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Pánico en Bruselas

Molenbeek, marginación que gestó la tragedia

Fiasco de los sistemas europeos de inteligencia
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Elementos de protección civil caminan frente al área dañada en el aeropuerto de ZaventemFoto Afp
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 24 de marzo de 2016, p. 3

Bruselas.

Casi nadie fuera de Molenbeek va allí a menos que tenga que hacerlo, y menos que nadie los miembros de la clase política belga, algunos de los cuales se sienten avergonzados de que un vecindario tan pobre, lleno de inmigrantes, sea parte de la capital de la nación.

El distrito oeste de Bruselas que ha engendrado a los atacantes suicidas del martes y a muchos de los agresores de París está marginado, con viviendas de interés social que albergan a muchos jóvenes desempleados, a menudo hijos de inmigrantes norafricanos, sobre todo marroquíes.

Ese olvido parece haber permitido a Salah Abdeslam, miembro de la célula terrorista que dio muerte a 130 personas en París, esconderse allí durante meses. Su arresto, la semana pasada, fue casi de seguro el catalizador del golpe del martes. Sus huellas digitales fueron encontradas en un departamento rentado por Khalid el Bakraoui, quien, pese a estar en la lista de terroristas de Interpol, logró evadir la captura el tiempo suficiente para ejecutar sus planes de muerte. Continúa la cacería humana de Najim Laachraoui, otro fugitivo cuyo ADN estaba en cinturones explosivos hallados en los sitios de los ataques de París, y que probablemente fue el tercer hombre involucrado en el bombazo suicida del aeropuerto, el martes pasado.

El problema que se ha revelado en Molenbeek ha conducido a tensiones entre Bélgica y Francia, que no fue alertada de la amenaza al otro lado de la frontera, y llevó a Gran Bretaña a ofrecer investigación experta. Si no se trabaja duro para hacer una sociedad tan integrada como sea posible, se vuelve más fácil que estos grupos se oculten a la vista de todos, señaló Kevin Hurley, ex jefe de contraterrorismo en la policía de la ciudad de Londres.

La culpa se atribuye a una crónica subinversión y disfunción en el aparato belga de seguridad. Bruselas no sólo es la capital de la nación, sino también alberga instituciones de la Unión Europea, la OTAN y otros organismos internacionales. Sin embargo, el servicio de seguridad del Estado tiene apenas 600 elementos. El ex director de la agencia de inteligencia de Bélgica señaló que faltaban por lo menos 100 oficiales.

El gobierno respondió a esta carencia apenas en enero del año pasado, después de los ataques a la revista Charlie Hebdo en París, cuando los servicios de seguridad desarticularon un complot terrorista con una incursión en la ciudad de Verviers, en el oeste.

En parte se debió a la austeridad, comentó Rik Coolsaet, experto en terrorismo en la Universidad de Gante. También se debió a la distancia entre los mundos de la política y la inteligencia: la gente de inteligencia no tiene amigos entre los políticos, y éstos no aprecian la necesidad de mantenerse al tanto de nuevos sucesos, como los combatientes extranjeros.

Fue en esta veta donde se extendieron los grupos terroristas. Salah Abdeslam, el presunto atacante de París capturado el viernes pasado, y su hermano Brahim, quien murió en el Estadio de Francia, estaban en una lista de vigilancia, pero los servicios de seguridad no tuvieron capacidad de seguimiento. Bélgica no pudo ubicar a los conjurados de París en Molenbeek o de proporcionar información a Francia sobre radicales conocidos.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan afirmó este miércoles que uno de los atacantes de Bruselas había sido capturado en Turquía en junio, pero Bélgica no prestó atención a la advertencia de que era un combatiente extranjero.

Políticos y medios franceses han expresado críticas a Bélgica en particular desde los ataques de noviembre en París. Estas fallas también apuntan a un mal extendido en toda Europa, con implicaciones para Gran Bretaña, donde la experiencia en inteligencia podría verse minada por las fallas en otras partes. Europol, la agencia europea de policía, señaló en enero que los ataques de París mostraron que el intercambio de información… necesita mejorar.

Assaf Moghadam, profesor del Instituto de Contraterrorismo, con sede en Israel, expresó: Mientras la gente puede viajar con libertad entre fronteras, existe poca coordinación entre los servicios europeos de inteligencia.

Bélgica ha visto la mayor proporción per cápita de combatientes yihadistas que parten hacia Siria e Irak entre la población de cualquier país europeo, con más de 450 que viajan para combatir. También se presenta una extensa disfunción en el país, con estructuras estatales complejas y superpuestas: tres gobiernos y parlamentos regionales, más otros tres parlamentos nacionales, uno por cada grupo lingüístico, incluyendo el alemán. Bruselas misma tiene seis fuerzas policiacas distritales separadas, así como una policía federal. La tensión inherente entre las mitades de hablantes de belga y de francés puede paralizar los negocios. Muchos problemas se remontan a Molenbeek, donde viven unas 90 mil personas. Es un barrio pobre y mal integrado, en el que muchos jóvenes marginados son fácilmente atraídos por bandas criminales. Los yihadistas capitalizan las inseguridades locales, prometiendo a los jóvenes que pueden redimirse como héroes combatiendo a los infieles en Siria. Y el inefectivo Estado belga parece tan impotente como ignorante de lo que ocurre a corta distancia del corazón del gobierno.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya