916. El general villista robó con sus hombres durante dos horas, armas, municiones y caballos a los militares de ese campamento en Nuevo México, mientras otro grupo intentaba asaltar el Banco de Columbus para recuperar dinero congelado a Villa, luego de que EU también le había embargado las armas.

En el asalto a Fort Furlong murieron ocho militares y 10 civiles estadunidenses que fueron enterrados con honores militares en el cementerio local.

En contraste, los mexicanos que murieron en la incursión villista fueron castigados con un despreciable anonimato en los dos países, como sucede hoy con los inmigrantes; fueron quemados junto a sus caballos con el combustible donado por la Standard Oil, de los intocables Rockefeller, otro de los multimillonarios copatrocinadores de la expedición punitiva.

Asimismo, los más de 273 villistas ejecutados por el ejército invasor reportados por el general Pershing durante 11 meses de simular perseguir a Villa han sido condenados al olvido, desprecio deshumanizador y devaluación social por quienes han aceptado y justificado esta invasión que violó impunemente la soberanía nacional. Hasta ahora no se ha tipificado como tal, ni enjuiciado a los patrocinadores de la expedición punitiva, que han sido, incluso, encumbrados como benefactores. Se les han hecho honores y estatuas, como sería el reconocimiento y agradecimiento del gobierno veracruzano al magnate Weetman D. Pearson con el bronce Testigos del futuro. Desarrollista enriquecido por Porfirio Díaz y Victoriano Huerta con concesiones millonarias que saquearon al país, olvidando que fue uno de los promotores del golpe de Estado de Victoriano Huerta en 1913, la invasión de Veracruz de 1914, así como de la expedición punitiva de 1916-1917.

La Cámara de Comercio de Columbus, tras 16 años de ritualizar y promocionar en forma festiva la Cabalgata Binacional Villista entre Chihuahua y Nuevo México con danza, música, coro de niños revolucionarios, puestos de comida y bebidas mexicanas, tiene todo listo para continuar con el guión dirigido a eternizar la amnesia colectiva de una invasión anunciada desde cinco días antes de que sucediera. Esto para sembrar y diseminar imágenes que simulan elevar la figura de Villa como héroe ejemplar, dejando atrás la campaña de linchamiento mediático orquestada entonces por los medios de William Hearst, W. Pearson, el general H. Gray Otis, E.T. Earl, entre otros, para convertirlo en el bandido más perseguido que atentó contra la seguridad nacional de EU, y el único que atacó al país más poderoso en su propia tierra. Cuentan para ello con el apoyo de la Biblioteca Pública, el sistema escolar, los museos, las asociaciones militares y aun grupos de cartógrafos, ingenieros mineros y arqueólogos que han continuado los trabajos realizados en la expedición punitiva.

Enterrada con honores e impunidad

Muchos de los participantes en la fiesta del centenario son niños y jóvenes de Palomas, Chihuahua, que cruzan diariamente a estudiar a Columbus ante la falta de escuelas para ellos, donde reciben una educación que anestesia la conciencia y borra la historia de la dominación entre dos países vecinos. Hoy eufóricos por la coincidente y estratégica visita del papa Francisco a la frontera México-EU, a sólo 60 millas de Ciudad Juárez. Y a unos cuantos días del centenario del Ataque a Columbus, como se le conoce en la historia oficial.

Esta celebración fue diseñada para borrar de la memoria colectiva la expedición punitiva junto con los crímenes, violaciones y robos cometidos contra el pueblo de México por las poderosas corporaciones transcontinentales y delincuentes millonarios de cuello blanco apoyadas por el ejército más poderoso del orbe. Entre ellos, presidentes y vicepresidentes de EU o familiares con intereses en México (Roosevelt, Grant, Garfield, Taft, Hayes). Igual que secretarios de Estado, embajadores, senadores, diputados, militares, jueces, gobernadores y élites adineradas de los dos países que se beneficiaron de la invasión punitiva y de la Revolución Mexicana.

Así, la expedición punitiva que realizó EU contra México entre 1916-1917 ha sido enterrada con honores e impunidad para justificar la invasión y el costo que le tocó pagar al pueblo de México, en una especie de intercambio por festejos organizados, principalmente con cabalgatas de grupos priístas, patrocinados por el gobierno de Chihuahua y presidentes municipales, que vienen a Columbus a recordarnos con un ¡viva Villa! que su traducción al inglés es en realidad ¡viva la invasión punitiva!, ya que ahora la historia oficial glorifica en ambos lados de la frontera a Villa. Supuestamente, por haber atacado a EU el 9 de marzo de 1916. Sin que esto signifique que Villa y su División del Norte con 30 mil de sus revolucionarios invadió EU, como se ha pretendido hacer creer por un siglo. En realidad, unos cuantos de sus hombres asaltaron un fuerte militar de la potencia mundial. Independientemente de que no hay evidencias de que el bandido y enemigo número uno de EU estuvo físicamente en este pequeño poblado de apenas 200 habitantes civiles y 650 militares de Fort Furlong.

