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La CNT escenifica Enrique IV, primera parte, de Shakespeare, en el teatro Julio Castillo

Diseccionan la corrupción del poder y la opacidad de sus discursos políticos

La verdad histórica de la tragedia de Ayotzinapa tiene similitud con la obra, dice el director

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El actor Marco Antonio García interpreta a Enrique IV, primera parte en la puesta en escena de la obra del dramaturgo inglés William Shakespeare, que ayer comenzó temporada en el recinto ubicado en Reforma y Campo Marte, Bosque de ChapultepecFoto Sergio Carreón Ireta/CNT
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En los hechos atroces de Ayotzinapa la verdad aparece a partir de las fisuras de ese discurso opaco, que por fortuna se va deshaciendo frente a la sociedad, afirma Hugo Arrevillaga, director del montajeFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de mayo de 2016, p. 6

Los corruptos mecanismos internos del poder, los cuales éste se empeña en conservar y sostener mediante la opacidad de sus propios discursos políticos, se ven reflejados en la obra Enrique IV, primera parte.

Esa puesta en escena, con la Compañía Nacional de Teatro (CNT), tendrá una nueva temporada en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque.

Con dirección de Hugo Arrevillaga, esa obra fue pensada originalmente para escenificarse a cielo abierto, por lo que se ha presentado en varios foros desde su estreno en 2012, como en el Zócalo capitalino, dentro del estreno de La Corrala del Mitote, foro al aire libre.

Desde entonces ha ofrecido funciones en los festivales Globe to Globe y Bitola en Skopie, en la República de Macedonia, y en el Centro Nacional de las Artes en 2015; en este último espacio, por primera vez se escenificó en un teatro convencional, con la adaptación escénica de Octavio Michel, director residente de la CNT.

Una nueva oportunidad surge para apreciar la obra de William Shakespeare, en la que conviven la nobleza y la ralea. Hal, el príncipe heredero, habita en esos dos mundos. Uno, el de la nobleza, es el de la culpa y la exigencia irresueltas de un monarca y un padre que se piensa redentor, en busca más de su propia e imposible paz que la de su hijo, explicó en 2012 Alfredo Michel Modenessi, traductor de la obra.

La otra es la no menos poderosa seducción que niega todo principio. Falstaff, especie de padre adoptivo del príncipe Hal, representa el vicio corrosivo y fascinante del placer y la sobrevivencia, así como la crítica a ese mundo que impone el deber y el honor como máscaras.

Similitud con la realidad del país

Para Hugo Arrevillaga la opacidad de los discursos políticos del poder que se encuentran en la obra de Shakespeare tienen un reflejo o similitud en lo que vivimos en el país.

“Por ejemplo, los insostenibles discursos de la PGR, de la ‘verdad histórica’, frente a los hechos atroces de Ayotzinapa. En ese sentido, la verdad aparece a partir de las fisuras de ese discurso opaco, que por fortuna se va deshaciendo frente a la sociedad.

Shakespeare señala ese tipo de cuestiones para destacar que a final de cuentas los seres humanos, envueltos en el poder, tienden siempre a la corrupción, a construir un panorama que les sirva a sus propios fines y que parezca de bienestar, pero que implica en realidad un menosprecio por las personas, dijo el director de escena.

La obra, entre otras cuestiones, aborda cómo un príncipe y futuro rey puede encontrar las mejores lecciones para gobernar en una taberna, al tiempo que se enfrenta a dos modelos para gobernar: el de su padre, el monarca, y el de su amigo Falstaff.

Enrique IV, primera parte, con la Compañía Nacional de Teatro, se presenta del 5 de mayo al 5 de junio, con funciones jueves, viernes y sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas en el teatro Julio Castillo (Paseo de la Reforma y Campo Marte, estación Auditorio del Metro).