Economía
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Conspira la desigualdad contra el desarrollo regional

Está en su nivel más elevado en más de tres décadas: informe

Plantea poner en el centro la igualdad, porque la disparidad en el ingreso y la distribución de la riqueza es lo que ha aumentado. Advierte que se ha dado un desacople entre la economía financiera y la real: los activos en el mundo suman 10 veces el valor de la producción

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Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el CaribeFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de mayo de 2016, p. 19

La desigualdad que prevalece en los países de América Latina y el Caribe se ha vuelto de tal magnitud que conspira contra el desarrollo de la región. Lo asegura la mexicana Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el organismo regional de Naciones Unidas.

La igualdad tiene que estar en el centro porque lo que ha aumentado en nuestra región es la disparidad, la desigualdad entre el que más tiene y el que menos tiene; la desigualdad de ingreso, en la distribución de la riqueza, en oportunidades y en acceso a bienes públicos, dice Bárcena en una entrevista con La Jornada. Esa desigualdad, añade, conspira contra el desarrollo, contra la habitabilidad, la armonía, la seguridad y la prosperidad en general.

La Cepal celebrará en la Ciudad de México, a partir de este lunes, su trigesimosexto periodo de sesiones. La reunión bianual estará centrada en el tema de la igualdad. Y no es gratuito traerlo a colación: la desigualdad en la distribución del ingreso aumentó fuertemente desde comienzo de la década de 1980 –la llamada década perdida en la región– hasta 2000, según datos del organismo. En el mundo desarrollado y en varias regiones en desarrollo, la desigualdad está en su nivel más elevado en más de tres décadas, según el informe de la Cepal Horizontes 2030. La igualdad en el centro del desarrollo sostenible, que será presentado a los países miembros esta semana.

Para la Cepal, expone Alicia Bárcena en la entrevista, la igualdad es el horizonte de la agenda para la región de aquí a 2030. Es hacia donde debemos ir porque el estilo de desarrollo dominante no es sostenible, apunta. Se requieren cambios fundamentales con diferentes expresiones, dice. No estamos hablando de recetas únicas.

Hay tres factores que hacen insostenible el actual estilo de desarrollo, refiere. En primer lugar, cita el patrón de bajo dinamismo económico a escala global, una característica que define el periodo posterior a la crisis de 2008-2009; no hay, dice, ninguna economía que esté generando los motores de crecimiento. Justamente, para enfrentar esta falta de dinamismo económico y apuntalar nuevamente el consumo y la inversión se debe fortalecer la coordinación económica de los países, con el uso de sus instrumentos monetarios, financieros, económicos y fiscales para tener una acción coordinada, plantea.

El segundo factor que señala es el relacionado con la creciente desigualdad. Hoy por hoy no hay nadie que no esté preocupado por estas desigualdades. Esta creciente desigualdad no es sostenible y la forma de atacarla, la llave maestra, es el empleo, el trabajo digno, bien pagado, productivo, con derechos y protección social, señala. El mundo asiste a una nueva revolución industrial, determinada por un paradigma tecnológico completamente nuevo, donde viene la robotización y la inteligencia artifical en los procesos productivos. Si no cuidamos nuestras economías y nuestro proyecto de desarrollo, puede haber grandes desplazamientos de trabajadores.

El tercer factor pasa por el medio ambiente. Se está dando, dice, un deterioro muy preocupante, no sólo a nivel global porque se está deshielando el Ártico y cambiando el clima. También se ven ya problemas muy localizados, con costos económicos y sociales importantes, como la marea roja en Chile, uno de los peores desastres marinos; o la contaminación que afecta a la Ciudad de México.

Entonces, el patrón de consumo y producción no está funcionando. Tenemos que cambiarlo y esa decisión no es de corto plazo, sino de mediano plazo. Requiere visión y dirección, plantea.

La evasión fiscal

La secretaria ejecutiva de la Cepal advierte de la agudización de lo que llama disparidad en materia financiera. La explica: hay conglomerados financieros que están concentrando activos. A tal punto que, dice, se ha dado un desacople entre la economía financiera y la economía real: hoy, los activos financieros y sus derivados que hay en el mundo suman 10 veces el valor de la economía mundial. No podemos seguir así.

