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Cómo no resolver las negligencias gubernamentales
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eguramente inspirado en pasajes bíblicos recurrentes, cuando los cristianos celebran la semana menos santa del año (la conversión del agua en vino, la multiplicación de los panes y los peces, la resurrección de Lázaro), don José Antonio Meade, secretario de Desarrollo Social, aseguró que hoy en México existe la mitad de la pobreza que teníamos al inicio del siglo. Y que así lo mostraban mediciones propias, además de otras, como las del Banco Mundial. De esa manera desmintió el reciente informe de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal), en el que se asegura que México y Costa Rica son los únicos países de la región donde la pobreza no disminuye. Por el contrario, se incrementa. El funcionario dijo que revisarán con cuidado dicho informe a fin de atender los retos que tiene el país. Y que México posee un indicador robusto y moderno para medir la pobreza. Tan bueno que en otros países ya lo comienzan a utilizar. Seguramente se refería a Noruega, Luxemburgo y Suiza.

En cambio la señora Tanya Müller, responsable de los asuntos ambientales de la ciudad de México, careció de inspiración bíblica para acompañar al resucitado (gracias a quien lo nombró) secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano, en la obligación de explicarle a la ciudadanía las medidas más viables para enfrentar las contingencias ocasionadas por la pésima calidad del aire. Tampoco la tuvo los tres primeros meses del año, cuando la metrópoli tuvo apenas nueve días de aire limpio, pese al programa de movilidad establecido por las autoridades capitalinas y a las obras que mejorarían el tránsito vehicular y darían prioridad a los peatones.

A la par que Pacchiano, abandonó la tumba donde yacía plácidamente la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAME, su secretario ejecutivo, Martín Gutiérrez Lacayo, carece de experiencia en la materia), para comunicar que desde mañana y hasta el 30 de junio próximo dejarán de circular una vez a la semana y un sábado al mes más de un millón de coches antiguos y nuevos, según el número terminal de su placa. El propósito: evitar en los meses de mayor calor muertes y enfermos por el aire contaminado. La medida comprende a la Ciudad de México y a 18 y de los 60 municipios del estado de México. Se desconoce por qué fueron excluidos 42 y Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y Morelos. Y en qué medida contribuyen a la contaminación atmosférica. Igual quedaron exentos el transporte federal (camiones de carga y materiales diversos, repartidores de mercancía), y los miles de microbuses en mal estado que contaminan de manera ostensible.

El nuevo Hoy no circula recibe severos cuestionamientos. Igual la forma en que se presentó oficialmente: por la desprestigiada CAME con la notable ausencia de los funcionarios directamente involucrados en la solución del problema. Comenzando por el presidente Peña Nieto, quien hace tres semanas convocó a los seis mandatarios de los estados que conforman la megalópolis y al secretario federal del Medio Ambiente a reunirse para analizar y poner fin al grave deterioro que padece la salud pública por la mala calidad del aire.

Además, quedó demostrado que el gobierno federal y las entidades que conforman la megalópolis carecen de una estrategia global y efectiva para enfrentar un problema que prometieron resolver desde hace 30 años. Sexenio tras sexenio los funcionarios repiten que darán prioridad al sistema de transporte público moderno y eficiente a la par que una política para lograr un crecimiento metropolitano sostenible. La realidad muestra lo contrario: el aumento desmedido del coche particular (para felicidad de las trasnacionales que los fabrican), apoyo a las mafias que controlan el transporte concesionado, obras viales insuficientes y mal planeadas para agilizar la circulación vehicular. En el caso de la capital del país y el estado de México, algunas son de paga, negocio de la empresa española OHL, con bien ganada fama de corromper funcionarios.

La CAME dará a conocer próximamente la estrategia para resolver, ahora sí, una situación que afecta a más de 20 millones de habitantes. ¿Se inspirará para ello en algún pasaje bíblico?