Opinión
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México SA

Cae gasto social, crece deuda

Compromisos incumplidos

Insoportable temporalidad

D

os compromisos –por llamarles así– del gobierno federal para 2016: no endeudar más a los mexicanos y no afectar el gasto social a la hora de recortar el presupuesto. ¿Qué sucedió en el primer bimestre del año? Lo acostumbrado: aumentó la deuda (4.2 por ciento) y redujo el gasto social (16.5 por ciento, sólo en Sedesol). Y así, entre compromisos de saliva y contundentes realidades, quienes aseguraban saber gobernar mantienen en el hoyo al país y a sus habitantes.

En apenas un par de meses, los dos primeros del presente año, la deuda del sector público federal se incrementó en más de 342 mil 357.5 millones de pesos (a razón diaria de 5 mil 706 millones, incluidos sábados, domingos y días festivos, o si se prefiere casi 4 millones por minuto), con lo que en este renglón el comprometido gobierno federal se ha caracterizado por romper récord un día sí y el siguiente también. En billetes verdes los adeudos suman cerca de 470 mil millones.

Por si fuera poco, el costo financiero de la deuda (interna y externa) se incrementó 9.4 por ciento en el bimestre referido, es decir, cada día que transcurre se pagan más intereses y gastos asociados al débito público. Y de cereza, ayer la agencia Moody’s degradó la calificación crediticia de México (de estable a negativo) ante el “desempeño económico débil y la posibilidad de nuevas obligaciones (más deuda) por un posible apoyo del gobierno a Petróleos Mexicanos… Una combinación de la caída internacional de los precios del petróleo y un crecimiento más lento al esperado han afectado la perspectiva económica del país”.

Con esa información a la mano, la propia Secretaría de Hacienda (de la que provienen todas las cifras mencionadas) detalla que los requerimientos financieros del sector público (el concepto más amplio de la deuda pública mexicana) cerró febrero pasado en cerca de 9 billones de pesos, un saldo 50 por ciento mayor (3 billones más) al recibido –en diciembre de 2012– por el actual inquilino de Los Pinos.

De hecho, en lo que va del siglo XXI el saldo de los requerimientos financieros del sector público se multiplicó por cuatro, al pasar de poco más de 2 billones de pesos, cuando se instaló la parejita presidencial en Los Pinos, a casi 9 billones al cierre de febrero pasado. Y de representar el 30.5 por ciento del producto interno bruto en diciembre de 2000, ahora peligrosamente se aproxima a 50 por ciento.

Lo mejor del caso –recuérdense las sabias palabras de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray– es que el compromiso gubernamental fue no endeudar más al país y, obvio es, a los famélicos mexicanos, que son los que pagan (quiéranlo o no). Pero, como se menciona, la historia no queda allí, porque el otro compromiso fue que el recorte presupuestal no afectaría el gasto social.

Pero, como siempre, la realidad rebasó por mucho al discurso, y en el más reciente informe de la Secretaría de Hacienda sobre la deuda y las finanzas públicas, correspondiente al primer bimestre de 2016, lo primero que salta a la vista es que el gasto social se redujo significativamente y el relativo al aparato de seguridad del Estado fue para arriba.

En el primero de los casos la dependencia a cargo del ministro del (d) año detalla que el gasto de la Secretaría de Desarrollo Social se desplomó 16.5 por ciento (equivalente a 4 mil millones de pesos) en el periodo de referencia. A esa caída se suman las registradas en el gasto de las secretarías de Salud (13 por ciento) y Educación Pública (3.2 por ciento). Seis mil millones menos en estas tres dependencias del Ejecutivo. El IMSS redujo su gasto (4.8 por ciento) y en menor medida (0.1 por ciento) el Issste.

Lo anterior sucedió a pesar de que (siempre de acuerdo con la Secretaría de Hacienda) en el primer bimestre de 2015 el ingreso presupuestario del sector público se incrementó en cerca de 30 mil millones de pesos respecto del mismo periodo de 2015. Más dinero, pero menor gasto social.

En cambio, el gasto de la Presidencia de la República se incrementó 13.5 por ciento; 15.3 el de la Secretaría de la Defensa Nacional; 12.2 el de Marina y 12.5 por ciento el de la Procuraduría General de la República. En este sector la única que redujo el gasto fue la Secretaría de Gobernación (23 por ciento). Por cierto, el Poder Judicial, como siempre, se sirvió con la cuchara más grande, pues su gasto creció 74 por ciento en el primer bimestre de 2016, mientras el de Pemex se desplomó 40.3 por ciento y el de la Comisión Federal de Electricidad 9.6 por ciento.

Entre los compromisos gubernamentales también se cuenta el de reducir el gasto en servicios personales, es decir, en nómina burocrática. Pero, ¡sorpresa!, en el primer bimestre de 2016 este renglón registró un aumento de 1.8 por ciento, proporción equivalente a un aumento de 8 mil millones de pesos. Y ahora que todo el mundo dice estar preocupado por el tema ecológico, el gasto de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se desplomó 39 por ciento.

En fin, habrá que darle seguimiento a los citados compromisos de Peña Nieto y Videgaray para constatar cómo cae el gasto social y se incrementa la deuda pública. Total, no son ellos los que pagan las consecuencias.

Las rebanadas del pastel

La Comisión Ambiental de la Megalópolis asegura que será temporal (oficialmente serán tres meses, a partir del 5 de abril y hasta el 30 de junio) la decisión emergente de incluir en el programa Hoy no circula a todos los vehículos, sin importar el tipo de holograma. Bien, pero sólo para mantenerlo en la memoria: en abril de 1995 fue temporal la decisión de aumentar de 10 a 15 por ciento (hoy está en 16 por ciento) la tasa del impuesto al valor agregado; temporal fue la obligación fiscal de pagar tenencia vehicular, con el fin de financiar los juegos olímpicos en México (va para medio siglo); temporal ha sido la volatilidad del tipo de cambio peso-dólar, y en las últimas cuatro décadas el precio del billete verde se incrementó más de 140 mil por ciento. Y como éstas, infinidad de medidas temporales del gobierno (sea éste federal, estatal o municipal) que llegan para institucionalizarse sin resultado positivo alguno para los sempiternos pagadores de los errores, excesos y corruptelas de quienes los dicen representar. Una más, pues… Y como ahora decidieron democratizar los hologramas (todos dejan de circular), entonces no hay por qué pagar la verificación. A ver cómo le hacen.

Twitter: @cafevega