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El arresto de Ezra Pound
D

os personas del campo artístico visitaron a Ezra Pound durante su estancia de 12 años en Washington: Kenneth Clark y José Luis Cuevas. Conozco sólo el testimonio del segundo; le pareció que Pound estaba tranquilo, pero no prestaba demasiada atención a su entorno en el momento de la visita. No se mostró ¡antisemita ni se dedicó a emitir loas a Mussolini!

Después de ser detenido y permanecer días en una cárcel, Pound estuvo internado en el hospital de St. Elizabeth, sitio de apariencia poco hospitaliaria en el sentido de que más parece una gran hounted house. No obstante y gracias al jurado clínico que decidió enviarlo a ese hospital después de estar preso en condicions verdaderamente nefastas en las afueras de Pisa, los biógrafos y ensayistas que se han ocupado de él, entre otros Winfred Overhlser, insisten en que ni siquiera su hija, producto de su unión bígama perfectamente aceptada con la violinista Olga Rudge, pudo moverlo a condenar su reclusión que no llegó a verificar el estatus de juicio por traición a su patria, Estados Unidos, motivo por el cual se le asignó un hospital confortable, donde además no tenía que pagar una cuota; cama, alimento, medicinas, máquina de escribir, papel, libros quedaban a su disposición. Los biógrafos (el principal es Noel Stock, autor de la biografía sumamente sobria y documentada The Life of Ezra Pound, que publicó en Pantheon Books y además un ensayo claro, conciso y no extraordinariamente difícil de leer sobre los cantos), no le preguntaron a Pound si su estilo de vida y costos en Rapallo, con continuos viajes a Radio Roma para las transmisiones que llevaba a cabo (antimilitaristas y en contra de las políticas estadunidenses). Él nunca ocultó que no sólo era fascista, sino admirador incondicional de Mussolini, a quien llamaba The boss. Ni si la bigamia le desataba problemas económicos y de toda índole. Ezra tenía un hijo con su esposa oficial Dorothy Shakespear (cuyo único mérito, según T.S. Elliot, era tener un nombre interesante). Con la violinista que dio a conocer en Rapallo una nueva audición completa de las sonatas de Vivaldi, tuvo una hija y fue responsable hasta donde podemos saber.

Ezra Pound escribía copiosas cartas dirigidas a políticos y personas de gran relieve, porque quería cambiar el sistema económico del mundo. Era fascista, pero no aprobaba del todo dicho sistema económico, tampoco el nacionalsocialista. Aprobaba a Confucio y llegó a traducir más de 300 poemas cortos de su autoría. Se caracterizó además por descubir talentos, como James Joyce, T.S. Eliot, William Carlos Williams y Ernest Hemingway, a todos ellos les prestó ayuda; a Joyce antes de que apareciera Ulysses, publicado por Shakespeare and Company. Admiraba profundamente a Samuel Beckett, sobre todo a través de su pieza End of the Game y la edición de The Waste Land, de T.S. Eliot. Noel Stock dedica páginas y comentarios a analizar su labor periodística y su obsesión con los temas económicos, se entiende que creía tener vocación de salvador de la humanidad, misma que sólo podría ofrecer atisbos de posibilidad si se abatía el sistema capitalista, pero no era tampoco prudente adoptar el marxista-leninista, aunque sí había leído a Marx a conciencia.

Cuando aparecieron en edición aparte los Cantos de Pisa, que entre todos son los más conocidos y conmovedores de todo el conjunto de Cantos, un jurado le otorgó un galardón de poesía, la primera edición del Premio Bollingen. Hubo conflictos con los censores y el jurado lo canceló, se armó el más drástico birlote de rechazo que los propiciadores hubieran imaginado y eso a la postre tuvo influjo en su extradición del hospital siquiátrico de St. Elizabeth, donde pemaneció 12 años y de donde salió bombástico, opinionado, combativo y nada arrepentido a los 73 años. Regresó a Italia (allí donde sí era comprendido) y vivió alternativamente entre Rapallo, con su esposa Dorothy, y Venecia, con su otra esposa Olga y su hija.

Al desembarcar en Génova, a los que fueron a recibirlo, les hizo el saludo fascista, pero ya no emitió más ensayos antisemíticos ni fascistas. Sí requirió tratamientos siquiátricos y aleatoriamente reclusiones breves, pero ya no un encierrro definitivo. Su obra posterior al encierro en Washington es notable en cuanto a variedad y cantidad. Fue entonces que tradujo poemas de Confucio, escribió ensayos sobre ortodoxia y teología. Además, desarrolló un apasionado interés por las obras del escultor Gaudier Brzeska, sobre quien escribió una memoria. Lo malo fue que según el veredicto emitido, fue discharged from the hospital (es decir, pudo salir, pero no completamente en libertad) bajo la custodia de su esposa Dorothy, no tuvo libertad para manejar sus recursos, la cantidades que le pagaban por sus colaboraciones y sus derechos de autor. Sí llegó a arrepentirse de haberse puesto él mismo en tal situación que era permanente queda claro con el hecho de que siguió afecto al saludo fascista hasta que murió en noviembre de 1972 los 87 años. Está enterrado en la isla de San Michele en el Veneto.