Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Director: Iván Restrepo
Editora: Laura Angulo
Número Especial abril mayo 2016 No 205

Creación de biomasa en arrecifes artificiales


Foto: Yaxkin Restrepo

Tomas Hes
MyElen
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La evolución de la economía humana ha pasado de un largo periodo en el cual el capital hecho por el hombre representaba el factor limitante en el desarrollo económico a un nuevo espacio de tiempo, donde el capital natural disponible se convierte en el factor limitante. Ni Malthus con sus límites de recursos absolutos, ni Smith con su enfoque a la división de trabajo, ni Ricardo y su utilidad marginal decreciente, ni Marx basando su predicción en el proceso de lucha de clases sociales, mencionan la reducción de diversidad de nuestro mundo. Y dentro del tema de biodiversidad como acervo de capital natural en descenso, como un peligro inminente.

La visión del sistema económico actual se caracteriza por la propiedad privada de los recursos naturales y la propiedad pública de los efectos negativos del consumo de dichos recursos. Y con derechos de propiedad de actores de mercado mal diseñado. Esa visión se basa en la suposición equivocada de que los precios del mercado reflejan el valor de los bienes. Y que los consumidores entienden la naturaleza compleja de los ecosistemas.
Al mismo tiempo, surgen nuevas ideas sobre el funcionamiento de nuestro sistema de vida. Entre otras cosas, señalan que la economía se comporta como un sistema biológico. Nuevas ramas de la economía perciben la visión de la naturaleza de la economía como ecosistémica.

Desde el punto de vista económico, vale la pena estudiar entonces los ecosistemas, y sobre todo a los que por su complejidad requieren ser sujetos de experimentación, y medir el resultado de los mismos. La experiencia adquirida en este proceso puede transferirse a la ciencia económica y desde ésta a las políticas públicas.
El ecosistema más rico en biodiversidad de especies por unidad de área y más diverso incluso que los bosques tropicales son los arrecifes de coral. La salud y la resistencia de ellos están en declive debido a la sobrepesca, la contaminación, las enfermedades y el cambio climático. Para enfrentar este problema surgen proyectos para crear arrecifes artificiales que sustituyen a los exoesqueletos de placa basal (producidos por el epitelio de animales coloniales pertenecientes al filo Cnidaria, clase Anthoz) por estructuras de concreto o cualquier material firme.


Foto: Yaxkin Restrepo

Los arrecifes artificiales pueden proporcionar una base firme para el refugio de organismos marinos y permitir que puedan resistir fuertes corrientes oceánicas, proporcionando patrones de flujo de agua tranquilas, de tal forma que se conviertan en áreas de descanso para los peces. Se crea así la oportunidad de crear cadenas alimentarias. Base firme, refugios y cambios de corrientes marinas son las más importantes contribuciones de los arrecifes artificiales. Crean vida en medio del desierto submarino.

Los estudios hechos en las décadas recientes confirman que el aumento de la complejidad de un arrecife permite la colonización más rápida de las especies y más alta densidad de peces (Eklund, 1996). Numerosos trabajos examinan la complejidad ambiental y encuentran una correlación positiva entre la complejidad estructural y la abundancia y diversidad de especies de peces (Spieler et al., 2001). Por su parte Shulman (1984) confirma que el aumento de bloques de hormigón de escombros al espacio libre de arrecifes artificiales acrecienta el número de peces, especies y el volumen de biomasa. Posiblemente por el acrecentamiento y tamaño de los refugios, se incrementa significativamente el número, tamaño y riqueza de especies de peces asociados a los arrecifes.

Hixon (1989) comprobó una correlación positiva entre el número y el tamaño de los refugios con el número y tamaño de peces asociados. Al parecer, la complejidad estructural es superior al amplio espacio vacío para el reclutamiento y la agregación de un conjunto diverso de peces de un arrecife artificial.

La diversidad de hábitats aumenta las oportunidades de vida. Eso es lo que nos demuestra el estudio de los arrecifes artificiales.

Asumiendo que sería sorprendente si no existiera una serie de similitudes entre los ecosistemas humanos y aquellos submarinos, y viendo que la complejidad, creatividad y diversidad de ambientes y la superficie disponible de arrecifes artificiales incrementa el volumen de biomasa y la diversidad marina, hacemos una comparación audaz entre el capital social humano (definido por Putnam como las redes, normas y confianza entre personas e instituciones) y el volumen de biomasa en los arrecifes artificiales. Llegamos a la conclusión de que el suelo fijo, la creación de espacios privados y el cambio de corrientes proporcionados por los arrecifes artificiales pueden tener similitudes en la sociedad humana. En este caso, relacionadas por la diversidad del marco legal (suelo fijo), la diversidad de instituciones (refugios) y de la economía (corrientes).

Falta mucho por estudiar en este campo. Sin embargo, considero que estamos cerca de un descubrimiento importante en la sociedad humana: aprender de los ecosistemas submarinos como regla bien definida de vida. Y que la abundancia nace con la diversidad, mientras que la disminución de la diversidad empobrece y mata.

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