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Por estigma, quizá Prince tuvo miedo de pedir ayuda, afirma experto
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de abril de 2016, p. 6

Chicago.

Los últimos días de Prince y su inesperada muerte a los 57 años han generado interrogantes entre expertos familiarizados con sobredosis de opioides. El deceso del músico podría representar una de las tragedias más públicas en la crisis de sobredosis que afecta a Estados Unidos.

Un funcionario dijo el jueves que los investigadores revisan si Prince murió por una sobredosis y si un médico le estaba recetando medicamentos en las semanas antes de que fuera encontrado sin vida en su casa en un suburbio de Minnéapolis. El funcionario recibió información sobre el caso y habló bajo la condición de permanecer en el anonimato.

No se sabe con precisión si Prince era adepto a los analgésicos, pero algunos se preguntan si el estigma en torno a la adicción impidió que él, quien se creó una reputación de vivir sobriamente, buscara ayuda si se estaba volviendo dependiente.

¿El tratamiento para el dolor lleva a la adicción?

Con una buena supervisión, los opioides pueden ayudar a aliviar el dolor con un pequeño riesgo de adicción, según una revisión sistemática de estudios disponibles de 2010.

Si no tienes antecedentes de adición, tienes unos 40 años y recibes tratamiento para el dolor con opioides, las posibilidades de que te vuelvas adicto son bajas, dijo Maia Szalavitz, autora de Unbroken Brain, libro recientemente publicado sobre adicción. Un estudio a miles de visitas a salas de emergencia por sobredosis halló que sólo 13 por ciento de las víctimas tenían un diagnóstico de dolor crónico. Si Prince se volvió adicto, dijo Szalavitz, quizá rechazó la idea de buscar ayuda.

El estigma asociado con la adicción pudo ser lo que lo mató, dijo. Quizá tenía miedo de buscar ayuda, quizá la buscó antes y fue tratado sin respeto o de manera improductiva.

Antídoto

¿Qué es la naloxona?

El antídoto para sobredosis nalo-xona ha salvado vidas por décadas, revirtiendo los efectos de los opiáceos desde que se aprobó en 1971. Las salas de emergencias de los hospitales y las cuadrillas en ambulancias usan una versión genérica inyectable para revivir a personas cuya respiración se ha hecho lenta o se ha detenido durante una sobredosis.

Programas de intercambio de jeringas en muchas ciudades distribuyen equipos con naloxona. Expertos consideran que estas reparticiones son una historia de éxito en la salud pública que ha salvado miles de vidas.