Opinión
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Mexichem: ¡al ladrón!

Pemex: ni un rescate más

Pajaritos: Lozoya firmó

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Imagen de la planta petroquímica Pajaritos, Coatzacoalcos, Veracruz, tras el estallido en el que murieron decenas de trabajadoresFoto Afp
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oda la furia contra Petróleos Mexicanos, y a ella la señalan por la explosión en el complejo petroquímico Pajaritos, en el clásico de al ladrón, al ladrón. El verdadero culpable de esta desgracia, el consorcio privado Mexichem, grita a todo pulmón que es Pemex la responsable (y ella, aunque no lo es, actúa como si en realidad lo fuera), cuando la firma propiedad de Antonio del Valle Ruiz no sólo es la accionista mayoritaria, sino la que opera y toma las decisiones en la planta productiva.

Desde septiembre de 2013, antes de la aprobación de la reforma energética y gracias a la generosidad del entonces director general de la ex paraestatal, Emilio Lozoya, dicho complejo petroquímico es mayoritariamente (alrededor de 56 por ciento) propiedad de Mexichem, y en esta asociación público-privada (el restante 44 por ciento pertenece a Pemex) el reparto del negocio es clarísimo: el consorcio de Antonio del Valle Ruiz se embolsa las utilidades y la empresa productiva del Estado carga con los gastos y las culpas, como en Pajaritos.

Petróleos Mexicanos enfrenta una delicada situación financiera que le impide entrar al rescate de la planta productiva de Mexichem. No está en condiciones de hacerlo aunque le correspondiera, que no es el caso. Si bien, y con razón, el director general de la ex paraestatal ha explicado que Pemex registra un problema de liquidez, no de solvencia, la obligación es reflotar a la ahora empresa productiva del Estado y no canalizar recursos públicos a consorcios privados para que éstos cumplan con sus metas de rentabilidad.

Vamos, ni siquiera existe duda: primero Pemex y después Pemex. La magra liquidez que tiene la empresa productiva del Estado debe ser utilizada en ella misma. El consorcio privado que se atienda solo, pues, como públicamente se ha jactado el presidente del consejo de administración de Mexichem, Juan Pablo del Valle, lo sucedido en Pajaritos no va a afectar nuestra estabilidad financiera, pues apenas es uno de los muchos negocios que tenemos en más de 30 países.

Las finanzas de Pemex no soportan un rescate más, otro salvamento de un negocio de amigos. El único rescate válido y necesario es el de la propia empresa productiva del Estado. En todo caso, Antonio del Valle Ruiz y familia que lo acompaña deberían pedir cuentas a Emilio Lozoya, el firmante de la asociación público-privada y destructor de las finanzas de Pemex, pues fue él quien garantizó que todo sería miel sobre hojuelas.

Ahora que, literalmente, reventó la asociación público-privada, los siempre oportunistas diputados se curan en salud y exigen conocer el contrato firmado casi tres años atrás (septiembre de 2013) por Emilio Lozoya y Mexichem. ¿Qué dice el contrato? ¿En qué términos se firmó? La respuesta es que se trata de un asunto privado (con bienes públicos), por lo que no puede difundirse. Bien, si es privado, pues que los daños en Pajaritos los pague la empresa privada y que las finanzas de Pemex se abstengan de meter un centavo en reparaciones o rescates. Pemex no está en condiciones ni debe pagar por Pajaritos.

Pero parece que no aprenden: a) Mexichem y Petróleos Mexicanos establecerán un esquema financiero diferente al del acuerdo inicial para financiar la reconstrucción de la planta Clorados 3 (en Pajaritos), informó Juan Pablo del Valle, presidente del consejo de administración de la empresa privada, quien manifestó que aún no determina si la planta entrará en paro técnico al no contar con materia prima, y b) el director general de Pemex señaló que la asociación entre ambas se mantendrá y se analizará la inversión que requerirán para poner a funcionar de nuevo a este complejo petroquímico, mientras se realiza una investigación sobre el origen de la fuga, la explosión y los daños en la planta. Entonces, salvamento en puerta, y serán las arcas públicas las que aporten los recursos para que las ganancias privadas no sufran ni se acongojen.

La política pública de rescatar los negocios privados ha diezmado a las finanzas nacionales. Dos ejemplos (de los miles que hay) lo documentan: banqueros y Fobaproa; miles y miles de millones pagados por los mexicanos a lo largo de dos décadas, y a estas alturas aún adeudan 870 mil millones de pesos, mientras los bancos, en igual periodo, acumularon casi un billón de pesos en utilidades netas, es decir, libres de polvo y paja. Y también está el rescate carretero: los empresarios amigos del régimen obtuvieron las concesiones del ramo, que nada tardaron en reventar para que el erario entrara en acción; eso fue en 1997, y casi 20 años después los mexicanos –que no han dejado de pagar por estos destrozos ajenos– todavía deben 230 mil millones de pesos, mientras a los mismos empresarios les regresaron la mayoría de las concesiones y siguen llenando sus alforjas.

Todo apunta a que eso sucederá no sólo en el caso de Mexichem-Pemex, sino en todas las asociaciones público-privadas, hasta que no quede un solo peso en el erario con que pagar los estropicios de los voraces empresarios y su servicial gobierno. Lo mejor del caso es que desde tiempos salinistas se dijo que era necesario pasar todo a manos privadas, porque ellas lo hacen mejor que el gobierno, mientras éste se dedica (versión oficial) a estimular el progreso de México. Allí están los resultados.

Desde 2014 la propia empresa Mexichem advirtió que “la alianza estratégica con Petróleos Mexicanos ha tenido algunos problemas iniciales. Como resultado de 30 años de operación con mantenimiento e inversiones insuficientes en las plantas con las que Pemex contribuyó a la asociación estratégica, la puesta en marcha del proyecto ha llevado más tiempo del que anticipábamos. No obstante, dado que esta inversión es de suma importancia tanto para Pemex como para Mexichem –ya que representa el modelo como operará Pemex en las alianzas estratégicas con el sector privado derivadas de la reforma energética en México– esperamos un progreso sustancial durante 2015”. Y en 2016 la planta reventó.

Las rebanadas del pastel

Doble felicitación al querido Fernando del Paso: por el merecidísimo Premio Cervantes, y por la denuncia puntual sobre el estado que guarda la nación: “México va camino de un Estado totalitario; las cosas no han cambiado, sino para empeorar; continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo… Me da vergüenza condenar a mi nación en el extranjero, pero me avergonzaría más no hacerlo”.

Twitter: @cafevega