21 de mayo de 2016     Número 104

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Concebir ideas y realizarlas:
el club de Ciro Peraloca


FOTOS: La Jornada del Campo

Francisco Beltrán López, un contador de 48 años de edad, maestro tornero, fundidor y soldador asentado en Coatepec, es un personaje clave para La Ceiba Gráfica.

Con ocho años de relación intensa, el maestro Per considera a Francisco ‘un capital súper importante’ pues de entre unos 60 talleres que fabrican, reparan y dan mantenimiento a maquinaria agrícola en Coatepec, sólo el de Francisco se ha mostrado dispuesto a trabajar en los inventos que requiere La Ceiba.

El procedimiento es así: “Hago un dibujo, lo fotocopio, se lo doy a Francisco, lo comprende y hace la máquina. Nos ha hecho prensas litográficas por lo menos de dos tamaños, pilas holandesas para hacer papel, máquinas para trozar toallas viejas, pantalones de mezclilla y otros materiales para obtener fibra para papel; nos hizo una Naginata y otras cosas más pequeñas. También nos hizo una máquina tostadora de café”, dice Per. “Veo el dibujo, analizamos las ideas y las llevamos a cabo, nunca nos hemos quedado a medio camino, siempre hemos solucionado las inquietudes que tiene Per”, completa Francisco y precisa que sus trabajos los entrega en tiempos máximos de 60 días, no más.

El lugar donde trabaja del maestro hacedor de máquinas es un amplio taller dotado con tornos y fresadoras de diversos tamaños, toda clase de herramientas de mano y en un gran patio custodiado por una perra pastor alemán, donde se acumulan en desorden montones de fierros y componentes de todo tipo, tanto automotrices como agroindustriales y desechos de maquinaria agrícola. Junto al patio Francisco tiene un espacio cerrado donde produce setas, y en la parte de atrás un sembradío de hortalizas orgánicas y un corral con gallinas. Un lugar que, dice, es perfecto para reflexionar.

Cuando lo visitamos, el tornero está en proceso de elaboración de una nueva máquina inventada por Per que servirá para el secado del papel. “La base creativa de esta máquina está en lo que ves en los museos, en los libros de historia del papel, en rescatar tecnologías de muchos, muchos años atrás, pero con componentes nuevos como un termómetro digital, una aspiradora y la microfibra que viene de China y que sirve muy bien para el secado”, comenta Per.

“No todos los dueños de los talleres de Coatepec, especializados en tostadoras, despulpadoras, molinos y demás maquinaria asociada con el café quieren aventurarse en cosas diferentes, piensan: ‘no voy a estarme metiendo en un proyecto donde a lo mejor no gano nada y donde voy a estar perdiendo tiempo’. Por su mentalidad rutinaria, no aceptan los diseños que nosotros les proponemos. Pero con Francisco es diferente. Él dice ‘lo hago y hasta le mejoro el diseño’. Y lo trabaja con optimismo y buena gana. Tenemos una relación muy bonita, una relación que es de confianza y no de lana, de negocio, nunca regateamos los precios. Cuando salen bien las cosas lo celebramos muchísimo los dos. No hay mezquindad”, dice Per. Y explica que también “hay agrónomos que tienen sentido de la experimentación y se acercan a Francisco. Quieren encontrar la solución mecánica para beneficios secos de café, recolectores de nueces, seleccionadores y quebradores de nueces, o sea tecnología que se ocupa para satisfacer necesidades concretas, particularmente del campo. En el taller de Francisco confluimos así varios individuos con diferentes necesidades. Y allí nos encontramos todos. Es algo así como el club de Ciro Peraloca. Y con Francisco todo se resuelve. Es un lector nato de mecanismos, él sólo ve los engranes y dice allí está el problema. En su taller se generan soluciones”.

Entre la maquinaria que ha fabricado Francisco está un seleccionador de nuez de macadamia que clasifica nueve tamaños; un aparato muy sencillo que sirve para recoger del suelo ese tipo de nuez y que permite hacer en una hora y media el trabajo que tomaría, además de que el recolector no requiere agacharse; también un aparato que descascara la nuez de macadamia. Y otro que utiliza la cáscara como combustible para secar la propia nuez; la flama que genera tiene un poder calorífico que duplica cualquier otro material y un kilo de cáscara da una hora de lumbre. Recientemente ha trabajado para un laboratorio de medicamentos y entre sus máquinas cuenta un destilador de alcohol que permite obtener un producto con 99 por ciento de pureza, que sirve para limpiar equipo de laboratorio –aunque también se puede ingerir–, un destilador para elaborar aceites esenciales de canela y un molino de martillo para moler medicamentos.

Francisco también adaptó una máquina secadora de café para que sirviera como deshidratadora de nuez; le incorporó una cámara para no desperdiciar combustible y le hizo una “camisa” para cubrir el área de la secadora. Asimismo hizo que se mantuviera estática pues para el café se requiere que gire, mientras que para procesar la nuez no, pues perdería sus aceites.

