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Nosotros ya no somos los mismos

Aproximación a los orígenes y desarrollo del papa Bergoglio

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Papá Bergoglio intentó lo que estaba en su mano: inscribió al niño en una escuela confesional, el Colegio Salesiano Wilfred Barón, lo encaminó a las iglesias del barrio de Almagro y lo instó a practicar futbol en el Club Atlético San Lorenzo de AlmagroFoto Afp
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or ningún concepto quiero que se tomen los siguientes párrafos como un aPapasionado alegato en defensa de don Francisco Bergoglio. Se trata de una titubeante aproximación a él, sus orígenes, su desarrollo y su infierno interior, a partir de algunos dogmas elaborados por otros pontífices de saberes igualmente respetables. Digamos, por ejemplo, el viejo Sigmund, que afirmó: infancia es destino. Si aceptamos esta hipótesis freudiana, al mismo tiempo estamos obligados a ponderar con mayor mesura las responsabilidades que le queremos endilgar, en solitario, a don Francisco. (Vale mucho la pena leer al sicoanalista mexicano Santiago Ramírez sobre este axioma esencial de la teoría sicoanalítica).

Conocer los orígenes bergoglianos, ahora, resulta por demás sencillo: basta con solapear (leer solapas de los múltiples libros que cada día se escriben sobre él) y, si es preciso, comprar algunos. Pero yo, a partir de los datos fundamentales de su existencia, prefiero soltar la imaginación y tratar de diseñar un perfil a la manera de los analistas de la Agencia en Langley o Quantico, Virginia.

La progenie de don Francisco es impolutamente italiana y, concretamente, piamontesa. El primero de febrero de 1929, abuelos y padres de don Francisco (cada rama por su lado), presionados por el avance del fascismo llegaron a Argentina. En 1935, en el barrio de Flores, dos migrantes del mismo palo piamontés, sin necesidad de redes sociales, pero seguramente por instrucciones de más allá de la nube, se conocieron en el oratorio salesiano de San Antonio, en el barrio de Almagro. Para el 12 de diciembre de 1935 ya estaban casados. Fieles creyentes, devotos y practicantes de los dogmas de su Iglesia (el ayuntamiento entre los cónyuges tiene como fin principal la preservación de la especie), al diciembre siguiente ya estaban en posibilidad de ponerle Jorge (Mario) a su primogénito. Después, la pareja de migrantes Mario Bergoglio y Regina María Sívori, que son a los que me estoy refiriendo, encargaron cuatro argentinitos más. Como era costumbre, doña Regina se dedicó a las faenas domésticas y don Mario se desempeñó como tenedor de libros. (En esta época en la que los contadores son los únicos profesionistas/profetas que nos interpretan, no siempre con veracidad, la voz del Altísimo, cómo se extraña a aquellos viejos, sabios y memoriosos, vestidos siempre de traje de tres piezas, corbata, pisacorbata, mancuernillas, cuellos y puños almidonados, reloj de bolsillo, leontina dorada, zapatos desgastados, pero siempre limpios, cargando unos pesados y largos cuadernos de múltiple rayado y gruesas pastas de cartón, enlos que se atesoraban los secretos de empresas, negocios, despachos). Tenedor de libros, eso era precisamente papá (ojo: con acento en obvio de malos entendidos), Bergoglio.

Imagino un día cualquiera de la familia. Tempranito, a la hora del Ángelus, los siete que la integraban se ponían en pie. Ignoro si la abuela Rosa Vasallo, mujer que según confesión del hoy Papa ha sido la mujer que mayor influencia ha tenido en mi vida, vivía en la misma casa. Recuérdese que la devoción del Ángelus representa una tentadora oferta: si se reza las tres veces diarias (6-12-6) se consiguen 10 años de indulgencias, ahora que si se opta por el paquete mensual alcanza nada menos que para una indulgencia plenaria. A como están las cosas hoy día resulta una verdadera ganga: nadie debería meterse a la ducha o enfrentar la contingencia ambiental sin tan preciado seguro post mortem: Después de sus abluciones (un lavamanos por sexo y tercero para el papá y el futuro Papa), un desayuno italoargentino repartido, espero, con igualdad de género, pero privilegiando a los menores (cuando la leche es poca, al niño le toca). Por supuesto, antes de cada ingesta se agradece al Señor por los alimentos recibidos. Los niños no interrumpen a los mayores, no hablan con la boca llena ni se peleanpor las empanadas o las pizzas. Al partir a la escuela, junto con su mochila y su colación, son ampliamente bendecidos por los adultos e instruidos para el buen comportamiento. Al regreso, jugar un rato y hacer las tareas antes de cenar. Temprano, los niños son mandados a la cama donde tendrán que repetir cada noche “ángel de la guarda, dulce compañía…”

Los fines de semana, igual que los otros días: vida familiar, pero intensa; paseos juntos y seguramente participación en alguna obra pía o de proselitismo evangélico. Los domingos, qué duda cabe, la familia tomadita de la mano, como la Telerín, se dirigía a la iglesia del barrio de La Florida a cumplir el mandamiento de la Santa Misa y los que habían realizado su primera comunión repetían jubilosamente el máximo Sacramento de la Comunión.

