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Ver día anteriorViernes 17 de junio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Penultimátum

Turquía: atropello a los derechos humanos

E

l plan del primer ministro Recep Erdogan es aferrarse al poder hasta 2023 para encabezar la celebración del centenario de la fundación de la República de Turquía por Kemal Atartük, el que separó a la religión del Estado y la dejó como asunto de cada persona. Pero Atartük no fue capaz de reconocer y pedir perdón por el genocidio cometido por el imperio otomano contra el pueblo armenio entre 1915 y 1918. Tampoco sus sucesores. Murieron millón y medio de inocentes. Miles lograron escapar de la muerte.

Erdogan no sólo está convirtiendo a Turquía en un Estado regido por la ley islámica, sino que atropella los derechos humanos y la libertad de prensa. Más de cien periodistas están en la cárcel por criticar al régimen. Hay más de mil juicios contra los que cuestionan sus medidas regresivas. Todos esos actos alejan la posibilidad de que su país se integre a la Unión Europea.

Aunque criticado por concentrar más y más poder y deshacerse de sus enemigos políticos, Erdogan es pieza clave en la estrategia de la Unión Europea para que no la invadan miles de refugiados que huyen de la violencia que reina lo mismo en Siria que en Líbano. Con tal fin, aceptó convertir a Turquía en muro de contención de esos migrantes. El precio: millones de dólares de compensación y que los turcos no necesiten visa para viajar a Europa.

Erdogan tiene hoy tanto poder que busca extenderlo por el mundo. Exige, por ejemplo, encarcelar a quienes lo critican en otros países. Como el humorista de la televisión alemana, Jan Böhmermann, quien se mofó de él y lo acusó de permitir, entre otras cosas, la tortura. Erdogan lo demandó penalmente por injurias. Sin éxito. Tampoco lo tuvieron sus diplomáticos en Holanda al buscar silenciar a los turcos que insultan a su presidente.

Además, el ignominioso muro de contención migratoria se resquebraja y el aprecio que dice tenerle la canciller alemana Angela Merkel, quedó en duda recientemente cuando el parlamento germano, con sólo un voto en contra y una abstención, calificó de genocidio el crimen cometido contra los armenios por el imperio otomano.

El parlamento también condenó las matanzas masivas, la limpieza étnica, las expulsiones y los genocidios que marcaron terriblemente el siglo XX. Y reconoció la responsabilidad que en la masacre de armenios tuvo el imperio alemán, aliado entonces de los otomanos.

El poder ciega. Para darse un baño de popularidad internacional, Erdogan asistió en Kentucky a la oración fúnebre para el legendario Muhammad Ali. Mas no pudo estar en la ceremonia de su entierro y poner un manto traído de la Kaaba (lugar de adoración en la Meca) sobre el féretro de Ali. Su presencia la rechazaron, cortés pero enérgicamente, los organizadores del funeral y grupos defensores de los derechos humanos.