“Las máquinas seleccionadora y deshidratadora de nueces de macadamia son para inversionistas chinos, que llegaron a Veracruz a comprar nuez, y les fabriqué esto porque van a seguir comprando aquí. Este fue el primer año que llegaron, y les maquilaron 49 toneladas. Quieren más. Llegaron a controlar mercado; aquí hay muchos productores de macadamia. En cambio, la maquinita para recoger la nuez sin agacharse la fui elaborando por puro gusto. Lleva su reja, su carrito para que lo puedan transportar y su agarradera. Ya que está lleno, se le mete una espiga, se tuerce y desahoga las nueces, y como la reja es de acero vuelve a su estado normal”, dice Francisco.

¿De dónde vienen las piezas para las máquinas que hace ese maestro tornero? “De donde sea, dice, pueden ser piezas automotrices, materiales de desecho… todo lo que las empresas grandes ya no quieren, a nosotros nos sirve”. Muestra un engrane grandísimo que servirá para la nueva máquina de papel de La Ceiba; era de una maquina secadora de café.

Francisco es enfático: “Nunca hago las cosas que me pide el cliente sin analizarlas. Si encuentro un detalle, lo analizo junto con él. No voy a hacer algo que no va a funcionar. Con el maestro Per el avance de su maquinaria es poco a poco, no de un solo tiro y las ideas a veces van saliendo conforme avanza la fabricación de la máquina”.

De alguna forma, la filosofía de La Ceiba Gráfica está presente también en el taller de Francisco. Si bien este hacedor de maquinaria se ha dedicado desde hace tres décadas a dar mantenimiento a beneficios de café y a recorrer la República atendiendo maquinaria agroindustrial y agrícola, ahora en su taller en Coatepec él combina su trabajo en la concreción y materialización de invenciones, con su gusto por el cultivo orgánico, su interés en la degustación del café y sus ganas de nuevos proyectos entre ellos la producción de setas, la deshidratación de frutas y la conservación de semillas.

Igual que Per y que el resto de la gente de La Ceiba, Francisco es un “multitareas”.

“Me he dedicado a trabajar con muchas empresas; aquí apenas llevo dos años fijo. Anduve en varios lugares trabajado en equipamiento agrícola. En maquinaria de café estuve trabajando en Chiapas, Hidalgo y Oaxaca; en Zacatecas hice el equipo para clasificar orégano, que se compone de cinco o seis máquinas; a Guadalajara fui a instalar un tren de morteado de café…

“Estoy empezando, desde hace un mes, a trabajar un pequeño terreno en el propio taller, donde tengo gallinas, hortalizas (cebolla, cilantro, betabel, rábano, epazote). Antes esto era monte, la gente botaba aquí la basura, ahorita estamos hidratando la tierra con abono orgánico. Siembro por gusto. Mis abuelos tenían muchos campos, de hecho mis tíos tienen. Como yo me dediqué a la maquinaria, no pude trabajar el campo pues en el tiempo que se cosecha el café es cuando más trabajo tengo yo, en los beneficios. Por gusto, sí sería campesino, pero no da [económicamente hablando] para mis necesidades. Estoy casado, tengo una hija licenciada y otra que está en la secundaria. Esto [el campo] me da una hora de relajación. Vengo y riego las hortalizas. Antes me llevaba mis problemas del trabajo a la casa, ahora no. Me quedo aquí hasta las 9:00 o 9:30 pm y es cuando yo me dedico a estar inventando lo que vamos a hacer”.

En el punto extremo del taller, Francisco tiene un área donde produce setas; se dan en una especie de grandes sacos blancos. Allí él comenta su interés por deshidratar fruta: “quiero empezar con plátano de Chiapas, mues mucho se va al desperdicio”; también piensa en guayaba, que hoy se tira en los campos, “no se recolecta y se echa a perder”. Y, dice, “vamos a deshidratar epazote, y semillas que se pueden mantener por mucho tiempo en buen estado”.

Tan inquieto como Per, Francisco muestra un hermoso libro de fotografías periodísticas que encontró en la basura –había sido desechado, como muchos de los insumos que usa para fabricar sus máquinas– y habla emocionado por su gusto por el café, pero no tanto por las máquinas del café, sino que, dice, “me gusta más en taza, me llama la atención la degustación. El café de altura es el que tiene acidez, pero hay que saber manejarlo, porque esa acidez provoca agruras y daña el estómago. Hay que balancear esa acidez. Me gusta jugar mucho con los colores del café, no manejo un solo tostado, sino dos o tres, para mezclar acidez, cuerpo, aroma y sabores. Un tostado le va a dar las cualidades al café y el otro la fuerza a la taza. Se hace una mezcla y se obtienen las dos cosas.


Máquina para cortar en pequeños pedazos las toallas de algodón. Diseñada por Per Anderson y fabricada en el taller de Francisco Beltrán

La naginata es una máquina diseñada en Japón especialmente para trabajar la fibra de kozo. Su función no es de cortar las fibras, sino dispersarlas
FOTOS: Tomadas del libro La Ceiba Gráfica. Una década de arte sustentable y comunitario
 
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