Sin embargo, EU magnificó el hecho y enjuició sumariamente a Villa. Lo condenó a muerte sin defensa alguna y puso de inmediato precio a su cabeza en 5 mil dólares, más otros 50 mil ofrecidos por la familia Hearst. Esto porque Villa trató de confiscar las miles de hectáreas que había atesorado con amenazas de utilizar su poder e influencias con el senador Albert Fall para invadir México. Amenazas secundadas por otros padrinos de la expedición punitiva y materializadas de inmediato por EU al ordenar al general John J. Pershing invadir al país vecino, al frente del ejército que preparaba enviar a la Primera Guerra Mundial para salvar a Inglaterra en la última parte de la misma.

La condena fue extendida a los autores materiales del asalto del 9 de marzo de 1916 al frente del general Pablo López, Francisco Beltrán, Juan Pedroza, Candelario Cervantes, Nicolás Fernández, José Pereira, Cruz Chávez, Martín López y sus respectivos subalternos, que sí participaron en el ataque al campamento militar de Fort Furlong en Columbus. Así lo reportó el general Pershing al dar a conocer los nombres de los revolucionarios villistas ejecutados por sus tropas, apresados en México o llevados ilegalmente a Deming, Nuevo México, para ser juzgados en territorio estadunidense, violando con impunidad todos los acuerdos internacionales del caso y ocultando las violaciones cometidas durante 11 meses. Puntualmente cada año las cabalgatas de jinetes mexicanos, que tardan 15 días en llegar para cruzar la frontera de EU, realizan un ritual festivo acompañados con sus reinas de belleza y políticos de municipios de Chihuahua afines al PRI. Se reúnen con grupos políticos del gobierno de Nuevo México y celebran un acto simbólico de unión y paz entre los dos países vecinos con una turbulenta historia de dominación y violencia, pero cobijados con una nueva imagen de un Pancho Villa triunfante que se atrevió a atacar a EU en 1916.

Aparente oscuridad

Sin embargo, esta dramatización oficial, nacida de la promoción estadunidense para tratar de olvidar y perdonar los agravios cometidos por revolucionarios villistas, supuestamente a un pueblo indefenso, se ofrece a cambio de borrar para siempre de la memoria colectiva la expedición punitiva contra México bajo el simulacro de perseguir y castigar a Pancho Villa. Lo que ha permitido olvidar a los padrinos de los cárteles de las armas, petróleo, minerales, metales, ferroviarios y de bienes raíces que actuaron en aparente oscuridad para despojar a México, una vez más, de sus principales recursos estratégicos. Este es un hecho irrefutable de dominación que ha desviado y retrasado la evaluación del gran robo del siglo XX a México cometido por los zares del desarrollo y el expansionismo. Lo que se tradujo en nuevas pérdidas territoriales, aún no cuantificadas. Además de que simultáneamente fueron saqueados, en plena Revolución Mexicana, recursos patrimoniales sustraídos en complicidad con los triunfantes revolucionarios institucionales para destinarlos a la Primera Guerra Mundial. Casasola Museum/Museo Casasola tuvo que abandonar las cuatro paredes de su museo tradicional para seguir las huellas dejadas por los invasores de la expedición punitiva en la historia oficial e intentar documentar todas las evidencias de dominación que cambiaron el destino de México durante los siguientes 100 años de castigo contra el pueblo ­mexicano.

Como resultado inicial de las investigaciones realizadas, Casasola Museum/Museo Casasola presenta el libro Pancho Villa: invasión punitiva/revolución intervenida y el documental educativo Pancho Villa: centenario de la expedición punitiva/invasión punitiva, que servirán de referentes para realizar un juicio sobre lo que verdaderamente representó dicha invasión en el destino de México. Así como para deslindar responsabilidades en el robo de nuevos territorios y bienes patrimoniales de la nación mexicana, cometido por poderosas corporaciones apoyadas por el ejército de EU y los millonarios de los dos países beneficiados por la invasión militar que dejó moribundo a un movimiento que despertó muy tarde la conciencia del revolucionario Pancho Villa, justo cuando él reconoció a los verdaderos enemigos de la nación.

*Museo Casasola. Director de historia gráfica México-EU