Nuestro Náhutl

Cuando el poder de las aguas
nos abandonó

CUAC OTECHMOCAHUILIHTEHUAC ICHICAHUALIZ ATZINTLI

Baruc Martínez Díaz


Trenzas, 2012, Oaxaca. Foto: Nadja Massün

En 1896 comenzaron la obras para la desecación del lago de Chalco impulsadas por el hacendado español Íñigo Noriega, con la aprobación del gobierno de Porfirio Díaz. En pocos meses este antiguo espejo de agua fue desapareciendo y las comunidades ribereñas, que durante siglos habían tejido una cultura y una economía ligadas a lo lacustre, perdieron un espacio sagrado para su reproducción. Doña Narcisa Chávez Hernández, de Tlaltenco, paraje Calyecac, recordaba cómo poco antes de que empezaran a desecar el lago, “las aguas lloraban”.

I

Onmochoquilihticah atzintli.
¿Tlein tlahuelilocayotl topan ohuetz?
Zan cactimani, chachalacacactimani
quemeh cuac amahmaniliztli ye huitz;
itlamian opeuh.
Otlahuelcuehcuepotz Ayotlahcopa,
totlalnantzin onehuitecoc auh hueyac apantli onetlapoloc;
ipanon iatzin atezcatl nehnemita:
¡iyezzo, imatca inemiliz, omohmoyauh
queh ilnamicoca in huehcapatemictli!
Axan ¿campa motlaminazqueh in xohuilin, in axolotl, in atepocatl, in acocilin?
Chinampanecatl ¿canin cahiz atapalacatl inic chinampanchihuaz?
¿Can netoltequiloz inic nechihchihualoz petlatl,
chiquihuitl huan tolnechichiuhtli?
Cecuizcapa ¿campa motapahzoltizqueh tzitzihuah,
atapacatl auh atepon?
¿Canin onmochantilizqueh ahuacahtzitzintih,
ehecatzitzintih huan michcihuatzitzintih?
Tla ahmo oncah atezcatl ¿quenin netlacualoz,
netzotzomatiloz, nemiloz, neyolilhuiloz, nehuentiloz?

Las aguas están llorando.
¿Qué maldición ha caído sobre nosotros?
Sólo hay silencio, silencio ruidoso,
de aquella calma que presagia la tormenta;
ha comenzado el fin.
Por el rumbo de Ayotla se ha oído un gran estruendo,
han herido a nuestra madre tierra y abierto un extenso canal;
por él van circulando las aguas del lago:
¡su sangre, su vida misma, se va diluyendo
como los recuerdos de un sueño profundo!
Ahora ¿en dónde nadarán el juil, el ajolote, el atepocate y el acocil?
El chinampero ¿de dónde sacará el césped para construir las chinampas?
¿En dónde se cortará el tule para fabricar los petates,
los cestos y el tularco?
Durante el invierno ¿en dónde anidarán el golondrino,
el pato tepalcate y el zambullidor?
¿En dónde vivirán los dueños del agua, los aires  y las sirenas?
¿Cómo se comerá, se vestirá, se vivirá, se reflexionará, se ofrendará
si ya no existe el lago?

III

Tlalocampa, canin cemihcac xoxohpeyauhticah huan cempaquilizpa,
axan neyolcocohualo.
Tlaloc: tlalticpaqueh, ahuahqui auh tlapetlanileh moyoltolinihticah;
iyolcocoliz quipahpatla iyolcualancopa huan quitzehtzeloa
ixillan tlaltzintli;
tlalcohcomoni huan tlalolini;
atzintli yencuican onmocuepa in achto iyeyantzinco.
Mahtel ahmo nehuentilo inic nemahcehuiloz;
ahuahqueh, ehecameh auh ehecacohcohuah quipohpolohta inchicahualiz.
Atzintli omocentzinquixtih. 

En el Tlalocan, donde siempre hay verdor y felicidad,
ahora se percibe profunda tristeza.
Tlaloc, señor de la tierra, el agua y el relámpago está sufriendo;
el dolor lo convierte en cólera y agita el vientre de la tierra;
la tierra ruge y se mueve con violencia;
el agua, de nueva cuenta, encuenttra su antiguo cauce.
Pero ya no hay ofrendas con las que alimentarse;
los dueños del agua, los aires y las culebras de agua
van perdiendo su fuerza.
Las aguas se retiran completamente.

Baruc Martínez Díaz, barrio de Ticic, pueblo de Tláhuac, Distrito Federal. Aquí se publican dos estancias; el poema completo aparece en Kosamalotlahtol/Arcoris de la palabra, volumen VII, La Cartonera, Cuernavaca, 2015.