16 de abril de 2016     Número 103

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Súper adobe y sustentabilidad: infraestructura para viviendas
en México y Filipinas

José Dib Gómez Permacultura México, AC  [email protected]


FOTO: José Dib Gómez

Con la oportunidad de ser parte de diferentes proyectos, me he dado cuenta de que la combinación de principios en sustentabilidad y construcción natural (en este caso, súper adobe) es una solución viable para erradicar la pobreza extrema del mundo.

Según Wikipedia,“La pobreza extrema es el estado más grave de pobreza, cuando las personas no pueden satisfacer varias de sus necesidades básicas para vivir, como la disponibilidad de alimento, agua potable, techo, sanidad, educación, saneamiento o acceso a la información”.

La versatilidad otorgada por principios en sustentabilidad y permacultura crea soluciones para la deficiencia de los elementos descritos en el concepto anterior. Por lo tanto, se pueden crear sistemas que satisfacen todas las necesidades para la subsistencia de la humanidad.

Para crear un sistema sustentable para los humanos, es necesario que día con día los principios de sustentabilidad estén presentes en los asentamientos, entre éstos encontramos: captura de agua en el lugar de uso, producción local de comida y energía, reciclaje de nutrientes, economías y desarrollo comunitario, uso de materiales locales y la comprensión de los sistemas naturales.

Para el caso específico de este artículo, y por experiencia personal, la técnica del súper adobe me ha dado una visión muy grande por su versatilidad en la construcción de domos, paredes de retención, tanques de agua, cimientos de edificios y otros. Esta técnica utiliza bolsas de polipropileno (costales) rellenos de tierra que puede estar o no estabilizada (mezclada con cemento o cal, normalmente 10 por ciento), compactada, y un alambre de púas entre cada nivel de costales apilados. La técnica la desarrolló el arquitecto iraní Nader Khalili, fundador del Cal-Earth Institute (www.calearth.org), en el desierto Mojave, en California.

Encuentro varias ventajas en esta técnica: capacidades térmicas, dureza y resistencia, facilidad de llevar los materiales (bolsa, alambre de púas y algunas herramientas). En muchos casos estos elementos se encuentran fácilmente en lugares apartados porque han sido utilizados como materiales de guerra.

La facilidad de la técnica permite a la gente construir aunque nunca haya tenido experiencia en la construcción; esto crea seguridad para cualquier persona de cualquier sitio. La técnica, una vez aplicada correctamente, resiste temblores, inundaciones, incendios, huracanes y tifones, lo cual la hace muy atractiva para lugares con desastres naturales recurrentes, inclusive para zonas de guerra. Otro factor muy interesante es que se puede mezclar fácilmente con otras técnicas de construcción.

He escuchado varias veces que a la gente no le gusta la técnica por el uso del plástico en los costales, pero es posible usar costales naturales; la cantidad de plástico comparado con el total de materiales usados es menor a uno por ciento. En mi opinión, los beneficios mencionados anteriormente son mayores respecto al costo total, eventualmente estos edificios pueden durar por muchos años si se le da mantenimiento regularmente al aplanado o revocado.

En algunos programas populares se ha tratado de hacer una diferencia positiva en el mundo, como los programas desarrollados por Permacultura México, AC: Programa de Asistencia Rural (PAR) (http://www.permacultura.org.mx/es/programas/asistencia-rural/) y Programa de Educación Comunitaria Campesina (PECC) (http://www.permacultura.org.mx/es/programas/educacion-comunitaria-campesina/), así como otros programas en colaboración con Off-Grid Aid, de Australia, desarrollados en Las Filipinas: Philippines Eco-Housing Program(http://www.offgridaid.com/cs_cause/philippines-eco-housing-project/). Los programas tienen como objetivo entrenar a la gente local a construir edificios que van a sobrevivir a desastres naturales, utilizando tierra y materiales que son fáciles de transportar, y también capacitar en la captura de agua, reciclaje de agua gris, creación de metano con el agua negra del baño y producción de comida.

Para realizar estas metas, en el pasado utilizamos crowd funding, donde la gente de todo el mundo que se interesa en el proyecto puede aportar cualquier cantidad monetaria para el desarrollo del proyecto.

