21 de mayo de 2016     Número 104

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Testimonio

Thomas Strobel: carpintero,
escultor y maestro papelero

Soy alemán y soy carpintero, nací en Schwäbish Hall; llegué a Xalapa en 1983. Desde hace seis años estoy en el proyecto de La Ceiba. A Per lo conozco desde hace dos décadas, cuando él daba clases de dibujo en la Universidad Veracruzana. Por lo mismo, conocí a todos los amigos de aquí. Un día vine y pregunté qué podía yo hacer, primero me puse de ayudante de litografía, estuve como un año y me gustó, es bonito, es un oficio muy perfeccionista; luego se fue el papelero y le pedí a Per tomar esa posición. Todo esto son artes, y cuando uno se mete hay que especializarse. He aprendido mucho en el lote papelero en el que estoy desde hace unos tres años. Me informé bastante, he ido a museos y molinos de papel en Europa, aunque allá son muy herméticos y cada uno tiene sus propio Picasso, unos hablan mal de los otros. Allá hay cientos de molinos.

También soy carpintero, ese es mi oficio. He hecho un montón de ventanas y varias cosas de madera para el Museo del Papel. Toda la carpintería del Museo la hicimos Per y yo en tres semanas. Cuando nació La Ceiba Gráfica, hace 11 años, tuvieron un carpintero de planta y Per trabajaba con él a toda velocidad, de forma increíble. Las sillas las hicieron en lotes de 20 o 30, en semanas o pocos meses y, habitación tras habitación, en un año ya estaba todo amueblado. Uno tiene que ser constante. Por ejemplo, para imprimir litografías, tienes que estar todos los días allí, siempre, y empiezas a cometer errores cuanto no estás allí.


FOTO: Tomada del libro La Ceiba Gráfica. Una década de arte sustentable y comunitario

¿Cuál es mi aspiración en La Ceiba? Hacer un papel mejor, una hoja más grande, una que se pueda mostrar, que sea buena, que haya sido hecha aquí y que podamos hacer cien hojas así. Entonces vendrá el siguiente reto, que es probablemente trabajar el kozo, un árbol japonés que ya tenemos en La Ceiba y cuya fibra sirve para hacer papel. Vine de Alemania siendo bastante joven, y me gustó mucho México. Hoy tengo hijos adultos mexicanos.

En Europa todo está hecho y no hay margen para desarrollarse. Yo no puedo ser alguien como aquí, allá hay como 300 molinos de papel, el mío tendría que ser el último. Aquí es el primero. Además México está en crecimiento y continuará así durante 20 o 30 años. Se necesitan maestros, se necesita todo tipo de gente porque crece el país y la sociedad crece. Hay siempre gente que sale de las universidades y hay creatividad, además de que el arte mexicano está de moda en el mundo. Artistas mexicanos están en París y en todos lados, porque están de moda. Alemania no está de moda. Además la vida es mucho más fácil aquí en México. El papeleo es fácil, no es complicado. Se puede uno concentrar plenamente en lo que está haciendo.

Aquí en La Ceiba uno puede encontrar un lugar en la vida. De eso se trata. Pasan muchos por aquí y no les gusta el trabajo, lo que quieren es fama y se van. Los que se quedan aquí lo hacen porque quieren trabajar. Aquí el trabajo es lo principal, y especializarse en lo suyo. Llega alguien, está aquí tres, cuatro días, y ya no le gustó y se va. Quien se queda mucho tiempo es la gente que llega de Italia, de otros lugares de Europa o Estados Unidos a tomar tres meses un curso primero y luego a hacer su producción artística, lo cual los lleva de regreso. En cuanto a los artistas mexicanos jóvenes, es algo muy complicado, veo que están muy desesperados, piensan que la fama está al alcance. Quieren ser famosos rápido, y no importa cómo. Pocos se deciden apegarse aquí, a La Ceiba. Y es que estar aquí significa trabajo.

En La Ceiba Gráfica también doy clases de pintura. Y en casa principalmente, hago esculturas, actualmente de mármol, figurativas, pero trabajo en muchos materiales, por lo mismo que soy carpintero. Aquí cerca hay mucho mármol. Sigo un camino didáctico hasta llegar a algo, todos los días se aprende algo, así lo he visto desde hace muchos años. Trabajo caras, eso es algo figurativo. Hacer escultura es un trabajo donde uno tiene que pensar y estar completamente allí. Yo tengo el carácter medio nerviosín, después de varias horas no puedo quedarme donde estoy porque voy a echar a perder lo que estoy haciendo, porque voy a hacer un paso antes de lo necesario. Entonces cuando llego a ese momento, me voy al papel, formo cien hojas y allí dejo esa energía. Y luego voy a la escultura de regreso, voy calmado. Me funciona muy bien todo eso. Formar papel es una cosa mecánica; cuando la pulpa está bien, no se necesita pensar, sólo hay que formar, formar y formar. En cambio para esculpir hay que planear muy bien, o por lo menos que el plan automático esté bien pensado. No estar a lo tonto. Y en eso caigo cuando estoy mucho tiempo allí, y eso me lleva a hacer lo que no quiero. El problema escultórico se resuelve al otro día, después de que dejo pasar un rato, un tiempo. Así la mente se calibra. Per dice que hay que darse un tiempo y que luego ves el problema de otro lado, con otra perspectiva. Tiene razón.

Me gusta leer. Una de mis lecturas preferidas actualmente es la literatura de Francisco Colane, del sur de Chile, es como el Juan Rulfo chileno, habla de unos personajes de fuego tipo Rulfo, pero de la tierra del fuego.

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