18 de junio de 2016     Número 105

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Las artesanías de Tlaxcala,
un diálogo con la modernidad

Nazario A. Sánchez Mastranzo Centro INAH Tlaxcala

A pesar de los muchos embates que la vida moderna plantea a las comunidades tradicionales, éstas van encontrando la manera de adaptarse. El hecho de transitar de comunidades campesinas a semiurbanas reviste especial importancia; en ese marco observamos que muchas de las actividades económicas aprovechan los recursos que la tierra les proporciona. Resalta la variedad de formas en que los habitantes de los pueblos de Tlaxcala elaboran sus artesanías; no todas éstas satisfacen sus necesidades de ingreso, pero como excepción la alfarería alcanza un nivel más industrial, aunque sus diseños y acabados siguen basándose en la autoría de los individuos y no en la producción en serie o en el uso de máquinas.

Dentro de los recursos naturales que se aprovechan para elaborar artesanías, están los maderables (bastones y madera tallada), las semillas, los productos alfareros, e incluso algunos textiles. Y han venido surgiendo nuevas maneras de hacer artesanías, con variación incluso del material de elaboración.

Ha perdurado la identificación de ciertos productos elaborados en enclaves específicos. Así, tenemos que los textiles se elaboran en la parte central del estado, en los municipios de Chiautempan y Contla, aunque ya se usa cada día más maquinaria y el trabajo en serie, así como la sustitución de fibras naturales por las de origen sintético.

La comercialización de las artesanías hace que se busque abaratar costos de producción y obtener una mayor ganancia; prueba de ello son los bastones de madera, que si bien aún se siguen elaborando con madera de un arbusto denominado tlaxixtle, endémico de los cerros blancos, los artesanos de Tizatlan descubrieron que la madera de sabino o de madroño es más suave y por lo tanto más susceptible de ser trabajada de forma vistosa, y la están usando. Los bastones de tlaxixtle son más resistentes, pero su costo es más alto y la gente no paga el verdadero valor de su producción.

Un factor que influye en una orientación cada vez mayor de los tlaxcaltecas a la alfarería es el hecho de que la artesanía es considerada un objeto de adorno o suntuario, y la alfarería busca tener también un uso práctico, adaptado a la vida moderna. Así lo han considerado los propios artesanos. En un principio, sólo se identificaba como alfarería a la producción de ollas y cazuelas de la Trinidad Tenexyecac, aunque de tipo suntuario se podía identificar la que se elaboraba en San Sebastián Atlahapa. De unos 15 años a la fecha, la elaboración de la alfarería de tipo talavera en el municipio de San Pablo del Monte ha adquirido gran relevancia, llegando a desplazar por completo la elaboración de objetos en ónix que también le habían dado fama y prestigio a sus artesanos.

Las ollas y cazuelas aún se fabrican con un alto índice de plomo, pero en el caso de la talavera se está buscando la forma de que las arcillas que se usan lleven la menor cantidad de elemento, para así cumplir estándares de calidad que les permitan competir en un mercado cada vez más exigente, tanto a nivel nacional como internacional.

Pero no podemos dejar de lado aquella artesanía que podemos llamar efímera, ya que se fabrica sólo para el deleite estético de los observantes, tal y como sucede con las alfombras multicolores de aserrín, que se elaboraban solamente en la noche del 14 de agosto en Huamantla para el paso de la imagen de la virgen. Hoy en muchas comunidades se elaboran para los distintos rituales enmarcados en sus calendarios festivos, y se puede decir que esta artesanía se actualiza y se mimetiza con elementos más modernos como el plástico y otros materiales industriales, dando origen a un estilo cada vez más ecléctico.

Surgen también artesanías hechas con lo que la vida moderna considera basura: flores de latas de aluminio, bolsos de etiquetas de refresco, cortinas o decoraciones de PET, pero sin duda algo que sorprende es el uso del totomoxtle de maíz, es decir la hoja seca del maíz, que, se pensaba, sólo servía para envolver tamales. Hoy podemos encontrar verdaderas obras de arte elaboradas con este material. En suma, cualquier material en manos de un genio se vuelve una verdadera obra de arte.


Algunas agriculturas y paisajes

Alba González Jácome Universidad Iberoamericana

El actual estado de Tlaxcala se asienta en el Altiplano Central mexicano, en un territorio que se compone en alrededor de 60 por ciento de relieve accidentado, formado por cerros, altozanos y volcanes, entre los cuales la Malinche, Malitzin o Matlalcueye es el más conocido e importante para la identidad y el paisaje de la entidad. Una serie de altiplanicies se mezclan con ese relieve; Tlaxcala está atravesada de norte a sur por el río Zahuapan, que, nacido en El Peñón del Rosario, desciende hasta los dos mil 100 metros sobre el nivel del mar, para reunir sus aguas con las del río Atoyac; ambos ríos se integran en la región del Alto Balsas, que en un largo recorrido por varios estados de la República llega hasta el océano Pacífico.

