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Las armas en 2015
C

omo todos los años, hacia el principio de la primavera boreal, se divulga la esperada actualización anual de los informes del Sipri –el benemérito Instituto Internacional de Estocolmo de Investigaciones de la Paz (www.sipri.org)– que constituyen la fuente más completa, confiable y cuidadosa de información y análisis sobre las tendencias del gasto militar y el armamentismo en el mundo. Como todos los años, dedico una entrega de esta colaboración catorcenal a destacar, mínimamente, algunos de los aspectos que me parecen más relevantes de la nueva entrega, ahora referida a 2015 y fechada el 5 de abril, hace un mes.

Un dato inicial importante es que, a diferencia del quinquenio anterior, a partir de 2011, periodo en el que se había contraído, en 2015 el gasto militar mundial marcó un leve repunte –estimado en uno por ciento. El estudio revela que el gasto militar se ha visto frenado por el colapso de los precios del petróleo. Puede observarse que los años de auge petrolero del decenio pasado, manifestado tanto en los precios como en el hallazgo de nuevas reservas, coincidieron con elevaciones considerables del gasto militar en buen número de países. “Sin embargo, el crash de los precios petroleros iniciado en 2014 ha revertido esta tendencia en muchos países dependientes de los ingresos petroleros. Para 2016 se prevén cortes adicionales”. Las mayores caídas correspondieron a Venezuela (-64 por ciento) y Angola (-42 por ciento), entre varias otras de menor monto. Quizás haya que considerar esta caída del gasto bélico como uno de los escasos subproductos positivos del derrumbe petrolero.

Entre los adalides del armamentismo –algunos de los cuales son también grandes exportadores de crudo– la expansión del gasto militar continuó imparable, con una excepción. El país de mayor gasto militar, cuya erogación supera con mucho al conjunto de las tres que le siguen, Estados Unidos, registró una contracción de 2.4 por ciento, para cerrar en 596 mil millones de dólares. Este monto supera la suma del gasto de China (215 mil millones de dólares con alza de 7.4 por ciento), Arabia Saudita (87 mil 200 millones de dólares, 5.7 por ciento más) y Rusia (66 mil 400 millones de dólares, con crecimiento de 7.5 por ciento). El mundo de las armas sigue dependiendo críticamente de lo que ocurra en Estados Unidos.

El Sipri concluye que la sostenida declinación del gasto militar de los países avanzados de Occidente, que ocurrió pari passu con la gran recesión, a partir de 2008-2009, parece estar llegando a su fin por una combinación muy compleja de tensiones geopolíticas internacionales y circunstancias y políticas nacionales. Podría agregarse que el gobierno de Estados Unidos se ha convertido en impulsor de mayor gasto bélico de sus aliados para reducir la contribución que se espera de él. Cuando Obama, con esa libertad de lenguaje que ejerce en los últimos meses de su mandato, califica de free raiders a algunos de sus aliados europeos, los incita a asumir sus propias responsabilidades mediante mayor gasto militar.

En un apartado especial de particular importancia, el informe 2015 del Sipri discute la cuestión del costo de oportunidad del gasto militar en términos del gasto de desarrollo social, en concreto el gasto en salud. Se discuten dos cuestiones: a) en qué forma los gobiernos han atribuido prioridad al gasto militar más que al gasto en salud en los pasados 15 a 20 años, y b) qué resultados se hubieran alcanzado a escala mundial si parte de lo gastado en las fuerzas militares se hubiera destinado al desarrollo social. Las conclusiones indican, por una parte, “que la proporción de países que gastaron más en salud que en ‘defensa’ pasó de 61 por ciento en 1995-97 a 80 por ciento en 2011-13”, revelando mayor prioridad al gasto en salud. Hubo excepciones, sobre todo en Europa oriental y Medio Oriente. Sin embargo, no se encontró correlación significativa entre los dos fenómenos: los aumentos o disminuciones del gasto militar no están correlacionados con caídas o elevaciones en el gasto en salud.

Esta parte del informe del Sipri abre una línea de investigación muy prometedora. Determinar el costo de oportunidad del gasto militar en términos de gasto en mitigación del cambio climático, es decir, en erogaciones orientadas a abatir las emisiones de gases de efecto invernadero podría revelar posibilidades de sinergias muy atractivas y traería a la mesa de las discusiones opciones novedosas de movilización de recursos para una de las mayores prioridades de la humanidad, la contención del calentamiento global.

Conviene detenerse un momento, finalmente, en la situación en nuestra región: América Latina y las Antillas. Las secuelas de la crisis han abatido, en general, el gasto público, incluido el militar. Para la subregión de América Central y las Antillas –en la que el Sipri incluye a México– se registra en 2015 un aumento de 3.7 por ciento, sobre 2014, en el gasto militar total en 2015, para un monto de 9 mil 500 millones de dólares. “En esta zona, las tendencias del gasto militar reflejan los niveles extremos de la violencia criminal organizada y la creciente implicación de las fuerzas armadas en el combate a las gangs y cárteles de la droga. El gasto militar de México continuó creciendo en 2015 (en 3.6 por ciento), con monto de 7 mil 700 millones de dólares, 92 por ciento mayor que en 2006. El gasto militar en Honduras –que tiene la segunda tasa de homicidios más alta del mundo– aumentó en 186 por ciento entre 2006 y 2015, la tasa más elevada de la subregión. El gasto militar de Honduras se financia en parte con el producto de un ‘impuesto especial para la seguridad de la población’ establecido en 2012 para recaudar fondos para los militares, la policía y las agencias de inteligencia”.

La reducción general del gasto militar en América del Sur (-4 por ciento para un monto de 57 mil 600 millones de dólares) obedeció a la reducción ya señalada en Venezuela, atrapada por la crisis. “Ecuador –que había sostenido altos niveles de gasto miliar por varios años, financiados por los ingresos petroleros– lo redujo en 11 por ciento en 2015, mientras el gasto de Brasil también se contrajo, en 2.2 por ciento, a causa de la recesión”. Varios otros países –entre ellos Colombia, Paraguay, Perú y Uruguay– mostraron alzas, en agudo contraste con la deteriorada situación económica reportada por la Cepal

El informe anual de Sipri se confirma como la fuente por excelencia para el estudio del gasto militar en el mundo.