Opinión
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México: 10 en conducta

Cero en aprovechamiento

Oro por espejitos, otra vez

M

aravillado por los espejitos que prometió entregarle, el tecnocrático gobierno mexicano (con sus distintas caretas en las últimas tres décadas y pico) se arrodilló, entregó todo el oro nacional y se plegó a las órdenes del llamado Consenso de Washington.

Desde 1982 el gobierno neoliberal hizo la tarea, pero lo ha hecho mal. Siguió las recomendaciones, pero no logró buenos resultados. Los indicadores de competitividad del Foro Económico Mundial dan cuenta de ello, y ningún país desarrollado alcanzó ese nivel sin un sólido sector privado nacional y un gobierno eficaz y transparente, y obviamente México carece de ambos.

Como bien anota el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), en competitividad México ocupa posiciones que no corresponden a la economía 15 del mundo, por tamaño del PIB. Los resultados en los pilares relacionados con el desempeño de las instituciones públicas, ética, seguridad y corrupción son los menos favorables. Encontrarse al mismo nivel de naciones africanas o de algunas latinoamericanas que hace 30 años enfrentaban problemas de guerrillas militares, no es una buena señal.

La mayor parte de las reformas recomendadas por el Consenso de Washington fueron aplicadas en México; algunas, como la apertura económica, ya acumularon 30 años de vigencia. En 2016 se cumplen tres décadas de que México entró al GATT, hoy Organización Mundial de Comercio (OMC).

El gobierno mexicano se apegó a las políticas de la OMC, como recomendó el Consenso de Washington, pero la duda persiste: ¿por qué México no crece? La justificación no es la falta de disciplina a los lineamientos del Consenso de Washington, anota el IDIC y se cuestiona: ¿por qué no hay mejores resultados?

En el contexto, el citado instituto señala que los grandes pensadores económicos subrayan que la mayor parte de las economías del Pacífico asiático, las más exitosas de los últimos 40 años, aplicaron modelos híbridos que no se apegaron a las recomendaciones del Consenso de Washington.

En pocas palabras, anota, reconocieron las tendencias mundiales de apertura y flexibilización económica, pero se prepararon en función de sus necesidades elaborando programas y estrategias para fortalecer a sus empresas nacionales. Las prepararon para competir en la economía global. Educación de calidad, infraestructura competitiva, financiamiento, desarrollo industrial, cultura innovadora, combate a la corrupción y apertura económica regulada fueron algunos de los elementos centrales de su estrategia. En muchas ocasiones se confrontaron con las recomendaciones del FMI y el Banco Mundial, y no cedieron en lo esencial.

A la vuelta de los años el resultado es claro, y si bien las naciones asiáticas no sacaron 10 en conducta, sí alcanzaron esa calificación en aprovechamiento, subraya el instituto de referencia.

¿Qué sucedió con México a lo largo de ese mismo periodo? El IDIC detalla que el país es un ejemplo de buen comportamiento, pero sólo crece 2.5 por ciento. Y eso cuando Estados Unidos lo hace por arriba del 2 por ciento.

Dos puntos adicionales incluye el IDIC: ¿por qué México no crece si en teoría siguió las recomendaciones de los organismos internacionales de forma ortodoxa?, y ¿qué pasa si el mayor rezago en competitividad recae en las instituciones públicas? Se implementaron estrategias que no transformaron la operación del sector público. Además, la lógica de los postulados del Consenso de Washington requería elevar la productividad de las empresas, en consecuencia, se debió facilitar su operación e implementar adecuadamente los pilares para fortalecer la innovación que se realiza en México ¿Y si el problema es que en realidad no se fortaleció el desempeño del sector privado nacional?

De acuerdo con el instituto de referencia el mayor rezago se encuentra en las instituciones públicas. Allí radica la primera área de oportunidad. El sector privado y el sistema económico tienen un mayor grado de avance, aunque permanecen rezagados respecto a lo que se requiere para estar en los 20 lugares más destacados. De hecho, Chile ejerce el liderazgo en competitividad de América Latina.

A todas luces el sector privado mexicano tampoco ha dado el ancho (y en tres décadas el gobierno entregó todo al grupúsculo que lo encabeza), pero el IDIC cree que sería el menos atrasado en todo. “México ha implementado de manera ortodoxa las recomendaciones del Consenso de Washington y las directrices de los organismos internacionales; sin embargo, no lo ha hecho exitosamente.

El instituto detalla que lo anterior señala una contradicción básica: se quiere promover una economía de mercado sin generar las condiciones básicas para que esto ocurra. La primera discrepancia radica en la eficiencia y eficacia de las instituciones públicas. Se debe mejorar sustancialmente su desempeño. Representa la mayor área de oportunidad que tiene el país, no se puede compartir el mismo lugar que los países más pobres del mundo.

La segunda recae en la productividad total de los factores. Se ha fallado en generar una economía innovadora y transformadora, capaz de generar mayor valor agregado. Esto no es algo menor, representa el corazón económico de la lógica de mercado con la que se elabora la medición del Foro Económico Mundial, pero en la práctica no se puede elevar la productividad sin las empresas privadas. En México el 95 por ciento de los establecimientos tiene menos de diez trabajadores y la mayor parte son informales.

Para incrementar la productividad se debe comenzar con un proceso de formalización de la economía. De igual forma es preciso implementar medidas de mejora regulatoria a nivel nacional, y utilizar a las medianas y grandes empresas como mecanismo generador de crecimiento económico. Para esto se debe propiciar un acuerdo nacional que permita mejorar las condiciones de las empresas. Mejorar las condiciones de competitividad requiere que se garanticen las mismas condiciones para todas las empresas: las mexicanas deben tener, por lo menos, las mismas garantías fiscales y de promoción que las extranjeras, porque hoy se vive una época de proteccionismo inverso; las condiciones son más propicias para la inversión extranjera, concluye el IDIC.

Las rebanadas del pastel

Ahora resulta que todos los políticos y sus depredadores empresariales (o al revés) ¡tienen madre! Increíble.

Twitter: @cafe-vega