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Ver día anteriorJueves 5 de mayo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Una crisis duradera
D

e acuerdo con la información publicada el sábado pasado por Eurostat, el PIB de la eurozona creció 0.6 por ciento en el primer trimestre de 2016. Lo importante de este dato es que logró un PIB en millones de euros de 2,280.9, que después de ocho años supera el de 2,471.4 logrado en el primer trimestre de 2008. La Gran Recesión le deja a esta parte de Europa un saldo de ocho años perdidos, 23 millones de personas sin empleo y, lo que probablemente sea lo más grave, una nueva normalidad en la que las crisis se suceden y lo seguirán haciendo en el futuro próximo. De estas diferentes crisis sobresale la de gestión de la propia crisis.

Esta crisis de gestión se comprueba si se compara este desempeño de la eurozona con el de Estados Unidos (USA), el Reino Unido (UK) o los países de la OCDE en conjunto. Esta comparación muestra que USA y los países de la OCDE recuperaron el PIB previo a la crisis en el primer trimestre de 2011 y UK lo hizo en ese mismo trimestre pero de 2013. Consecuentemente, cinco y tres años antes que la Europa del euro este grupo de países empezaron a crecer, de modo que en este momento USA ha crecido alrededor de 11 por ciento, en tanto que UK lo ha hecho en cerca de 7 puntos porcentuales.

Pudiera pensarse que los países de la eurozona tardaron en recuperar su capacidad de producción ocho años, pero a partir de este momento crecerán dinámicamente  y recuperarán el protagonismo perdido. Las estimaciones de lo que crecerán este año y el próximo estas economías, presentadas por el FMI hace un par de semanas muestran que no será así. La eurozona seguirá en condiciones de práctico estancamiento. Los pronósticos indican que los 19 países de la Europa del euro crecerán apenas 1.5 por ciento este 2016 y 1.6 en 2017. Consecuentemente diez años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, que iniciará la Gran Recesión, estos países habrán crecido 3.5 por ciento, lo que señalará que perdieron 10 años de crecimiento.

No será esta la situación para los estadunidenses o para los británicos que se espera presenten un crecimiento de 2.4 y 2.5 por ciento en 2016 y 2017 y 1.9 y 2.2 en esos mismos años, respectivamente. Lo notable es que en Estados Unidos, en el Reino Unido y en la eurozona desde hace años se ha privilegiado el control de las finanzas públicas y de la deuda gubernamental por encima de los requerimientos necesarios para consolidar la recuperación que estaba en curso en 2010. Lo que les diferencia es la política monetaria que instrumentaron sus bancos centrales.

En Estados Unidos, desde finales de 2008 se decidió instrumentar una política monetaria no convencional, que se denominó como Relajamiento Cuantitativo (QE, por sus siglas en inglés) que adquirió instrumentos financieros para dar liquidez a los bancos. El Banco de Inglaterra pronto se  incorporó a este novedoso curso de acción de un banco central. Hay razones fuertes para señalar que esta política monetaria no convencional no logró todos los objetivos que se propuso. Pero es claro que logró que la dinámica del producto y de la creación de empleo en los países en los que se aplicó fueran mejores que en aquellos en los que se mantuvo una política monetaria ortodoxa.

Justamente por esto cuando terminó el período de Jean Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo y fue sustituído por Mario Draghi la política de ese banco se modificó sustancialmente. Muy rápido se instrumentó un programa de refinanciamiento de largo plazo destinado a dar liquidez a los bancos comerciales. Unos meses después se decidió incorporarse a los programas de relajamiento cuantitativo, una vez que las reducciones de la tasa de interés de referencia hubieran llegado a su límite cero.

La economía de la eurozona ha desperdiciado ocho años. No se trata de que a ellos les golpeará más duramente la crisis financiera. Se trata de que ellos instrumentaron políticas que impidieron que en sus economías se consolidara la recuperación en  curso. Sus gobiernos decidieron actuar en sentido contrario: Su población lo ha pagado. Sus errores han costado mucho.