Mundo
Ver día anteriorJueves 19 de mayo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El chavismo fracasó en construir una economía sustentable: NYT

Funcionarios y medios de EU alertan sobre un posible colapso venezolano
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 19 de mayo de 2016, p. 23

Nueva York.

Venezuela, de repente y una vez más, es noticia en Estados Unidos. Altos funcionarios de inteligencia y los medios masivos alertan sobre un posible colapso del país y hasta de un golpe de Estado.

El rotativo más influyente de Estados Unidos, el New York Times, publicó un editorial esta semana que atribuye toda la responsabilidad de la crisis en Venezuela al gobierno de Nicolás Maduro y al de su antecesor Hugo Chávez. En respuesta a la justificación de Maduro para imponer un estado de emergencia para frenar un golpe y enfrentar las amenazas internacionales y nacionales, el Times opinó que las amenazas que los venezolanos enfrentan hoy día no son el resultado de conspiraciones extranjeras o domésticas, sino del liderazgo desastroso de Maduro.

El editorial señaló la crisis en los hospitales (tema de un amplio reportaje del periódico), carencia de alimentos y productos básicos, y la violencia de pandillas armadas leales al gobierno; afirma que en los primeros tres meses de este año perecieron 4 mil 696 personas, cifra superior a los 3 mil 545 civiles asesinados durante todo el año pasado en Afganistán.

Esta crisis ha expuesto la promesa vacía de las políticas socialistas que Maduro y su antecesor Hugo Chávez han promovido desde finales de los años 90, subrayó. Afirmó que aunque muchos venezolanos fueron beneficiados por un tiempo, el gobierno fracasó en construir una economía sustentable. A la vez, critica que el gobierno no ha acudido al Fondo Monetario Internacional u otras instancias para rescatar su economía.

Días antes, el gobierno de Barack Obama convocó a un grupo selecto de reporteros de medios nacionales –incluidos el Washington Post, el Wall Street Journal y Los Angeles Times– para que altos oficiales de inteligencia advirtieran que Venezuela estaba al borde de un colapso que podría llevar incluso a un golpe de Estado (como reportó La Jornada: www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/05/14/inteligencia-de-eu-advierte-de-un-colapso-en-venezuela).

El Washington Post, por lo menos, recordó que Estados Unidos había deseado muchas veces el fin del gobierno chavista, y que el gobierno de Obama y su antecesor habían acusado a su contraparte venezolana de corrupción, abusos de derechos humanos y narcotráfico, además de que han apoyado a la oposición política. Pero ahora los altos oficiales de inteligencia declararon que aquellos días en que Washington alentaba el fin del chavismo ya se acabaron y ahora no está a favor de ningún otro resultado que evitar la violencia política.

Sin embargo, a principios de mes, el Post publicó una artículo de su subdirector de opinión, Jackson Diehl, que no ocultaba su perspectiva. Las noticias alentadoras desde América Latina son que populistas de izquierda que durante 15 años habían minado las instituciones democráticas y destruido las economías de la región han sido empujados hacia afuera, no por golpes ni juntas, sino por medidas democráticas y constitucionales, y puso de ejemplo los casos de Cristina Fernández y Dilma Rousseff. Agregó que en el caso de Venezuela, el régimen que fomentó esta pesadilla (en su país), encabezado por Hugo Chávez hasta su muerte en 2013, va de salida: no puede sobrevivir a la crisis económica y el descontento masivo que ha creado.

Aparentemente nadie preguntó si Estados Unidos participa de alguna manera en la disputa interna, si aún financia a agrupaciones de oposición o si está interviniendo de alguna manera. Más bien, los medios dieron a entender que Washington y sus funcionarios de inteligencia son sólo observadores internacionales preocupados por la situación en Venezuela. Una nota del Times sobre estos oficiales acabo así: los oficiales reconocieron que Estados Unidos tenía influencia limitada en Venezuela, donde el gobierno ha denunciado la intromisión estadunidense por la inestabilidad.

La Agencia de Desarrollo de Estados Unidos (USAID) solicitó para el año fiscal 2017 incrementar su presupuesto para Venezuela en más de un millón de dólares, a un total de 5 millones 500 mil, para defender prácticas democráticas, instituciones y valores que apoyan los derechos humanos, la libertad de información y la participación de la sociedad civil. Por otro lado, el Fondo Nacional por la Democracia (NED) otorgó más de 1.5 millones de dólares en 2015 a agrupaciones y proyectos en Venezuela para promover valores e ideas democráticos, derechos humanos, participación electoral y el desarrollo de una economía de mercado, entre otras iniciativas.

En tanto, una delegación de legisladores venezolanos de oposición encabezada por Luis Florido, presidente de la comisión de Relaciones Exteriores, viajó a Washington con el mensaje de que habrá un cambio político en su país. Según reportes, los legisladores deseaban la difusión pública de la lista secreta de funcionarios venezolanos sujetos a sanciones y presión estadunidenses para que Maduro acepte una elección.

Antonio González, presidente del Instituto William C. Velasquez y dirigente latino y veterano de luchas políticas sobre las relaciones, e intervenciones, de Estados Unidos en América Latina, comentó a La Jornada: obviamente están preparando el terreno, tanto aquí como en el hemisferio, para promover el fin del modelo chavista. “Es el toque de tambor tan conocido que precede las intervenciones de Estados Unidos en América Latina… donde los medios masivos actúan con mentalidad de manada, esta vez enfocada sobre el gobierno bolivariano de Venezuela”.

González indico que “la triste verdad es que Venezuela sufre –como tantos otros países dependientes de exportaciones de materias primas– el desplome de los precios del petróleo que causan grave recesión y carencias de moneda extranjera”. Sugirió que si de verdad Washington está preocupado por ese pueblo, la política estadunidense debería ofrecer asistencia humanitaria en lugar de promover el fin de un gobierno democráticamente electo.