Finalmente, con estos proyectos me he dado cuenta que el elemento más importante para desarrollar estos sistemas es el factor humano. Poder viajar y trabajar con gente de distintos lugares, con diferentes antecedentes y áreas profesionales, me ha dado a entender que la energía humana combinada con el entendimiento de la naturaleza puede llegar a hacer sistemas maravillosos en los cuales los seres humanos pueden vivir en armonía con las energías de la Tierra por tiempo indefinido.

Si tienes algún interés en participar en alguno de nuestros programas, favor de escribirnos a [email protected]


Microorganismos del suelo,
base para fertilidad

Jesús Ignacio Simón Zamora Grupo GAIA  [email protected]


ILUSTRACIÓN: Jevensi.

Me llamó la atención cómo un gastroenterólogo japonés aborda en su libro la cuestión de los microbios. Él menciona que los microorganismos que tenemos en el cuerpo humano son más numerosos que las células del cuerpo, y no todos son patógenos, sólo muy pocos de ellos, pero la medicina moderna basa todas sus investigaciones y recursos en suprimir a los microorganismos, debido a que las investigaciones de los microbios son para conocer a aquellos que producen enfermedades, y nos dan medicamentos para “combatirlos”, sin tomar en cuenta que algunos son favorables a nuestra salud.

Y hace una bella analogía de nuestros intestinos como el suelo de nuestro cuerpo; así como el suelo debe tener vida diversa, nuestros intestinos también. Entonces, ¿qué con los patógenos?, ¿en qué momento los microbios o microorganismos se convierten en causantes de enfermedades?, ¿podemos hablar de los microorganismos malos y de los buenos?, ¿cómo los podemos enfrentar sin afectar al resto de microorganismos que hacen funciones vitales para los humanos o las plantas?

Así como en la medicina, en la agricultura se emplean una serie de sustancias de síntesis química perjudiciales para nuestra salud. Por “curar” una enfermedad, se provocan más daños y más graves que lo que se quería controlar. Los campesinos en todo México y Latinoamérica, así como en el mundo ven como sus tierras se deterioran, se compactan y pierden la fertilidad. Las trasnacionales sólo les dicen que si tienen problemas de suelo con “patógenos” ellos le darán la solución, y no dicen al campesino que esos problemas son resultados de los agrotóxicos que las mismas empresas venden.

Las trasnacionales de agrotóxicos tienen una estrategia de venta de sus insumos a partir de la lógica de la supresión de los patógenos, y nos dicen que para proteger nuestro cultivo hay que “eliminar” tal o cual insecto, ácaro o algún hongo y nos recetan el insecticida, acaricida, fungicida y herbicidas que al llegar al suelo dañan su biodiversidad.

Por ejemplo: para un problema de fungosis en cultivo de tomate, te recomiendan que uses un fungicida. Al aplicarlo se eliminan muchos hongos que interactuaban o “defendían” a la raíz de los nemátodos, y no sólo eso, acabaron con los microorganismos constructores de suelo y humus, los hongos.

En los ámbitos científicos se empieza a reconocer el impacto perjudicial de los agroquímicos, y ahora proponen “repoblar el suelo” con adiciones de microorganismos reproducidos en laboratorios. Le llaman “biorremediación”. ¿No será más de lo mismo? ¿Acaso podremos “revivir” a los millones de microorganismos que murieron si ni siquiera supimos a quién se afectó? Los agroquímicos matan parejo. ¿Cómo podremos restituir la vida <? ¿A dónde fue a parar el veneno que se aplicó al campo? Lo más seguro, ¡a nuestra mesa! En la comida de nosotros y la de nuestros hijos. En el agua que bebemos y en el aire que respiramos.

¿Existen los microorganismos “malos”? Los microbios son parte de nuestra vida. Ellos actúan en los procesos de desintegración, movilización y asimilación de minerales, por lo que debemos ubicarlos en su justa dimensión; la vida y salud del suelo se debe a ellos y a sus relaciones entre sí y con la raíz.

Es en este contexto que quisiera abordar un tema muy discutido sobre los hongos patógenos. “Fusarium”: ¿es un patogeno y qué función tiene en el suelo?

Es la condición que ofrece la planta lo que permite que entre o no alguna enfermedad. Es decir, si existe un disturbio mineral, o una situación de agobio como pudiera ser sequía, exceso de humedad, la misma fertilización química, la aplicación de herbicidas y/o fungicidas y/o insecticidas.

