Opinión
Ver día anteriorMartes 26 de abril de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Pierde apoyo Mancera

Oportunidad de cambio

El salinismo, obstáculo

L

a verdad ineludible es que Miguel Ángel Mancera ha perdido en poco más de tres años por ahí de 40 por ciento del apoyo con que llegó a la Jefatura de Gobierno. Repartir culpas por todos lados sería una buena forma de cerrar los ojos frente a una realidad que no admite argumentos en contra y que exige un cambio de ruta.

Y no se trata del bien político de Miguel Ángel Mancera, sino de la Ciudad de México, imbuida de algunas ideas que, alejadas del pensamiento de izquierda, se arropan con los intereses del neoliberalismo que día con día prueba su ineficacia y acelera su decadencia.

Alrededor de Mancera, pero más allá del círculo muy conocido de sus más cercanos –los de los despachos de asesoría de clara tendencia salinista y algunos miembros de su gabinete que ostentan la misma marca (la de Salinas)–, han llevado al jefe de Gobierno a ese camino en el que Mancera se ha olvidado del Miguel Ángel que tuvo la más grande cantidad de votos que algún candidato hubiera logrado en esta capital.

Miguel Ángel prometió gobernar junto a la gente, pero Mancera optó por lo bonito y olvidó lo profundo. Reales o no, las mediciones que hablan de que buena parte de los capitalinos desaprueban su forma de gobernar, y más allá del abuso constante de la iniciativa privada en contra de la población –desde los desarrolladores inmobiliarios hasta los banqueros–, que el jefe de Gobierno ha dejado impunes, está el grupo que inventa argumentos para cerrarle los ojos frente a la realidad que lo atropella.

Cambiar de rumbo no es debilidad si con ello se retoma la credibilidad y el respeto perdido. Aún es tiempo de reconciliar a Miguel Ángel con Mancera, y también con los habitantes de la Ciudad de México, que por algo votaron por él, que era su procurador de justicia, con la clara idea de que no se perdiera el rumbo de izquierda y se elevara la calidad de vida en la capital.

No hay mucho que pensar, pero hay muy poco tiempo político. Si Mancera logra desprenderse del fardo salinista, es muy probable que vuelva al sendero que lo colocó como el político más popular de todo el país y de casi toda la historia electoral de los tiempos recientes –José López Portillo tuvo mejor porcentaje, pero no tuvo oposición–, pero será necesario que escuche lo que piensa la gente más allá de quienes han servido o sirven a Salinas.

Miguel Ángel Mancera tiene la palabra. La votación no fue casualidad; tanta gente a su favor no pudo estar equivocada; el camino se torció por los intereses de unos cuantos, representados por el grupo del salinato que lo llevó por el camino de la derecha que, cuando menos en la Ciudad de México, es muy ampliamente rechazada.

La clave está en impedir que las voces, comprobadamente fallidas, sigan influenciando a Mancera y que Miguel Ángel se arriesgue a gustarle a la gente común que requiere del liderazgo con el que Miguel Ángel Mancera cubrió una campaña que prometió estar al lado de las mayorías. Insistimos: cambiar no es debilidad, es poner las cosas en orden.

De pasadita

En los pasillos del edificio que ocupa el gobierno central de la Ciudad de México se tiene por descontado que Ricardo Rojo continúe a cargo de la comunicación de la Secretaría de Desarrollo Social, que encabeza José Ramón Amieva. Pero no por ineficiente, aclaran, sino porque su verdadero jefe, Santiago Creel, decidió despertar del letargo y volver a las lides políticas. Rojo fue quien asesoró a Creel en la Secretaría de Gobernación y su formación y su trabajo están, o estaban, solo él lo sabe, del lado azul toda la vida.

Se asegura que Rojo podría seguir afiliado al Partido Acción Nacional, pero que en aquel organismo no le ofrecieron chamba, aunque fuera incluso alguien cercano a Margarita Zavala. Así pues, nos aseguran que Rojo regresará por sus fueros a la capilla azul. ¿Será?