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Evangelios según David Toscana
E

l nuevo libro de David Toscana se titula Evangelia y desde mi punto de vista no hay que centrar demasiado la atención en el hecho de que el Mesías haya cambiado de sexo, cosa que no ocurre en las narraciones contemporáneas de Norman Mailer o de José Saramago.

El cambio pareciera estar referido a la concepción misma del Mesías, de modo que si bien el angelus, pronunciado se mantiene como alocución correcta porque alude a la esclava del Señor, pero no al sexo de la criatura que ella concibió por obra del Espíritu Santo. Según la narración de Toscana, tan versada en textos bíblicos y evangélicos como la famosísima Biblia de King James, el Espíritu, responsable del engendramiento de Emmanuel, que así se llama la principal protagonista de estos nuevos evangelios y lo que procuran es reivindicar la salvación a través de una mujer, como compensación al hecho ineludible de que fue Eva quien arrancó a la humanidad del Pa-raíso, si bien con el consentimiento de Adán, a quien ella engañó, debido a que como resulta archisabido, fue engañada por la serpiente, reptil que en otras culturas hasta tiene templos. El Erecteion de Atenas desde su origen le está dedicado. Erecteo que es medio reptil, logró erguirse en dos pies, cuestión básica.

El libro empieza con los Reyes Magos, que andan siguiendo a la estrella, indicativa del lugar de nacimiento de la criatrura divina en tierras de Judea. María, dada en matrimono a José, que después resultará ser un leproso conducido siempre por la buena voluntad y benevolencia del arcángel Rafael. Él es un arcángel que suele caer en frecuentes estados de ebriedad, pero que a su vez resulta ser quien resguarda para la historia los restos de la criatura divina una vez crucificada y perforada con la lanza del centurión y enterrada en el sepulcro nuevo. Ella tiene por nombre Emmanuel. María y José dieron a luz posteriormente a un varón, que es nada menos que Jesús (no Jesucristo), ella es la Crista (ungida) responsable de los hechos aunque ese misterio se desanuda en el desenlace que no voy a dar a conocer ahora para no vender trama.

Sólo diré que ella es considerada hija del Dios altísimo y que su hermano, Jacobo de Galilea, fue conocido como Jesús de Nazaret a partir de haber recibido las aguas bautismales de Juan el Bautista, quien proclama la buena nueva sin especificar si la salvación se procurará a partir de varón o de fémina. Cuando Emmanuel intenta ejercer su acción contra los mercaderes del templo, ella dice: En verdad permitían llegar a las inmediaciones del altar a extranjeros, bueyes, ovejas y eunucos, pero habían cerrado el paso a Sara, Esther o Rut y ni se diga a María, madre de Dios o a Emmanuel, hija del mismo Dios.

Estas rectificaciones en verdad ocurren sólo de cuando en vez, la narración es agilísima y arranca sonrisas porque su humor resultado en parte de la oportunidad con la que están insertados los textos, que no son todos bíblicos o evangélicos, pues también hay otros, como aquel que reza: Quien la vio no la pudo jamás olvidar (pues era llena de gracia como el Ave María, su sonrisa y su andar encantaban.)

Si sólo fuera el cambio de sexo del Mesías el meollo de esta obra, quizá no se leerían con fruición las 332 páginas que depara la edición de Alfaguara, muy propia para leer en estos días pascuales y ya dada a conocer en una entrevista publicada en esta sección.

Esta nueva visión evangélica es, cierto, muy desfasada en tiempo, si bien las que conocemos acusan también un desfase, pero no de varios siglos; lo principal es que hay descripciones que hielan la sangre, como el episodio de la Resurrección de Lázaro que tiene lugar en Betania. Ese pasaje provoca una impresión aterradora, pero no por tratarse de un milagro (mismo que está implícito), sino por las secuelas casi inmediatas que produjo.

Otro episodio extraordinario está referido por uno de los hablantes –casi siempre el narrador favorito es Rafael– acerca de la construcción del Arca de Noé y sobre todo lo que hubo de suceder para ingresar a las especies en ella. Vale la pena reflexionar en esa historia que tiene repercusiones en otras culturas incluida la de nuestros ancestros (hasta el juego de pelota se menciona). ¿Qué sucedió con los animales marinos?, ballenas, tiburones, delfines et al. Eso es cosa que no ha quedado especificada en Génesis 7. Entre las historias aquí narradas, ésta es de las más afortunadas, pero hay otra que exalta la labor de carpintero de José (a quien le quedó encomendada la descrucifixión), episodio que resulta muy instructivo incluso desde el ángulo anatómico y no se diga el subsecuente episodio de la Ascención (no confundir con Asunción), que tiene carácer científico.

Hay calificaciones contundentes. Así: Poncio Pilato no tenía idea de que (los hechos ) no pasarían a la historia como ubicados en el periodo en que Tiberio fue emperador romano, ni tampoco como el año setecientos y tantos desde la fundación de Roma, sino como los tiempos de Poncio Pilato, personaje oscuro cuyo nombre sería repetido durante siglos y siglos cada vez que miles de millones de personas expresan lo más sagrado y certero de sus creencias.

Evangelia, de David Toscana, es un libro provocativo, crítico, lingüístico, pero además muy divertido. Tiene un lema general: la verdad depende de lo que se diga sobre los hechos ya fuere que se pronosticaran como profecías o reseñados después. La escritura (aunque no sea la verdad) es la que entrega la historia.