Opinión
Ver día anteriorJueves 7 de abril de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Echan montón a Mancera en la guerra política por contaminación

Gobernantes de Edomex e Hidalgo, enemigos de la CDMX

E

l muy alto costo político del programa Hoy no circula lo está pagando, íntegro, el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, aunque una muy buena parte de los contaminantes que ahora ensucian el aire de la capital provenga de entidades como el estado de México e Hidalgo.

Algo vieron esos gobernadores en Mancera que aprovecharon la oportunidad para dejarlo solo en el conflicto desatado por la mala calidad del aire, en la que todas las entidades circunvecinas han puesto su grano contaminante, y así el conflicto escaló al plano de la guerra política donde, como se ve, al mandatario capitalino le echaron montón.

El asunto es más que grave porque, ante la discrepancia o la ausencia de los gobernadores en cada uno de los pasos que se han dado para el combate en contra del mal aire, todo indicaría que los habitantes de esta ciudad somos los únicos responsables del ambiente tóxico, y sus autoridades las únicas que pueden responder a la contingencia, y eso, según todos los datos, es una gran mentira.

Los reportes del Inventario de Emisiones de la Zona Metropolitana del Valle de México, de la Secretaría del Medio Ambiente, explican que al aire de esta metrópoli lo contaminan 70 mil fábricas de diferentes industrias, entre las que no se puede dejar de lado a la refinería de Tula, en Hidalgo, ni las emisiones de las plantas en Tlalnepantla, Naucalpan y Xalostoc, en el estado de México, las cuales, según nos dicen, no tienen mayor control sobre sus desechos.

Vale la pena hacer un alto en las tres termoeléctricas que rodean a la capital, porque de ellas salen óxidos de nitrógeno, que son precursores de ozono. Estas industrias están instaladas, una en Lechería, estado de México, y dos en Hidalgo: una en Atitalaquia, y otra en Tlaxcoapan. Esta última es considerada una de las más peligrosas, porque dobla y hasta triplica las emisiones que salen de las otras. La Cofrepris advirtió, al principio de la década, que la tasa de morbilidad por infecciones respiratorias agudas es de 3 mil 227 casos, uno de los más altos del país.

Pero ni el mexiquense Eruviel Ávila y menos aún el hidalguense Francisco Olvera Ruiz quieren hacer algo por la gente de la ciudad; en pocas palabras, se ha convertido en los verdaderos enemigos de los habitantes de la Ciudad de México, y no sólo por eso, sino por haber convertido el asunto en un instrumento político.

Y allí no paramos: hoy sabemos, son cifras oficiales, que el promedio de edad del transporte federal, es decir esos tráileres que vemos a todas horas por las calles de la ciudad, es de 40 años, y uno de los que traslada 60 toneladas puede contaminar lo mismo que 500 automóviles nuevos. Dicen los dirigentes de la cámara que integra a los dueños de esos vehículos que cada día entran a la ciudad 13 mil, cifra que parece muy baja, pero que es muy grande si multiplicamos su poder contaminante.

No obstante, las empresas dueñas de esos vehículos se niegan a modernizar sus flotas y ni quien les diga nada, pero en la Ciudad de México las cosas no son tan diferentes y hay que hacer notar que aún circulan por estas calles 16 mil microbuses que son verdaderas chimeneas rodantes. Basta un dato para darnos cuenta de lo dañinas que son: el último microbús se fabricó en 1992.

Total, es necesario mirar más allá de la Ciudad de México para entender parte del grave conflicto del medio ambiente que hoy se cerró a eso de las seis de la tarde, pero que no termina. Ojalá y la planeación urgente de un sistema que ayude a limpiar el aire se pueda dar de inmediato, y se pueda construir tomando en cuenta todos los factores. Sería un alivio.

De pasadita

Aguas con las cifras que expuso el procurador Rodolfo Ríos. Todos los índices de violencia van hacia arriba y aunque todavía no se comparan con los de otros estados, ya son preocupantes.