Opinión
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Ciudad Perdida

Contaminación: sobran culpables

Capitalinos, los paganos

C

omo ya no hay a quien echarle la culpa, porque queda claro que es de los estados de México y de Hidalgo (por cierto a este último no se le menciona mucho) de donde proviene la mayor parte de contaminantes que ensucian el ambiente de la Ciudad de México, ahora ¿qué creen?: los sabihondos de todas partes aseguran que son los que protestan en las calles de la ciudad los que provocan el daño al aire de la capital del país.

Otra vez se busca condenar la protesta social, como si fuera producto de las ganas de los manifestantes pasearse por las calles; como si no existiera un problema que les afecta y que no ha sido atendido por las autoridades federales o estatales, y que finalmente revienta en la ciudad.

Sí, los que protestan vienen a la Ciudad de México para hacerse notar, para provocar que las molestias que causa su movilización las tengan que pagar las autoridades incumplidas con críticas hacia su gestión. Eso, como es muy sabido, no sucede, como suponen; por el contrario, se convierten en causantes de todos los males que imaginen, por ejemplo, los opinadores que ni siquiera informan de las cusas de las marchas.

El problema es recurrente tanto como se repiten las protestas callejeras, y frente a ello pareciera que la única solución aceptable es reprimirlas, sacar a la policía para deshacerlas o no permitirles la entrada a la ciudad, cuando de otros estados vienen. Dicho de otra manera: prohibirlas sin que medie antes la posibilidad, sólo la posibilidad, de atender sus demandas.

Y peor que eso, el problema que los trajo a las calles de la ciudad, como no se resuelve, provoca que la manifestación se repita y con ello las situaciones que crea la protesta. Además, esa fórmula ha colocado a los funcionarios culpables de la manifestación en una zona de confort, hasta donde no llegan ni los gritos ni las mentadas, por lo que no les interesa resolver las demandas de los que marchan en su contra.

Al fin de cuentas, para los funcionarios que provocan las marchas (secretarios de Estado y gobernadores, por ejemplo) la represión es lo más válido; total, será la policía, quienes habitan en la ciudad y sus gobernantes quienes paguen, cuando menos con desprestigio, proteger la ineficiencia de los funcionarios.

Entonces, cuando menos hay que dejar en claro que hay un porqué de las protestas callejeras, y que no se trata de hombres y mujeres (muchas veces hasta niños) que vienen a la capital en busca de un poco de esparcimiento, sino gente harta de los malos gobiernos que no encuentra forma de resolver sus problemas en sus lugares de origen o en las dependencias que construyen el conflicto.

No hay que buscar más. Sí, sí hay culpables de que el mobiliario urbano termine destrozado después de cada marcha. Sí, sí hay culpables de que la gente de esta capital no llegue a tiempo a su trabajo debido a la protesta, pero ellos, los que marchan para hacer patentes sus problemas, son el último eslabón en la cadena de injusticias que se sufren, y lo peor, en lugar de hallar en la ciudad símbolos grandes de solidaridad, a veces sólo encuentran la crítica que destruye. Ya basta.

De pasadita

Muy pronto se presentarán las nuevas medidas que se aplicarán para comprobar qué tan contaminante es un vehículo. Se han creado candados que casi harán imposible, por ahora, que un automotor con muchos años de trabajo pueda obtener el permiso para circular diario. Las medidas se endurecerán, pero, a fin de cuentas, serán un punto resuelto de los muchos que tienen que ver con el aire sucio de la ciudad.