Dicho impacto provoca que los microorganismos que habitan la raíz se desarmonicen, y de este modo sobreviven los microorganismos más resistentes a estas nuevas condiciones, y aún más, se reproducen en forma exponencial al no haber competencia ni por nutrientes o por espacio. Los microorganismos detectan el disturbio en la planta y empiezan a instalarse en ella, pues sus funciones son degradar materia orgánica; se comen las raíces y tallos primero, “enfermándolas” y luego pudriéndolas.

Fusarium es un habitante del suelo, así como muchísimos más de los llamados “patógenos”, que en nuestra perspectiva debería llamarse “mensajeros”. Siempre que se realizan análisis de suelo aparece Fusarium, lo que hace pensar que el suelo está infestado, y así le conviene a la industria de agrotóxicos. La información técnica de empresas agroquímicas lo hace ver como enemigo pues es el causante de una enfermedad de los bananos o plátanos, ya que pudre las raíces y provoca marchitez generalizada en toda la planta. Además puede enfermar a muchos cultivos diferentes, como tomate, chile, plantas de ornato, etcétera. Y ni el fungicida lo ha podido controlar. Pero, ¿es realmente tan dañino?

Lo primero que yo le diría a un agricultor sería que hay que cuidarse, si, pero hay que ubicar al hongo dentro de la comunidad biológica del suelo, donde es uno más y, como parte de una comunidad, tiene una función. Esta función es similar a un zopilote o buitre en el campo, pues existe para limpiar el ambiente, sin su labor se acumularía la materia muerta y provocaría muchas molestias a las plantas.

Una planta no puede sacudirse los pedazos de raíz que ya no necesita, sino que deja de enviarle nutrientes, dejando de suministrarle los fluidos producto de la fotosíntesis. Entonces necesita de otros “personajes” que le retiren esos pedazos de raíz o de hojas. claro que si esta planta está debilitada por los agrotóxicos y los fertilizantes químicos, el hongo Fusarium se vuelve “oportunista” y coloniza dicha planta.


FOTO: Jeanne ©

¿Y por qué se debilita la planta? Si vemos que el suelo se compone de: minerales en 50 por ciento, agua 23, aire 22 y materia orgánica cinco por ciento (aproximadamente), los primeros impactos al suelo y su microvida se dan cuando lo volteamos pasando un tractor. El paso de tractor saca el aire del suelo, sofocándolo, y si a esto le sumamos que se entierra la parte aeróbica del suelo al voltearlo, no nos extrañe entonces que “aparezcan” los patógenos, ya que si nuestras raíces no tienen suficiente oxígeno empiezan a morir y así empieza a llegar el “buitre” a comerse esos cadáveres de raíz. Los microorganismos del suelo que consumen más oxígeno mueren o se inactivan, mientras que los microorganismos que no requieren tanto oxígeno aumentan su población y con ello la posibilidad de afectar las raíces debilitadas.

Un ataque de un insecto o una enfermedad en las plantas está directamente relacionado con su estado nutricional. Una planta desnutrida es fácil presa de las enfermedades y de insectos plagas.

Cuando debilitamos al sistema microbiótico del suelo al voltearlo con el arado desplazando oxígeno; compactando con el paso de máquinas, y aplicando fertilización química, agrotóxicos como herbicidas, fungicidas, nematicidas, etcétera, exponemos a la planta al ataque de los “patógenos”, puesto que estos microorganismos se reproducen más al no haber competencia, y se alimentan de la planta que a su vez está intoxicada convirtiéndose en presa fácil de cualquier microorganismo destructor.

La respuesta está en la biodiversidad. Un suelo sano es diverso, un suelo que respira alberga una gran diversidad de microorganismos y en esa diversidad los llamados patógenos se colocan en minoría. Un buen método ya probado es el repoblamiento de los suelos con microorganismos del bosque y junto con plantas de todo tipo. La milpa nos enseña que a diferentes raíces se les anidan diferentes microorganismos, así tenemos al maíz, frijol, calabaza, tomatillo y otros. Por si fuera poco, estas plantas nos darán además muchas toneladas de alimentos y materia orgánica en forma de abono verde. Y en ese proceso, al tiempo, se incrementa la fertilidad del suelo.

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