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Juan Amador y el protestantismo endógeno mexicano
E

l protestantismo enraizó en México porque hubo procesos internos que facilitaron su presencia y actores locales que se identificaron con la nueva propuesta religiosa. Desconocer esto ha llevado a explicar el origen y crecimiento protestante entre nosotros como resultado de las tareas misioneras de anglosajones avecindados en el país.

Abraham Téllez Aguilar, en la tesis presentada en 1989 para obtener la licenciatura en historia en la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Proceso de introducción del protestantismo hasta 1884, aportó un buen cúmulo de datos que respaldaron su interpretación de que el activismo de nacionales fue la vertiente principal para el asentamiento de la propuesta protestante en la nación mexicana. El punto medular de su trabajo, apunta Téllez Aguilar, es la actividad de los pioneros, tanto extranjeros como mexicanos, antes de la llegada de las misiones, porque consideramos que son ellos, sobre todo los mexicanos, quienes introducen y alientan el protestantismo en México (página 2).

Diez años después de la investigación de Abraham Téllez, otra tesis –presentada igualmente en la FFL de la UNAM para obtener el grado de maestro en estudios latinoamericanos por Daniel Kirk Crane, La formación de una Iglesia nacional mexicana, 1859-1872– se ocupó de seguir la pista a los padres constitucionalistas. Estos fueron sacerdotes católico-romanos que apoyaron la Constitución liberal de 1857 y se organizaron para crear un movimiento religioso alternativo al catolicismo conservador. Algunos de ellos serían personajes clave para el surgimiento de células protestantes entre 1864 y 1867. Este fue el caso de Manuel Aguilar Bermúdez.

El reciente volumen de Leopoldo Cervantes-Ortiz (Juan Amador, pionero del protestantismo mexicano, Cupsa-ayuntamiento de Villa de Cos-Cenpromex, 2015) se centra en estudiar a un liberal radical converso al protestantismo en Zacatecas. Amador (1817-1876) estuvo involucrado en lides libertarias como el apoyo decidido a la Constitución de 1857, combatió a los conservadores, se opuso férreamente a la invasión francesa y al imperio de Maximiliano, obtuvo el grado de coronel y fue presidente municipal de Villa de Cos entre 1861 y 1868.

Para Juan Amador, lo demuestra muy bien el autor de la obra, era imprescindible quebrar el dominio político, económico y cultural de la Iglesia católica romana. Por ello se identificó decididamente con la Constitución liberal de 1857, lo que se comprueba en el discurso que dirigió al pueblo de Villa de Cos en la solemnidad del juramento de la Constitución el mismo año que fue promulgada.

Juan Amador, observa Cervantes-Ortiz, inicia su discurso con una referencia bíblica (Tito 3:1), porque “era un lector agudo de las Escrituras en clave política. El documento, aderezado con otras citas bíblicas (del profeta Miqueas y los Evangelios), no duda en calificar la Constitución, en sus párrafos introductorios, de ‘código santo [en el cual] habéis visto consignados nuestros legítimos derechos, nuestras garantías individuales y los vínculos sagrados con que nuestra libertad se ha emancipado de la infame tutela de los déspotas y opresores’” (página 28). En ese 1857, Amador fue promotor de las libertades laicas y, al mismo tiempo, fervoroso anunciador de las verdades evangélicas, sin ser aún protestante en sentido estricto (página 30).

Diez años más tarde, ya cercano al protestantismo, Juan Amador publica El despertador de los fanáticos: extracto de los retratos de varios papas. Su crítica al sistema papal, resume Leopoldo Cervantes, la conforma una larga revisión histórica del papado desde los inicios del cristianismo y es un ejercicio de análisis bíblico, teológico e histórico, notable por el énfasis moral con que se aborda el comportamiento de los obispos de Roma (página 35). El propio Amador afirma cuál es el fundamento de su crítica: el Evangelio es el manantial de donde se derivan nuestras creencias religiosas, así que todo lo que de él se separe o se le oponga es con la misma evidencia una falsedad y una mentira.

Sería el contacto e intercambio de ideas con protestantes de Villa de Cos y otros lugares fuera de Zacatecas, proceso bien documentado por Leopoldo Cervantes, lo que llevó a Juan Amador hacia las filas del protestantismo. El converso inicia en 1869, junto con otros, la publicación de La Antorcha Evangélica, primer periódico protestante del país, y es su director hasta 1873.

En comunicado hecho publicar originalmente en Don Simón, de Fresnillo, y reproducido por El Siglo Diez y Nueve en la ciudad de México el 7 de marzo de 1869, casi 50 protestantes, entre ellos Juan Amador, su hijo Elías, Severo Cosío y Julio Mallet Prevost, dieron a conocer que en junio de 1868 fue fundada la congregación evangélica de Villa de Cos. Este grupo, junto con otros que se le agregaron, construyó un templo que fue inaugurado el 12 de junio de 1870, con el nombre de Iglesia Evangélica. Ese día la dedicación del lugar y la predicación las tuvo a su cargo Juan Amador. El perfil presbiteriano comenzó a tenerlo hacia finales de 1872, con la llegada del primer misionero estadunidense, Paul H. Pitkin. El núcleo liderado por Juan Amador se transformó en la Iglesia Presbiteriana El Sinaí.

Finalmente, el libro sobre Juan Amador será presentado mañana jueves en la Comunidad Teológica de México, San Jerónimo 137, colonia San Ángel, a las 18 horas. La entrada es libre.