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La precandidata demócrata no logra poner fin a las aspiraciones de Bernie Sanders

Trump y Hillary Clinton, los ganadores en la elección primaria en Nueva York

El magnate aplasta a sus rivales republicanos; rumores sobre conflictos internos en su campaña

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Los precandidatos Donald Trump, del Partido Republicano, y Hillary Clinton, del Partido Demócrata, se mantienen como punteros para ser los contendientes por la presidencia de Estados Unidos. Pese a la victoria de ambos ayer en Nueva York, el nerviosismo en las cúpulas partidarias crece porque a estas alturas ya era para que la contienda estuviera definida y todo indica que esta vez no se definirá hasta las respectivas convencionesFoto Ap y Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de abril de 2016, p. 22

Nueva York.

La demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump ganaron las elecciones primarias realizadas hoy en el estado de Nueva York. Ambos necesitaban este triunfo para sostener su imagen de punteros en las contiendas para obtener la candidatura presidencial de sus respectivos partidos, después de sufrir una serie de derrotas en contiendas recientes celebradas en otros estados.

En un proceso repleto de fallas en el procedimiento electoral –desde olas de personas, sobre todo jóvenes, a quienes se les negó el voto cuando no aparecieron en el padrón, hasta quejas sobre listas erróneas de votantes y por lo menos 125 mil electores suprimidos del padrón sólo en Brooklyn, entre otras irregularidades–, Nueva York, el segundo estado más grande en número de delegados seleccionados después de California, no logró establecer de manera definitiva quién será el candidato presidencial de ambos partidos. Eso en tiempos recientes ya estaba definido a estas alturas de las elecciones primarias.

Los demócratas

Aunque Clinton venció en el estado que representó como senadora, fracasó en poner fin al desafío inesperado de su contrincante Bernie Sanders. Hace unos meses ganaba en las encuestas por más de 40 puntos en este estado, y hasta la semana pasada había mantenido una ventaja de entre 12 a 15 puntos, pero se estaba cerrando aún más.

Para Clinton era urgente obtener el triunfo en Nueva York después de que Sanders había ganado ocho de las últimas nueve elecciones. La maquinaria demócrata de la cúpula logró imponerse no por el entusiasmo de sus bases, sino en gran medida por el hecho de que en este estado las primarias son cerradas, lo cual implica que votantes registrados como independientes no pueden participar, así como por reglas que obligan a los participantes a empadronarse meses antes de la contienda, en contraste con otros estados, donde un ciudadano puede empadronarse el mismo día de la elección. Con ello, la participación de amplios sectores que han votado por Sanders –independientes y jóvenes– fue limitada.

La ventaja en delegados para Clinton fue ampliada con este triunfo. Para los demócratas había 247 delegados en juego, y ella ya contaba antes de hoy con mil 307 (más 487 llamados superdelegados, que pueden cambiar su voto) rumbo a la meta de 2 mil 383 para ganar la nominación de su partido en la convención nacional de julio. Sanders, antes de esta noche, contaba con mil 115 delegados.

Sanders, quien calificó de una desgracia las irregularidades en el proceso de hoy, había encabezado mítines con decenas de miles de asistentes –superando récords– en varios puntos del estado y de la ciudad de Nueva York en los últimos días, expresión del enorme entusiasmo que ha generado su campaña en varios puntos del país. Aunque buscaba un triunfo improbable aquí, que podría haber cambiado dramáticamente la dinámica electoral, el objetivo de su campaña era reducir lo más posible el margen de triunfo de Clinton, y con ello, obtener un buen número de delegados (que son otorgados de manera proporcional al voto de cada precandidato).

Mientras tanto, Sanders tiene oportunidades de más triunfos en las siguientes batallas, empezando por Pensilvania la próxima semana, así como en California, el premio más grande, al final de estas contiendas estatales en junio, y su campaña insiste en que dará la batalla frente a Clinton hasta el final de este proceso de elecciones internas.

Más aún, vale subrayar que en la última semana, en las encuestas nacionales Sanders ha logrado reducir el margen de ventaja de Clinton a sólo 1.4 (en el promedio de las encuestas nacionales calculado por RealClearPolitics).

Los republicanos

El triunfo aplastante de Trump en su propio estado fue el esperado, ya que había mantenido amplia ventaja en las encuestas frente a los otros dos precandidatos republicanos, el senador por Texas, Ted Cruz, y el gobernador de Ohio, John Kasich.

Para los republicanos había 95 delegados en juego. La estrategia explícita de la cúpula republicana ante el surgimiento de la campaña insurgente de Trump es hacer todo lo posible por impedirle llegar a la meta de mil 237, con lo cual obtendría la candidatura presidencial del partido en la convención nacional en julio. Antes de su triunfo esta noche, Trump contaba con 767 delegados; Cruz le sigue con 553 y Kasich tiene 145.

El triunfo aplastante en Nueva York era clave para Trump, quien ha sufrido una serie de derrotas tanto en contiendas como a través de maniobras sofisticadas de la campaña de Cruz en las muy complejas reglas del otorgamiento de delegados dentro del partido. De hecho, Trump ha denunciado el proceso de nominación manejado por la cúpula de su partido como deshonesto y corrupto. A la vez, para enfrentar los descalabros ha contratado a expertos y ha reorganizado partes de su equipo de campaña, lo que ha generado especulación sobre conflictos internos.

Por ahora, el curso de esta contienda, que ha sido caracterizada sobre todo por las precandidaturas insurgentes de Sanders y Trump, aún no puede ser pronosticado, algo que sigue generando nerviosismo, y hasta pánico, en las cúpulas políticas y económicas de este país.

Más aún, es muy inusual que a estas alturas de una elección presidencial ambos punteros sean rechazados por una mayoría de la opinión pública: según una encuesta reciente de la agencia Ap, siete de cada 10 adultos estadunidenses tienen una percepción negativa de Trump, y 55 por ciento tienen una impresión negativa de Clinton.