Opinión
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México SA

EPN: fracaso relanzado

Informales, seis de cada 10

Contingencia, una vez más

A

nte la falta de creatividad o de plano de ganas de hacer las cosas y resolver los problemas, el inquilino de Los Pinos simplemente relanza sus propios programas públicos que, a lo largo de tres años han resultado rotundamente ineficaces. Parece que el de la residencia oficial es de la idea de que si repite las fracasadas políticas, los funcionarios encargados de llevarlas a la práctica, las técnicas y los exhortos al sector empresarial, entonces tarde que temprano obtendrá los frutos por él previstos.

Tal es el caso del supuesto combate a la informalidad. El 22 de julio de 2013, a escasos siete meses de iniciado el gobierno peñanietista, el inquilino de Los Pinos presentó en sociedad el Programa para la formalización del empleo, que fue calificado de cruzada –como aquella contra el hambre, también fallida– con el fin, según dijo, de reducir la informalidad a su mínima expresión por ser enemiga de los trabajadores y una salida falsa para la sociedad.

Casi tres años después, con nulos resultados y la informalidad a galope, a Enrique Peña Nieto (acompañado de los mismos personajes político-empresariales que en julio de 2013 le aplaudieron a rabiar por la referida iniciativa) no se le ocurrió mejor idea que “relanzar el Programa para la formalización del empleo pero ahora disfrazado de Convenios para la Ejecución de Acciones en Materia de Formalización del Empleo, es decir los mismos convenios y las mismas acciones que –se supone– fueron pactadas y consensuadas desde el primer intento.

La diferencia entre el programa y los convenios se limita a la fecha de presentación en sociedad y el lugar del anuncio (uno en Palacio Nacional, otro en Los Pinos), aunque es menester subrayar que en el primero Peña Nieto aseguró el éxito de la intentona, porque la única manera de resolver problemas estructurales es también con reformas estructurales. Y las presentó todas, y todas se las aprobaron sin chistar, y a estas alturas se mantiene el terror: seis de cada diez mexicanos con ocupación laboral sobreviven en la informalidad.

¿Cómo se resuelve el problema? Fácil, de acuerdo con la versión oficial: en la residencia oficial se congregan a gobernadores, gabinete, empresarios cúpula, dirigentes de aquí y allá, y al inquilino de Los Pinos de nueva cuenta lo flanquean los titulares de Hacienda, Luis Videgaray, y del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida; se repiten los discursos, suenan las fanfarrias, comienzan los abrazos y todos se dicen satisfechos por el alcance de este nuevo esfuerzo y la decidida acción gubernamental para favorecer a la mayoría. Y después cada quien a sus comidas y sus grillas, en espera del tercer relanzamiento.

En el México real los indicadores del Inegi documentan que cuando se hizo público el Programa para la Formalización del Empleo (julio de 2013) los mexicanos en informalidad laboral sumaban 29 millones 25 mil 620; casi tres años después (marzo de 2016, último dato disponible, divulgado en mayo, es decir, en el mes de los Convenios para la Ejecución de Acciones en Materia de Formalización del Empleo) tal número se había incrementado a 29 millones 159 mil 200.

Lo anterior, de acuerdo con las cifras del Inegi, quiere decir que fue tan efectivo el Programa para la Formalización del Empleo que en tres años creció en 133 mil 580 el número de mexicanos en informalidad laboral.

Lo mejor del caso es al presentar en sociedad su programa original, Enrique Peña Nieto subrayó que el derecho al trabajo no es una realidad para millones de mexicanos, y ello es consecuencia, dijo, del insuficiente crecimiento económico y el incremento demográfico de las pasadas tres décadas, que condenó a la informalidad a casi el 6 por ciento de la población ocupada.

Por ello, anunció en julio de 2013, el objetivo que nos hemos trazado es el de regularizar, con el apoyo de todos los gobiernos estatales, incluido el Distrito Federal, a unos 200 mil trabajadores que hoy están en la informalidad. Dicha oferta de regularización fue anual, de tal suerte que a estas alturas alrededor de 600 mil mexicanos tendría que estar formalizados. Sin embargo, las cifras del Inegi documentan que, lejos de ello, en los tres años transcurridos a la informalidad se sumaron más de 133 mil con todo y programa de Los Pinos.

Por aquellas fechas en este espacio comentamos que el monstruo de la informalidad no se combate con bombos y platillos, aplausos y floridos discursos, sino con hechos, en el entendido de que no pocos de los responsables del tamaño del problema y de la mecha cada día más corta se congregaron ayer en Los Pinos para suscribir el compromiso de formalizar el empleo. Pero, de entrada, sin crecimiento económico no hay empleo formal, y sin el primero el segundo no existe, ergo, el nuevo programa es fácilmente desechable y quedará en el aire, como tantos otros, en la medida de que el país se mantenga en el hoyo, producto del mismo modelo, de idénticas recetas y de los políticos y empresarios de siempre.

Tres años después se confirma que el anterior no fue un comentario de mala leche, sino producto de la experiencia profesional de registrar fracaso tras fracaso en los programas sociales a lo largo de más de tres décadas, y de la permanente ausencia de crecimiento económico sólido que genere empleo formal y bien remunerado, sin olvidar que en las postrimerías del gobierno de Felipe Calderón y con la anuencia del presidente entrante, Peña Nieto, se legalizó la precarización acelerada del empleo por medio del outsourcing, una práctica no sólo permitida, sino alentada, especialmente por las administraciones panistas.

Y ante el fracaso del programa viene el relanzamiento disfrazado de convenios. En la presentación del refrito, Peña Nieto humildemente dijo que (sic) reconocemos que si bien este ejercicio al que estamos convocados en este compromiso no será para resolver este problema, sí contribuirá, a través de una política pública, a la formalización del empleo. Entonces, con los mismos personajes, los mismos operadores y el mismo discurso, el resultado no tiene por qué ser distinto. ¿O sí?

Las rebanadas del pastel

Que dice Miguel Ángel Mancera que el gobierno de la Ciudad de México actúa con todo compromiso en materia de contaminación ambiental. Así es: tanto la cuida que ni de milagro la reduce ni controla; le agarró el gusto a la contingencia y los chilangos ya están hasta la madre. Mejor que se dedique a los bísquets… Y el dólar a 18.80 famélicos pesitos.

Twitter: @cafe-vega