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De nuestras Jornadas

Una golondrina no hace verano

M

ucho ha sido el barullo que se ha hecho a partir de que se autorizó que el próximo Tianguis Turístico se lleve a cabo en Acapulco. Presentan este acto como el gran salvador del puerto y como complemento del supuesto auge que se avecina. Dijeron ya que vendrán decenas de cruceros.

La realización del tianguis en Acapulco en 2017 es, obviamente, muy importante, pero no significa que ya se enderezó el barco y llegará a puerto en forma segura y tranquila.

El tianguis significa un incremento de la ocupación hotelera durante los pocos días que dure. Habrá que preguntar cuáles serán los beneficios que acarrea la realización de citas para que prestadores de servicios turísticos hagan negocios y qué tan efectiva puede ser la promoción para que vengan más paseantes, lo que podría ser el mayor logro.

Aun en el supuesto de que los asistentes al tianguis, de vuelta a sus lugares de origen, logren interesar a sus paisanos en que visiten Acapulco y efectivamente estos vengan, eso no sucederá de inmediato.

Otra: quienes vengan encontrarán prácticamente el mismo Acapulco que había en el año 2000, cuando el gobierno de Vicente Fox lo consideró acabado, colapsado, sin nada que ofrecer al visitante.

Rodolfo Elizondo, entonces secretario de Turismo, advirtió a los hoteleros sobre la necesidad de remodelar sus instalaciones. Hasta la fecha, uno que otro lo ha hecho, pero la mayor parte de las zonas tradicional y Dorada permanecen sin mejoras.

En ese aspecto, Acapulco Diamante dispone de cierta oferta; entonces, sería esta zona la que cobraría vida, en tanto la Dorada quedaría a la zaga y la tradicional prácticamente está muerta.

Nunca se ha atendido la necesidad de diversificar los atractivos. Los proyectos emprendidos cuando empezaron a alejarse los visitantes –como los que impulsarían el turismo cultural y el ecológico– quedaron en nada.

Por otro lado, no se abren más vuelos internacionales porque no se garantiza la venta de determinado porcentaje de asientos, y se argumenta que el turismo extranjero no fluye porque no hay vuelos.

Así seguimos, sin un proyecto serio que prevea la visita de foráneos, dependiendo de los nacionales, no atraídos por promoción alguna, sino por la cercanía del destino y sus precios bajos.

Las autoridades buscan dejar pasar el tiempo para terminar su administración sin pena ni gloria, tratando de curar con aspirinas lo que requiere cirugía mayor.