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Sin Moscú no se puede resolver ninguna amenaza a la seguridad

Mi país no se quedará con los brazos cruzados ante el creciente clima de hostilidad de estados occidentales

No existe una nación, por poderosa que sea, que pueda mandar en el mundo, resalta el diplomático, al señalar que todos los esfuerzos para vencer al terrorismo deben sumarse; enfatiza que el régimen ruso tiene muchas cosas en común con los estados latinoamericanos, especialmente en soberanía y autodeterminación

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El representante diplomático de Rusia en México, Eduard Malayan, expresó que su país tiene muy claro que América Latina no puede convertirse en un campo de competencias ante la cercanía de Estados UnidosFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de mayo de 2016, p. 10

La política exterior de Rusia se encuentra en plena ofensiva diplomática en decenas de países para explicar su posición geopolítica frente a lo que, según el embajador Eduard Malayan, representante de Moscú en México, considera un creciente clima de hostilidad de algunos estados de Occidente en contra de su nación.

Moscú –sostiene en entrevista con La Jornadano se va a quedar con los brazos cruzados frente a iniciativas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que considera hostiles. Ya contamos con una alianza militar dentro de nuestras fronteras occidentales, reforzando a las tropas que tenemos desplegadas. No se piense que Rusia está sola. Tenemos muchos aliados.

Respecto de la posición que puedan tener los países latinoamericanos ante esta nueva crispación Este-Oeste, el embajador ruso responde: Entendemos que las naciones de América Latina tienen sus propios intereses que defender. Somos realistas.

Asegura que su gobierno cuenta con el apoyo de la región, ya que todos los gobiernos comprenden que la idea de un mundo unipolar es ya obsoleta y el actual es policéntrico.

El diplomático ruso de carrera comienza la conversación enumerando acciones que su gobierno entiende como gestos de hostilidad de la OTAN. Refiere que recientemente empezó a funcionar un sistema antimisiles de la alianza atlántica en territorio de Rumania. También se inició la construcción de una estación similar en Polonia. Además, se alistan bases similares en los Balcanes.

Para justificarlo, la OTAN, principalmente Estados Unidos, que es el que toma las iniciativas, responde que Rusia lleva una política exterior agresiva. Esto es un mito.

Un incidente más: “La semana pasada, en una de sus transmisiones, la cadena Euronews, en un reportaje sobre la deportación de los tártaros de Crimea durante la Segunda Guerra Mundial, dijo que Moscú desterró a 2 millones de tártaros en 1944. Cierto, ese fue un error grave en tiempos de Stalin. Pero no fue esa la cantidad, se trató de 200 mil.

Nunca hemos negado ese hecho lamentable. Euronews aseguró también que el gobierno ruso prohibió todos los actos conmemorativos en Crimea. Eso decía la televisión, mientras en toda esa región se realizaban diversas ceremonias en memoria de los deportados. Lo que no se dijo es que mientras Crimea estuvo bajo el régimen de Ucrania esas conmemoraciones sí fueron prohibidas. Y que nuestro gobierno es el primero en reconocer los derechos de los tártaros, en un plano de igualdad con los rusos y los ucranianos.

Misión compartida

Malayan asegura que la diplomacia moscovita ha insistido una y otra vez en los foros internacionales sobre la necesidad de dialogar acerca de la cooperación en materia de seguridad global.

“Lógicamente, nuestra primera preocupación es nuestra seguridad. Desgraciadamente hay interpretaciones muy diversas. Nadie hace el esfuerzo de mirar el fondo de los acontecimientos. Como lo hemos demostrado en Siria, consideramos que ésta no puede ser una tarea individual. Debe ser compartida.

Esta idea de la seguridad compartida fue el principio establecido desde un primer momento en el acuerdo base de Rusia y la OTAN, suscrito en 1997, recuerda.

–¿Qué ocurrió en los pasados 20 años, desde la disolución del Pacto de Varsovia?

–Ocurrió que los países occidentales nos dieron garantías, solo verbales, de que las fronteras de la alianza atlántica no se moverían más allá de Alemania. ¿Qué pasó después? Que las naciones del antiguo Pacto de Varsovia y tres de las ex repúblicas soviéticas (los tres estados del Báltico: Lituania, Letonia y Estonia) se hicieron miembros de la OTAN. Además, están en negociaciones Georgia y Ucrania.