En 1943 los adultos sintonizan su radio de galena para oír las últimas noticias de la guerra. Así se enteran de las derrotas en África del Norte, en 1942, y el bombardeo de la ciudad de Roma, el 16 de mayo de 1943. A los niños no se les permitía, ¿para qué?, conocer esas atrocidades. Pese a esa idea, la familia Bergoglio no podía dejar de festinar ciertas fechas. Lo hacían envolviendo su júbilo por el arribo de la justicia,con el perdón a que los cristianos se sienten obligados ante la desgracia de un enemigo. También lo hacían en la intimidad porque sabían que en Argentina, como en Chile (y como en México, según lo demostró don Fisgón, mostrando la amplia nómina de renombrados panistas, abuelos ideológicos de los Döring, los Arnes, los Martínez Cázares), existían personajes y grupos filofascistas cuya violencia se recrudecía conforme la derrota de los países de el eje se tornaba inevitable: el3 de septiembre de 1943, fecha de la capitulación italiana; el 29 de septiembre, cuando en Malta se firma la rendición de Italia, o el 28 de abril de 1945, cuando el Duce, Benito Mussolini, es fusilado en compañía de Clara Petacci y sus cuerpos expuestos a la justa ira del pueblo en la Plaza de Loreto, los Bergoglio no pueden contener el llanto que produce la felicidad de la patria liberada. (No confundir con Plaza Loreto de avenida Magdalena y avenida Revolución, donde el pópolo de Tizapán y San Ángel no hubiera podido vejar esos cadáveres sin consumir en el Sanborns o comprar tiempo aire de Telcel). Durante estos cruentos acontecimientos, el pequeño Jorge Mario tenía nueve años de edad. Etapa clave de la vida en la que según don Juan Jacobo Rousseau, don Sigmund Freud, don Santiago Ramírez, L.M. Ortiz y otros autores, sostienen algunos axiomas básicos del sicoanálisis: La infancia es la época en la que se troquelan todos los resortes afectivos e intelectuales de la persona. Los individuos se encuentran predestinados por las condiciones que rigieron su infancia. La infancia es el comienzo de la especie humana, es su destino. Seguramente la verdad de estos principios y la actitud vital de doña Rosa Vasallo, la nonna consentida del pequeño Jorge Mario, fueron definitivos para que el cura, el arzobispo, el cardenal, el papa Bergoglio haya estado siempre revestido de una cristiana cubierta de teflón antifascistoide, que lo ha hecho mantenerse aleja-do de cualquier tentación de ese demonio que, como lo declaró abiertamente durante su pasada visita, sí existe. Y lo que es peor, tiene oído de tísico. Uno lo convoca, aunque sea al desgaire, y más rápido que un Uber se hace presente.

Conforme el tiempo pasaba, don Mario entendía que Jorge Mario comenzaba a librar la inevitable batalla que todo ser humano normal, a cierta edad, enfrenta contra su libido. Es creencia generalizada dentro de la grey católica en pleno siglo XXl que la pulsión sexual es una tentación demoniaca que debe ser reprimida. Ofrecen, para vencerla, algunas armas: sentidas jaculatorias, ejercicio físico hasta el agotamiento o duchas de agua helada. A mí, todavía hasta ayer, no me surtió efecto ninguna de las tres.

Pues papá Bergoglio intentó lo que estaba en su mano: inscribió al niño en una escuela confesional, el Colegio Salesiano Wilfred Barón, lo encaminó a las iglesias del barrio de Almagro y lo instó a practicar futbol en el Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Como la información que sigue no la recibí en confesión hago del conocimiento de los seguidores del River y del Boca Juniors que el hincha Bergoglio tiene la credencial 88235 del Almagro. La mano que ayudó a Maradona sufre artritis.

Próxima entrega: después de los referentes del niño Bergoglio seguiremos con el adolescente, el joven, el maduro y, luego, informados, demos nuestro veredicto ¿La visita del jefe del Estado Vaticano, fue generoso y estimulante para los mexicanos?

PD. Vi un desplegado periodístico encabezado así: GCMMX. Dudé: ¿ It’s a bird? ¿ It’s a plane? ¿ It’s Superman? ¿Es un error, un empastelamiento de consonantes sin sentido, un acróstico por demás fallido OOooo, un buen negocio? La hipótesis de esta columneta, en siete días.

Twitter: @ortiztejeda