–¿Cuál es el problema con esa acumulación de activos financieros?

–Un tema es la gobernanza. Ahí necesitamos una mayor gobernanza. Estas grandes economías tienen que sentarse y los países pequeños tienen que tener una voz para poder plantear sus problemas. Hoy se habla tanto de los off shore o paraísos fiscales que, la verdad, los que están en el Caribe y en Centroamérica, como podría ser el caso de Panamá, no son los peores. Los verdaderos paraísos fiscales están afuera de esta región. Tenemos que sentarnos a conversar el asunto porque lo que está detrás de esto es evasión fiscal. Y ese es un gran tema para América Latina y el Caribe porque el monto de la evasión fiscal en la región la calculamos en 320 mil millones de dólares al año.

Esa evasión fiscal, continúa, significa que empresas e individuos sacan su dinero, muchos de ellos lo llevan a los paraísos fiscales y no pagan los impuestos que corresponden en los países donde generan sus ganancias.

–Durante décadas se ha planteado que la desigualdad en el ingreso y la concentración de la riqueza son de los más relevantes en la región. Y se han hecho muchos diagnósticos. ¿Por qué no se ha avanzado o qué tanto se ha avanzado en estos temas?

–Creo que sí se ha avanzado, aunque no lo suficente. En qué se ha avanzado: 15 países de la región hicieron reformas fiscales, entre ellos México. Las reformas fiscales son instrumentos que tiene el Estado para hacer políticas redistributivas. Las 15 de que hablamos han sido reformas progresivas, es decir, que se han dirigido más al impuesto sobre la renta. Es difícil porque a veces el sector empresarial y los ciudadanos mismos no entendemos la importancia de pagar impuestos. Obviamente también hace falta un Estado que gaste bien. Estas reformas no han sido suficientes porque todavía no llegamos a los niveles de tributación de los países desarrollados.

–Venezuela, Brasil y Argentina lograron en los años recientes reducir la pobreza y la desigualdad. La situación actual de esos tres países representa un riesgo de que se puedan revertir esos avances.

–Esperemos que no. Son tres países muy diferentes. Venezuela afronta una caída económica muy fuerte. (Para este año, la Cepal anticipa una contracción de 7.1 por ciento). Es un país muy dependiente del petróleo, que ha tenido una fuerte caída de precio. El país no logró diversificar su matriz productiva y es muy dependiente de las importaciones. Efectivamente, en Venezuela hubo avances importantísimos en la desigualdad y en la salida de la pobreza, el tema es cómo se va a sostener esa gente que salió de la pobreza porque tampoco podemos pensar que sólo con transferencias fiscales se va a lograr mantener a la gente fuera de la pobreza.

Brasil

Brasil logró dos cosas con (el presidente Luiz Inacio) Lula y con Dilma (Rousseff, ahora sujeta a un proceso de juicio): la salidad de la pobreza de mucha gente a partir de los programas sociales, pero a la vez se impulsaron programas de consumo masivo de bienes durables con producción interna, que por el tamaño de la economía brasileña funcionaron muy bien. La bonanza de los precios de materias primas transformó mucho la matriz productiva porque tiene manufacturas y alta tecnología. Por eso no es igual que Venezuela. Brasil tiene un nivel productivo y una madurez empresarial que no es comparable y un mercado interno tremendo. Lo que ha jugado muy duro han sido todos estos temas de corrupción que en realidad han afectado a grandes empresas brasileñas que juegan un papel muy relevante en la economía, dice.

En Argentina, en tanto, las medidas de ajuste impulsadas –como el despido de trabajadores del sector público– ya tienen en la calle a los trabajadores, a los empleados del sector público y a los privados, que rechazan esas medidas. Es verdad que el modelo económico tenía problemas. Era necesario retirar el cepo (restricciones a operaciones en divisas) y volver a los mercados internacionales. Todo eso era necesario. Lo interesante es que la política pública siga protegiendo el empleo, eso es irrenunciable de cualquier color que sea el gobierno. Aquí lo interesante es que la prosperidad económica venga acompañada de inclusión social.