“Estos son claramente intentos de cambiar el mapa del mundo, y pretenden aprovechar el momento para fortalecer las posiciones geoestratégicas de Occidente. Cuando se empezaron a desplegar estas líneas militares de la OTAN, se justificaron diciendo que era para hacer frente a la amenaza que supuestamente representaba Irán. Pero el problema de Washington con Teherán ya está resuelto.

Estos estrategas conocen poco de la historia, no aprendieron las lecciones y no sacaron las conclusiones correctas.

–¿Dónde queda, entonces, la idea de una seguridad global compartida?

–Sin Rusia no se puede resolver ninguna de las amenazas a la seguridad global. Tomemos el caso de Siria. Nadie puede vencer al terrorismo por sí mismo. Todos los esfuerzos deben sumarse.

Ningún país, por poderoso que sea, puede mandar en el mundo.

–Desde los años 90 se habla de un mundo unipolar.

–Antes de 1991, en efecto, el mundo era bipolar. Con la disolución de la Unión Soviética Estados Unidos emerge como el país más poderoso. Y sigue siendo. Pero de entonces a la fecha han ocurrido cambios muy importantes: Rusia se ha puesto de pie nuevamente, tomando el papel que le corresponde en la arena mundial. Y no hay que olvidarse de China, India, Sudáfrica y América Latina. Es decir, el mundo es hoy policéntrico y esto lo ha confirmado la diplomacia mexicana.

Quien piense que un Estado, sólo por su poder o su cara bonita, puede mandar en el mundo, tiene un concepto obsoleto. Desgraciadamente hay quienes olvidan que ya es multipolar.

–Ante lo que usted describe como una realidad de hostigamiento contra Rusia por Occidente ¿Qué reacción espera Moscú de América Latina, particularmente de México, que no sólo tiene una gran frontera, sino una relación de dependencia respecto de Estados Unidos?

–Entendemos que los países de América Latina tienen sus propios intereses que defender. Somos realistas. Tenemos muy claro que la región no puede convertirse en un campo de competencias. Pero al mismo tiempo tenemos muchas cosas en común con las naciones latinoamericanas, especialmente con los principios básicos del derecho internacional, la soberanía, la autodeterminación. En estos temas sí contamos con un apoyo muy activo de los estados de América Latina, sobre todo ahora que algunos atraviesan circunstancias muy particulares, como lo que sucede en Brasil o Venezuela, o el resultado de las elecciones en Argentina.

Lo que a nosotros más nos interesa es que todo está ocurriendo en el marco de la ley, sin una intervención extranjera.

–Sobre la participación de Rusia en Siria, en la ofensiva contra el Estado Islámico (EI)…

–Rusia no es indiferente ante lo que pueda pasar en Siria. Hay que entender que el EI no amenaza sólo a Siria o a los países de Medio Oriente, sino que es una amenaza contra nosotros. Lo que para ustedes en Occidente es el Medio Oriente para nosotros es el Cercano Oriente. En mi país hay grandes franjas de población musulmana y entre ella hay algunos individuos que forman parte del EI.

“No queremos que en Siria se repita lo que pasó en Iraq o en Libia, que cuando se derrumbó el poder –fuera malo o bueno, de momento no hablamos de ello– el resultado fue el vacío de autoridad, la destrucción de las instituciones. Eso es lo que queremos evitar en Siria.

“Esto se empieza a entender. Antes, para el occidental el objetivo era el derrocamiento de Assad en Damasco. Por eso, el criterio fue tolerar a los terroristas si éstos le hacían daño a su régimen. Por conducto del Consejo de Seguridad de la ONU hemos pedido la definición de las organizaciones terroristas de Siria como tales. Y ahora juntos, Estados Unidos incluido, se busca una solución pacífica, al margen del destino de Assad. Eso lo definirá el pueblo Sirio, no nosotros.

Los países de la ONU tienen bajo su responsabilidad definir un mapa de ruta para la solución pacífica, con garantías para elecciones legítimas y un orden político interior. En Siria nosotros no defendemos a Assad, sino al estado de derecho. Porque si éste se destruye en Siria, tendrá consecuencias catastróficas para toda la región.