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Editora: Laura Angulo
Número Especial abril mayo 2016 No 205

Agenciamiento de desarrollo para
la conservación de biodiversidad

Isaí González Valadez
Red GTD (Red para la Gestión Territorial de Desarrollo Rural Sustentable)
Correo-e: [email protected]


Foto: Yaxkin Restrepo

Pensar la relación entre el desarrollo económico y social de las comunidades, y el cuidado del medio ambiente ha sido un reto importante en los últimos años. Si bien, en opinión de algunos autores el tema de la sustentabilidad constituye un límite a los esfuerzos por desarrollar un territorio, también es posible encontrar otras voces que, en la complementariedad, encuentran opciones viables para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de distintas regiones con un estricto apego al respeto de la naturaleza.

Compartiendo esta segunda línea interpretativa, en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México se lleva a cabo en los últimos años un proyecto multidisciplinario que recupera diversas demandas de corte ambiental y las incorpora en un nuevo planteamiento de ejecución de actividades ligadas al bienestar social. El resultado de este esfuerzo ha sido la creación de un concepto: el “agenciamiento de desarrollo”.

Auspiciados por fondos de la propia UNAM y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el grupo de investigación que ha trabajado en este proyecto partió de la idea de que aun cuando asuntos como el desarrollo, el combate a la pobreza, la marginación y la vulnerabilidad territorial han sido pensados por diversas disciplinas, existe una suerte de malestar e inconformidad por los magros logros obtenidos.

A decir de este grupo, una posible razón por la cual esto ha sido así es porque el desarrollo ha sido pensado en estrecha relación al concepto de progreso, y a partir de prácticas discursivas homogéneas y centralizadas. Por esta razón, para generar el concepto de agenciamiento de desarrollo ha sido necesario buscar otros lugares desde los cuales puedan surgir ideas y prácticas excéntricas, centrífugas, heterogéneas que nos permitan reconfigurar el espacio teórico y contextualizar de mejor manera la relación entre el desarrollo y las actividades que lo constituyen. Uno de estos lugares sin duda se encuentra en las reflexiones que sobre el desarrollo realiza el geógrafo colombiano Arturo Escobar.

Para Escobar, el desarrollo debe partir de cuatro consideraciones básicas: a) formular discursos y representaciones distintas a las construidas a partir de la visión tradicional del desarrollo, b) cambiar las prácticas de saberes y haceres propios de la “economía política de la verdad” dominante, c) multiplicar centros y agentes de producción de conocimiento, visibilizando las formas de conocimiento producidas por los agentes “beneficiarios” y d) enfocarse en las acciones, expectativas, motivaciones, propuestas, resiliencias y demás actividades que la gente efectúa con relación al desarrollo.

Con esta idea de desarrollo de trasfondo es posible definir el agenciamiento de desarrollo. Por este concepto se entenderá el potencial de articulación que opera encuentros y territorializa procesos de intervención. Por medio de su actuación distribuye y conecta multiescalarmente (micro, meso, macro, regional; pero también con todo el espectro de actores político-económico-institucionales: los tres órdenes de gobierno, sociedad civil, ONG, etc.) diversos elementos que producen rutas, funcionamientos y expresiones, en relación con el desarrollo.


Foto: Yaxkin Restrepo

Se afirma que el agenciamiento de desarrollo constituye un potencial de articulación pues no es un proceso, una atribución o una capacidad, sino una condición para que se genere el desarrollo. Para que esto sea así, debe operar encuentros y territorializar procesos de intervención. Es decir, debe partir de relaciones y series de relaciones reales, posibles o virtuales, que produzcan acciones concretas sobre territorios determinados. Ello implica necesariamente un enfoque regional/territorial.

Estas series deberán a su vez distribuir y conectar multiescalarmente (micro/meso/macro regional; público/privado; gubernamental/no gubernamental, etc.) los diversos esfuerzos que se encuentran en la constitución de una acción de desarrollo, generando con esto vínculos institucionales a partir de instancias tales como la participación, la gestión, etcétera.

El agenciamiento opera la territorialización a través de cualidades particulares. Es decir, la formación de rutas, relaciones, expresiones y acciones que determinan un funcionamiento específico para el territorio y su relación con otros territorios. Existen dos procesos necesariamente asociados al territorio y, por lo tanto, al agenciamiento de desarrollo: la desterritorialización y la reterritorialización. El primero consiste en apartarse (basados en una caracterización crítica) de los funcionamientos determinados por el territorio a través de la ruptura con cualquiera de sus elementos. Por su parte, el segundo consiste en el establecimiento de nuevas formas de estos elementos, es decir, en el trazado de otro territorio.

Un agenciamiento se da cuando se efectúa el movimiento en un estado de cosas determinado y se expresa en un régimen de percepción colectiva espacio-temporalmente determinable. Es de desarrollo, cuando sus componentes se encuentran involucrados en un proceso de intervención que detona multivectorialmente rutas, funcionamientos y expresiones que abren nuevas formas de vida posibles.

Retomando las aportaciones de Gilles Deleuze y Félix Guattari al tema de la construcción de conceptos, es posible establecer que cualquier intento de realizar un esfuerzo conceptual puede definirse a partir de tres áreas: sus rasgos dinámicos, su endoconsistencia y su exoconsistencia.

