Opinión
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Jagüeyes y bimbaletes

E

n Zacatecas, como en otros estados del país, se utilizan técnicas heredadas por generaciones, tanto en el cultivo como en la irrigación. Los jagüeyes forman parte de esa antigua tradición cultural; pueden pertenecer a una o varias comunidades que le dan mantenimiento mediante el trabajo colectivo. Un jagüey se prepara formando una especie de alberca en lugares donde pueden aprovecharse los escurrimientos de las cuencas o del agua de lluvia que cae de los techos de las casas.

Otra forma de irrigación se logra a través de los zafariches, tecnología árabe en la que se excava un pozo artesiano; si no se logra que el agua llegue a la superficie se construye una noria formada por dos ruedas de madera dentadas o con engranes que se enlacen entre sí; una de ellas va en posición vertical y otra en posición horizontal. Se uncen mulas o burros al eje de la rueda, que dan vueltas para accionar el mecanismo y elevar el agua.

En Zacatecas ya no se utiliza esta técnica llamada de ruedas o rueditas, pero queda el recuerdo, en especial en comunidades de sureste de Zacatecas como Loreto, Villa Hidalgo, Pinos, Villa González Ortega, Luis Moya, Ojocaliente y Pánfilo Natera, escriben José Francisco Román y Leticia Ivonne del Río en su libro ¡Puro bola y mirasol!: andanzas del chile en Zacatecas.

Otra manera de aprovechar el agua es con el bimbalete de origen egipcio. Cerca del cuerpo de agua se coloca una palanca con un recipiente en el extremo. En el otro lado de la palanca hay un contrapeso que permite extraer mejor el agua. En una región de Zacatecas hubo tal cantidad de estos artefactos, que una población del municipio de Loreto se llama Bimbaletes.

Muchos productores han remplazado los jagüeyes, norias y bimbaletes con pozos electrificados o con motores de combustión interna. Sin embargo, las condiciones económicas impulsan a retomarlas; son más sustentables. Otra manera de aprovechar el agua con eficiencia es por medio de tubos y cintillas para dosificar el riego con más regularidad y eficacia, registran Román y del Río.

Para deshidratar los chiles, las asociaciones de ejidatarios han implementado plantas deshidratadoras; el calor se distribuye con ventiladores. Hay otras que utilizan vapor de agua o gases de combustión, pero son más costosas e implican alta demanda de combustibles. El chile suele empacarse en costales de ixtle que permiten mayor ventilación y evitan la presencia de hongos. Una parte de los chiles secos se tuesta y se muele. Con inteligencia los productores logran innovaciones que agilizan y abaratan los procesos, haciéndolos más eficientes.