La entidad se divide en ocho macro regiones geográficas: Espolón de la Sierra Nevada; Bloque de Tlaxcala; Llanos de Apam y Pie Grande; Sierra Tlaxco-Caldera-Huamantla; Llanos y Lomeríos del Centro; Gran Llano de Huamantla; Valle Tlaxcala-Puebla, y Volcán Malinche, Malitzin, o Matlalcueye.

El relieve y la altitud en Tlaxcala han jugado un papel fundamental en el tipo de sistemas agrícolas que los pobladores han desarrollado a lo largo del tiempo. Su origen antiguo se inicia en el período Preclásico; varios de esos sistemas, presentes hoy, han mostrado su capacidad para subsistir ante situaciones ambientales y climatológicas adversas, y especialmente ante políticas públicas que han tratado de acabar con la agricultura tradicional.

En sentido amplio, las partes más elevadas, ocupadas por bosques de abeto, oyamel y pino, o por bosque mixto de pino y encino, fueron poco habitadas durante varias centurias. Pero el crecimiento demográfico en el siglo XX modificó tal situación y actualmente los bosques están fuertemente amenazados. No es extraño que los sistemas agrícolas más antiguos en Tlaxcala sean las terrazas, seguidas por los sistemas de retención de agua de lluvia, en sus usos tanto domésticos como agrícolas (jagüeyes), que siguen siendo importantes en las regiones semiáridas de México. El agua era trasladada a las laderas bajas mediante canales, de los cuales los arqueólogos han encontrado restos en lo alto de los cerros. En Acuitlapilco y la macro región Bloque Tlaxcala, estos sistemas corresponden a tiempos que van del 1200 a.C. en adelante, con apogeo en el 600 a.C.

Así, tenemos que las terrazas habitacionales con huertos de temporal, o terrenos de cultivo junto a la casa –encontrados al norte del valle Puebla-Tlaxcala–, tienen una antigüedad que va del mil 600 AC al mil 200 AC. Hay también terrazas irrigadas en Texoloc (800 a.C al 300 d.C.). No podemos dejar de mencionar los muros cortando barrancas, esto es construcciones hechas con piedras cortadas y acomodadas para conformar los muros, encontrados en las barrancas de Texoloc y que han sido fechadas del 800 a.C. al 300 d.C.


Mapa : Alba González Jácome

Las zonas en orilla de los ríos, lagunas y lagunetas, o en las planicies anegadas en forma permanente o estacional (humedales), tuvieron en la cuenca de los ríos Atoyac y Zahuapan camellones con amplios sistemas de canales para retener, mantener o extraer el agua y utilizarla para riego. La vegetación de estos lugares creó paisajes, donde los ailes (aelites o alisos), junto con fresnos, álamos y ahuejotes, se formaron en hileras para bordear los terrenos de cultivo. Estos sistemas fueron modificados en la década de 1950, con la creación del Distrito de Riego 56 Atoyac-Zahuapan, que incluyó la construcción de drenes en el sistema, para llevar el agua hacia la presa Valsequillo, en el estado de Puebla.

Según el acceso al agua, la altitud de las planicies y los declives dados por las curvas de nivel, se establecieron en la cuenca de los ríos Atoyac y Zahuapan sistemas agrícolas de riego, de humedad y de temporal. Los cultivos de la milpa –maíz, frijol, calabaza y chile–, además de numerosas plantas cultivadas y toleradas, fueron básicos en la dieta campesina. Las planicies cercanas a fuentes de agua tuvieron también cultivos de maíz, que desde los finales del Virreinato se combinaron con trigo, cebada, maguey y maíz.

La historia de las agriculturas de Tlaxcala es amplia y variada. Proporcionamos al lector sólo una muestra de la riqueza agroecológica de México en un lugar cuyas condiciones ambientales y climatológicas no son las óptimas, pero donde los habitantes han sabido establecerse y crecer a partir de la actividad agrícola. La industrialización de la entidad fue temprana y tiene su propia historia. La población absoluta y sus densidades en las distintas regiones no permiten una agricultura con superficies extensivas. Actualmente, la actividad agrícola no es la más importante en la entidad; sin embargo, sigue siendo un ejemplo importante en el estudio y la comprensión de la historia agroecológica de la entidad y del país.

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