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Hemos iniciado el arduo proceso de transformar a EU, afirma

Sanders convoca a simpatizantes a continuar con la revolución política
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Bernie Sanders es el aspirante presidencial progresista más exitoso en la era moderna, ganó las primarias en 22 estados y obtuvo más donaciones individuales que cualquier otro precandidato. En la imagen, el demócrata se prepara para dar un mensaje transmitido ayer por InternetFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 17 de junio de 2016, p. 25

Nueva York.

¿Que hará Bernie?, ha sido la pregunta política de los últimos días, y este jueves el precandidato demócrata respondió con la convocatoria a sus millones de simpatizantes a continuar con la revolución política para transformar a Estados Unidos en un país más igualitario y frenar el giro hacia un sistema oligárquico y corrupto.

En un mensaje en directo y en vivo por Internet (livestream) visto por más de 100 mil personas, Sanders no respaldó a la virtual candidata demócrata Hillary Clinton y rehusó –ante la intensa presión de las cúpulas políticas de su partido– suspender su campaña para cerrar filas con la candidata.

Al señalar que su campaña siempre tuvo la finalidad de transformar a Estados Unidos, afirmó que ese cambio siempre nace desde abajo cuando millones y millones declaran que ya basta, y por eso esta revolución política tiene que continuar.

En el plazo inmediato, dijo que su campaña llegará hasta la Convención Nacional para cambiar al Partido Demócrata en una entidad más democrática que represente los intereses de los trabajadores y los jóvenes, y no los de un puñado de donantes multimillonarios de Wall Street. Prometió promover la elaboración de la plataforma más progresista de la historia del partido. A la vez, aseveró que en el corto plazo la primera tarea es asegurar la derrota de Donald Trump.

Sanders dejó claro que buscará emplear su capital político como el candidato presidencial progresista más exitoso de la era moderna –ganó 22 estados, mil 870 delegados a través de unos 12 millones de votos y obtuvo más donaciones individuales que cualquier otro precandidato en la historia– para continuar presionando hacia la izquierda no sólo a Clinton, sino a buena parte del partido. Más aún, señaló que gran parte de sus votantes y delegados son jóvenes y trabajadores, lo que llamó el futuro del partido y el futuro del país.

Reiteró sus posiciones básicas que han definido su campaña insurgente desde el inicio, desde rescatar la democracia estadunidense del 1 por ciento más rico (señalando que los 100 más ricos tienen más riqueza que 150 millones de estadunidenses de abajo), poner controles sobre la avaricia de Wall Street y desmantelar los bancos más grandes, así como ofrecer educación universitaria pública gratuita, otorgar como derecho el acceso universal a la salud, y elevar el nivel de vida de los trabajadores más vulnerables (incluyendo incrementar el salario mínimo a 15 dólares la hora).

Subrayó que este movimiento, el cual se tiene que desarrollar a todos los niveles, debe poner fin a la desgracia de que millones de inmigrantes indocumentados son explotados cotidianamente porque no gozan de ningún derecho, y que se tiene que promover una reforma migratoria integral que legalice a 11 millones de indocumentados.

A la vez, llamó a derrotar el Acuerdo TransPacífico, y cualquier otro acuerdo de libre comercio elaborado para los intereses empresariales.

También abogó por la defensa de los derechos de las mujeres, incluido el de decidir sobre sus cuerpos, y los derechos gay, entre otros temas.

“La revolución política implica una lucha en todos los niveles… para una nación de justicia económica, social, racial y ecológica”, afirmó. Y concluyó: hemos iniciado el proceso largo y arduo de transformar a Estados Unidos, y agregó que espera que un día los historiadores registrarán que ese cambio, considerado como el fin de la tendencia hacia la oligarquía en este país, empezó con la revolución política de 2016.

Ahora, como escribió el estratega demócrata progresista Robert Borosage, la pregunta es otra: Clinton ganó la nominación. Ella puede decidir si abrazar ese movimiento o ignorarlo, si adoptar esa plataforma o evitarla, si cambiar al partido o mantener el viejo orden. Sabemos lo que hará Bernie. La pregunta ahora es qué hará Clinton.