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Penultimátum

De banquero a pillo

E

s el delincuente de cuello blanco más cínico de la España posfranquista. También, el más presumido. Antes de ingresar por primera vez a la cárcel recibió elogios de personalidades de todo el mundo y numerosas distinciones. Pero el banquero exitoso e influyente en realidad es un pillo de siete suelas. Ahora por tercera ocasión está preso, en compañía de sus dos hijos y de su abogado principal.

Mario Conde es un personaje digno de una película dirigida por los hermanos Cohen. En su autobiografía cuenta su nacimiento en 1948 en el sur de Galicia, su educación en colegios de los hermanos maristas donde, afirma, no fue un estudiante sobresaliente, pero sí muy listo. Narra algunos problemas que ha enfrentado en la vida. Humilde en extremo, reconoce que ya en la universidad no faltaron los que afirmaran que su inteligencia no era humana, sino angelical. Terminó sus estudios de abogacía, se casó en tres ocasiones. Y después de una corta carrera de inversionista y dirigente de pequeñas empresas invirtió su dinero en un banco, Banesto, el cual dirigió entre 1987 y 1993.

No solamente era un banquero exitoso, sino indispensable en el mundo social y académico de España. Hasta la Complutense lo invistió doctor honoris causa. Y Juan Pablo II lo tuvo cerca de su corazón, al grado de dictar en el Vaticano una conferencia magistral sobre ética y capitalismo.

Pero en 1994 el gobierno tuvo que intervenir Banesto por malos manejos de su presidente, lo que ocasionó un boquete financiero de 3 mil 700 millones de euros, causando la ruina de muchos ahorradores. Conde cayó de la gracia de una España que no sabe valorar a los grandes. Ese año pisó la cárcel por primera vez, pero salió libre pagando una elevada fianza. Lo haría de nuevo en 1998, acusado de apropiarse de millones de euros de Banesto. Al inicio de este siglo fue condenado a 20 años de prisión.

Pero en 2008 obtuvo su libertad condicional y se convirtió en estrella de la televisión con un programa, El gato al agua. En paralelo buscó disfrutar otra vez del aprecio de la alta sociedad gracias a una vida llena de lujos. Practicaba el budismo, el sufismo, el taoísmo. Hasta financió una película donde cuenta su vida.

Mas no hay felicidad completa para los grandes hombres. Nuevamente está detenido, acusado de ocho delitos. El principal: intentar lavar 13 millones de euros, parte del dinero que robó cuando era banquero. Los tenía a buen resguardo en Suiza. En esa operación y en otras más ilegales participaron sus hijos Alejandra y Mario.

Conde alguna vez fue sincero y dijo que hizo lo mismo que todos los banqueros. Ayudé a los partidos, a la monarquía en varias cosas. Pero se cuidó de dar nombres. No hace falta. Cada día se conoce un nuevo entramado delictivo de otros grandes personajes y políticos de España.