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Denuncian cómo las políticas antinarco generan violencia y las autoridades no hacen nada

Llega caravana de CA y México a la ONU; exigen el fin de la guerra contra las drogas
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 19 de abril de 2016, p. 21

Nueva York.

La Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia llegó desde Centroamérica y Mexico a la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde se encontró con representantes de movimientos que se oponen a la guerra contra las drogas de decenas de otros países y con sus contrapartes estadunidenses, que se unieron en un coro para poner fin a las políticas antinarcóticos que, afirman, han devastado tanto países del sur como del norte.

Decenas de organizaciones se dieron cita en el contexto de la Sesión Especial sobre Drogas de la Asamblea General de la ONU (UNGASS), que se realizará aquí del 19 al 21 de este mes, donde se buscará un consenso para proceder a una revisión de las normas prohibicionistas que han guiado las políticas antinarcóticos desde hace más de tres décadas, pero que cada vez carecen más del consenso internacional.

Además de la caravana, han llegado representantes de diversas organizaciones internacionales y estadunidenses –comunitarias, de defensa de derechos civiles, estudiantiles, religiosas, una de ellas llamada Madres Unidas para poner fin a la guerra contra las drogas, otra de Anyone’s Child, junto con Latino Justice, Drug Policy Alliance, Estudiantes por una política de drogas sensata, entre muchas más– para expresar su condena a las políticas antinarcóticos por las consecuencias mortales y de violaciones de derechos humanos.

Maricela Orozco, de Veracruz, integrante de la caravana (pazvidajusticia.org), contó ante decenas de familiares de víctimas de la guerra antinarcóticos cómo uno de sus hijos fue asesinado y otro fue secuestrado hace dos años, y habló de cómo las autoridades no sólo no han ayudado a resolver nada, sino que se encargaron de advertirle a ella, su esposo e hijas que salieran de su pueblo porque sus vidas corrían riesgo y cómo de repente no pude regresar a mi casa, excepto para sacar ropa para velar a mi hijo.

Entre lágrimas, relató que uno de de sus hijos estudiaba arquitectura, y el otro estaba en el equipo sub-17 de los Tiburones Rojos de Veracruz, pero a pesar de ser estudiosos y atletas, el gobierno los vinculó con las drogas; el gobierno siempre dice que son las drogas, y con ello están acabando con nuestros jóvenes, los están matando y desapareciendo, denunció.

Ahora que hemos conocido a muchas madres más, nos unimos a ese dolor de los que han perdido hijos en esta guerra contra las drogas. En todos los países vemos lo mismo y el gobierno de Estados Unidos tiene mucha culpa porque da el dinero y no ve para qué se usa. Exigimos que cese esta guerra. Ya basta de este dolor de desaparecidos y asesinados, afirmó ante una ovación y lágrimas.

Como ésta, se intercambiaron historias personales entre los participantes en una plaza frente a la ONU: una madre latina cuenta de cómo la policía mató a su hijo después de arrestarlo en el Bronx, otra, una afroestadunidense de Washington, habla de cómo su hijo y su marido son víctimas de las políticas de encarcelamiento masivo y una guerra antinarcóticos que se enfoca en los jóvenes afroestadunidenses.

Un joven de Afganistán contó de los huérfanos y la destrucción de su país por la guerra contra las drogas; un africano de Kenya habla de la muerte de su amigo, una madre de Inglaterra habla de cómo falleció por sobredosis su hija adolescente, un ex agente de policía de Bélgica contó sobre la muerte innecesaria de sus hermanos.

Miriam Miranda, garifuna de la Organización Fraternal de Honduras, contó cómo mi país se ha convertido en un narco-Estado, de cómo las políticas antinarcóticos se han empleado para desplazar a las comunidades garifunas de la costa del Atlántico.

Amaya Ordorika, de ReverdeSer y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, e integrante de la caravana que llegó de Centroamérica y México, declaró ante la asamblea de organizaciones que en México las políticas antidrogas implican miles de muertes, tortura e impunidad oficial, todo justificado por las políticas antinarcóticos que llevan a la deshumanización del pueblo.

Estos encuentros, intercambios entre familias y comunidades directamente afectadas por la llamada guerra contra las drogas, continuaron esta noche en la famosa Iglesia Bautista Abyssinian, en Harlem, con un foro ecuménico en el que líderes religiosos estadunidenses junto con contrapartes de Afganistán, Canadá, El Salvador, Guatemala, Kenia, Ucrania e integrantes de la caravana y otras agrupaciones estudiantiles, de derechos humanos y más, todos con una amplia gama de experiencias, hicieron un llamado a poner fin a las políticas antinarcóticos que han imperado a lo largo de las últimas décadas.

A la vez, más de mil firmantes destacados a nivel mundial –ex presidentes, senadores, artistas y líderes– suscribieron una carta al secretario general de la ONU para apremiar por una reforma real a la política global de control de drogas (drugpolicy.org/ungass20160).