Nuestro Náhutl

La enseñanza de una lengua viva


Seducción, 2010, Playa Cangrejo, Oaxaca. Foto: Nadja Massün

Martín Tonalmeyotl

Enseñar, rehacer, deshacer, formar, unir y escribir una lengua originaria es una tarea de largo alcance. En un primer plano se necesita un conocimiento básico de la gramática de la lengua a enseñar. En un segundo momento se tiene que partir desde cero e incluso sistematizar un alfabeto con el cual trabajar. Hasta hoy no existe un solo alfabeto contemporáneo sistematizado o normalizado por alguna academia, institución o por lo propios escritores o enseñantes del náhuatl, que sigue siendo la lengua mexicana más hablada y estudiada.

El náhuatl es una lengua aglutinante distribuida en gran parte de la República, en estados y regiones muy distantes entre sí. En algunas zonas se han hecho grandes esfuerzos por escribir y documentar la cultura: danzas, música, pensamiento filosófico, formas de organización, recetas de comida, actos rituales. Estos trabajos se llevan a cabo desde la escritura y la lengua náhuatl. Quienes han tomado la pluma son los primeros en darse cuenta que para escribir una lengua no tan familiarizada ni leída se necesita estructurar y sistematizar un alfabeto que sea entendido por uno mismo, pero también para ser recibido por los posibles lectores. Los que han reproducido la escritura, escritores curiosos, lingüistas, académicos, poetas, narradores y demás personas interesadas en salvaguardar el idioma desde la propia lengua, conocen la dificultad. Saben cuándo una lengua se puede enseñar de manera fácil y práctica, o se resiste a la hora de sacarlo a la calle para gente nueva con la intención de aprenderlo.

En la era actual, son pocas las ciudades o pueblos urbanos donde este idioma se hable de manera cotidiana, pues los nahuas urbanos frecuentan reducidos espacios donde usan su lengua nativa para comunicarse, y ello dificulta identificar y escuchar de viva voz a la gente hablándolo. Por el contrario, en las comunidades pequeñas en la Montaña de Guerrero, Sierra Norte de Puebla, Huasteca hidalguense y veracruzana, comunidades de Tlaxcala y San Luis Potosí, entre otras zonas geográficas, la lengua fluye de manera cotidiana, sin que el español intervenga o tenga cabida en las reuniones o espacios de importancia para las comunidades. Decir esto no significa un menosprecio a los hermanos nahuas radicados en las urbes. Ellos existen ahí y han existido siempre, aunque por mala fortuna en las ciudades no son quienes controlan los centros comerciales, mercados, barrios y colonias, centros culturales, sino que son personas, muy trabajadoras, que se dedican a vender artesanías de barro, tejen la ropa tradicional, venden frutas en las calles, son albañiles, vendedores de plástico, de especias, trabajadoras domesticas en casas particulares, y otros oficios.

La escritura contemporánea náhuatl se practica en múltiples variedades, con grafías que contrastan, como j y h, ts o tz, k o qu, c, z, s, u y w. El esfuerzo más grande que he observado en la escritura es el de los libros de texto gratuito del estado de Guerrero, donde el náhuatl contemporáneo ha podido llegar a los niños nahuahablantes, y como puente de llegada tienen a las escuelas bilingües primarias con sus respectivos maestros quienes son hablantes nativos. Éste es el náhuatl contemporáneo más sistematizado según mi experiencia, pero además de sistematizado tiene un enfoque de escritura práctica, ya que reduce muchas normas reglamentarias del náhuatl clásico, que hasta ahora es el único que cuenta con una norma gramatical bien definida; sin embargo, no resulta favorable para su enseñanza práctica según los expertos, quienes están frente a un grupo de niños o jóvenes que comienzan a escribir el idioma.

La escritura contemporánea, la
no normalizada, identifica a los
escritores jóvenes; jóvenes en el
sentido de que proponen nuevas
formas de abordar las temáticas
del presente. Muchos sólo
sistematizan su propia escritura,
y de ahí escriben sin cuestionar a
los demás ni cuestionarse, porque
el interés primario es compartir
la palabra y que los otros la
escuchen, la aprendan y la lleguen
a escribir.

Los esfuerzos de escritura práctica se siguen construyendo. Cada quien desde su trinchera propone una o varias formas de escribir en náhuatl; algunos manejan la escritura contemporánea hasta con un toque identitario, y han abandonado la escritura del náhuatl clásico.

En mi caso particular, a la hora de escribir pienso en la gente que me va a leer ahora, pero también en los niños, los futuros hacedores de la lengua náhuatl. Ellos serán la palabra viva si se les enseña desde los primeros años, independientemente del lugar donde habiten. Cada esfuerzo es de suma importancia y un aporte más a la comunidad lingüística, la académica o científica, la etnográfica y, por qué no, al registro escrito de nuestros pueblos. Es en la lengua propia donde se manifiesta gran parte de nuestra cultura, nuestro modo de ser, nuestra forma de pensar, la vida cotidiana, el amor a la tierra, el amor al agua, a nuestro maíz y a la naturaleza, nuestra mirada crítica hacia la política.  

La escritura contemporánea, la no normalizada, identifica a los escritores jóvenes; jóvenes en el sentido de que proponen nuevas formas de abordar las temáticas del presente. Muchos sólo sistematizan su propia escritura, y de ahí escriben sin cuestionar a los demás ni cuestionarse, porque el interés primario es compartir la palabra y que los otros la escuchen, la aprendan y la lleguen a escribir. 

Tan sólo en Guerrero hay al menos tres tipo de escrituras empleadas para difundir en su lengua la cultura de los pueblos nahuas. Instituciones como INEA, SEP, Conafe, y personas que escriben la lengua, emplean un alfabeto algo distinto al corriente. Es muy claro en la variante del río Balsas, donde se escribe con w, z, tz e incluso algunos signos ortográficos.  

En cuanto a su enseñanza, de acuerdo a lo discutido con el profesor y lingüística totonaca Faustino Montes Castañeda, se necesitan tres tipos de estrategias, o más, porque existen tres tipos de aprendices de una lengua: aquellos que la desconocen y quiere aprender a escribirla y hablarla; aquellos que entienden la lengua en casi todo su contexto pero nunca la han hablado ni escrito, y aquellos que saben hablar y leer, tal vez no a la perfección, pero las dos cosas.

En mi experiencia como profesor de náhuatl de la Universidad Intercultural del Estado de Puebla, hacer un diseño único para los tres tipos de hablantes no funciona para el aprendiz primario, ni el secundario, ni para el hablante a quien sólo le falta perfeccionar la escritura y la lectura.  Este hecho me abrió los ojos para explorar en otras lenguas mexicanas; me di cuenta que todas padecen ésta dificultad y la falta de material para la enseñanza. Los materiales educativos y de lectura no sólo hacen falta en náhuatl, sino en la mayoría de las lenguas mexicanas, sudamericanas u otras. La falta de estrategias de enseñanza es también reflejo de la literatura escrita acerca de cada una de estas lenguas originarias. Mientras exista más literatura escrita, existe también la posibilidad de explorar más aún nuestra propia cultura; de lo contrario, uno tiene que crear las bases y las normas de su escritura, así como de su enseñanza.

La escritura en náhuatl se debe sistematizar; mejor dicho, normalizar su escritura con un enfoque práctico, tanto para los nuevos aprendices como para los niños, quienes serán portadores de la lengua en los años posteriores. Volver a la escritura del náhuatl clásico, como proponen algunos estudiosos y lingüistas especializados en el idioma, es como dejar a un lado la identidad actual de la literatura náhuatl.