En este caso, los rasgos dinámicos tienen que ver con la definición antes mencionada. El agenciamiento de desarrollo potencializa, articula, opera, territorializa, distribuye, conecta y pone en funcionamiento multiplicidad de elementos. Su tarea fundamental es modificar el régimen de percepción y mostrar de cierta forma un “estado de cosas” de modo que pueda ser intervenido en términos de desarrollo.


Foto: Yaxkin Restrepo

En lo relativo a su endoconsistencia, los rasgos específicos de este concepto tienen que ver con tres áreas: la participación, la gestión y la territorialización. Por participación se entenderán todas aquellas actividades de las cuales los actores han formado parte. Si bien el término es multívoco y ha sido utilizado en una gran variedad de disciplinas y contextos, para efectos de este planteamiento nos circunscribiremos a un ámbito top-bottom; es decir, se recuperará este concepto para dar cuenta de un encuentro vinculante entre instituciones consolidadas y la distribución de sus esfuerzos hacia agentes concretos.

Por su parte, se entenderá por gestión aquel grupo de actividades que los agentes han formado; es decir, el conjunto de iniciativas que han realizado con la finalidad de modificar un estado determinado de cosas. Esta figura se presenta, a diferencia de la participación, como un movimiento bottom-top, al recuperar las motivaciones y los intereses públicos y su intención de vincularse con instituciones de todo tipo. Finalmente, se entenderá por territorialización la forma en la que se construye el territorio.

Las relaciones sociales, los encuentros, los procesos de intervención y las conexiones multiescalares, todos estos fenómenos pueden ser considerados como elementos constitutivos de la territorialidad.

Este concepto triádico en su endoconsistencia no se mueve en un espacio vacío, cerrado y totalizado por y en sí mismo. Por el contrario, teje sus líneas de fuga con otros conceptos proveyendo con esto su exoconsistencia. Si bien un concepto de esta naturaleza puede dialogar con diversas áreas disciplinares, se han seleccionado algunas de ellas con el objetivo de hacer de esta posible relación un esfuerzo más plausible.

Un primer grupo de exoconceptos es posible encontrarlo en campos relativos a la ejecución de algunas actividades propias de los agentes. En este caso, procesos tales como el empoderamiento, la apropiación, la integración, la institucionalidad y la resiliencia forman parte de esta red interconceptual.

Un segundo grupo de exoconceptos tienen que ver con variables del tipo medioambiental. Si se hace patente el hecho de que la sustentabilidad y el cuidado de los ecosistemas son un referente infranqueable en la actualidad, es necesario considerar este discurso como un elemento crucial para el agenciamiento de desarrollo, tanto en términos teóricos como prácticos. El último grupo de conceptos limítrofes se encuentra en el denominado “enfoque de capitales”.

Atendiendo a los requerimientos del segundo grupo de exoconceptos, es posible afirmar que el agenciamiento de desarrollo tiene importantes vínculos con el tema de la conservación de la biodiversidad y la protección del medio ambiente. Por biodiversidad se entenderá “el total de la diversidad y variación de los seres vivos y de los sistemas de los cuales forman parte, lo cual abarca la variación de los sistemas y de los organismos y la variación entre ellos, en niveles que van desde las biorregiones a los hábitats particulares, en cualquier rango de organización, incluidos los rangos por debajo de especie” (PNUMA).

Para poder vincular de manera eficiente el agenciamiento de desarrollo y las variables medioambientales es necesario entender que los medios físicos no constituyen un stock interminable de bienes para ser consumidos por el ser humano. Por el contrario, atendiendo a la idea de “ecosofía”, planteada por Félix Guattari, es posible afirmar que los elementos que conforman el concepto de agenciamiento de desarrollo pugnan por el establecimiento de un equilibrio ecológico que descentre al ser humano del “orden de la vida”, y lo coloque como un agente que, aunque importante, no posee el derecho de destruir su entorno.

El agenciamiento de desarrollo igualmente cuenta con un instrumento de carácter cuantitativo denominado índice de agenciamiento de desarrollo. Para elaborar este instrumento se ha considerado un marco metodológico que identifica potenciales en una determinada región.


Foto: Yaxkin Restrepo

Identificar potenciales constituye un giro sobre las metodologías tradicionales, pues no considera a los territorios como espacios cerrados o históricamente determinados, sino que dirige su atención a las posibilidades de desarrollo con las que cuenta una región. Los potenciales que integran el índice son: mediambiental, material, productivo, financiero, humano y social.

El potencial medioambiental es quizá el más relevante para explicar la relación entre el agenciamiento de desarrollo y el cuidado de la biodiversidad. Por este potencial entendemos las características del medio físico natural, los ecosistemas de territorio. Se enfoca en analizar los medios con que las regiones cuentan para el desarrollo de sus actividades tanto productivas como sociales.

Para ello se considera el tipo de utilización que tienen a partir de tres elementos, la capacidad con que cuentan para permitir el establecimiento de ciertos usos; su aptitud y, finalmente, el estado que guardan como posibles factores de riesgo.

Con estas herramientas el grupo de investigación antes señalado estudia ya la región centro y sur-sureste de México, con resultados exitosos.

El enfoque del agenciamiento de desarrollo, en síntesis, intenta no solo incentivar el desarrollo de una región a partir de prácticas heterogéneas, sino hacerlo dialogando con los gestores ambientales, propugnando por un uso racional y sustentable de los recursos naturales.

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