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Máscara japonesa de Chirac
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La exposición Jacques Chirac o el diálogo de las culturas, que hoy se abre al público en el Museo Quai Branly, en París, incluye Hombre caminando (arriba), escultura del artista suizo Alberto Giacometti (1901-1966). La muestra, que concluirá el 9 de octubre, se inscribe en los festejos por el décimo aniversario de ese recinto cultural, inaugurado por Chirac cuando ocupó la presidencia de FranciaFoto Afp
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on motivo de su décimo aniversario, el Museo de Artes Primeras o Museo Quai Branly ofrece una exposición titulada Jacques Chirac o el diálogo de las culturas.

Ese diálogo fue el deseo del ex presidente cuando decidió crear un espacio dedicado a las artes y civilizaciones de África, Oceanía, Asia y las Américas. Asimismo, se tomó la decisión de añadir el nombre de Jacques Chirac al museo.

Una máscara japonesa del siglo XVIII, prestada por un museo de Toulouse en esta ocasión, ha causado verdadero revuelo. El objeto de madera es ni más ni menos el rostro de la marioneta de Chirac, creada para el programa cómico de televisión Les Guignols. A pesar de ser satirizados, los políticos se enorgullecen de tener su marioneta, especie de símbolo de su celebridad.

Las coincidencias, si puede llamarse de esta manera al azar, no parecen faltar en este caso: al museo de artes primeras creado a iniciativa de Chirac llega una máscara japonesa que representa a este hombre apasionado por el arte de Japón y espectador aficionado del arte marcial sumo, para cuya práctica los luchadores suben cuanto pueden de peso abultando sus formas y los rasgos de sus caras.

El Museo Quai Branly-Jacques Chirac, construido por el arquitecto Jean Nouvel, es original en muchos de sus aspectos. Edificado sobre un vasto terreno clasificado como espacio verde, Nouvel elevó con pivotes la principal construcción para dejar al jardín 75 por ciento de la superficie, poblada por una variada vegetación venida de las más distintas regiones del planeta, sean lluviosas o secas, tropicales, templadas, lacustres o montañosas.

Concebido para diálogo de las culturas, antes de acceder a las salas de exposición, un amplio y largo pasillo debe recorrerse en una semioscuridad que invita a la reflexión y a la cual incitan algunas frases trazadas en los muros y el mismo claroscuro.

Con sus 300 mil piezas venidas de Asia, África, Oceanía y las Américas, 80 mil de ellas adquiridas en el curso de 10 años de existencia, se cuentan 10 mil instrumentos musicales. La variedad de objetos reunidos en este museo le permite prestarlos y organizar exposiciones itinerantes para facilitar el acceso a las artes primeras a un mayor público. Sin contar que Quai Branly tiene una embajada permanente en el pabellón de Sessions del Museo del Louvre, donde se encuentra temporalmente la mascota de Quai Branly-Jacques Chirac, la muy hermosa y tierna escultura La Chupícuaro, conocida como Chupi. Objeto arqueológico (600 a 200 aC) de más de un metro, originaria de México (Mesoamérica), sirve de logo al museo.

También un azar fue el encuentro de Jacques Chirac y Jacques Kerchache en 1990 en la isla Mauricio. Kerchache, experto en artes primeras, vio en la prensa una foto en la que aparecía un libro suyo, L’Art Africain, en el escritorio del futuro presidente.

Con ese motivo, solicitó una entrevista a Chirac para preguntarle si de verdad leyó su obra. Nace entre los dos hombres una amistad que desembocará en la creación del Museo Quai Branly. Ya en 1994, inauguraron una primera exposición dedicada al pueblo taíno en el Petit Palais.

Kerchache muere cinco años antes de la inauguración del museo, cuya sala de lectura lleva su nombre.

Aventura fascinante compartida con Lévi-Strauss, quien da su nombre a sala de teatro. El museo, visitado a la fecha por 13 millones de personas, siendo la exposición Teotihuacán-Cité des Dieux la segunda más visitada, por 235 mil 723 personas en sólo tres meses.

La idea de Chirac de exponer todas las culturas del mundo en su diversidad, con el objeto de mostrar que las diferencias deberían ser un motivo de intercambio y cultura y no de guerra. Este museo es un camino de paz, subrayó.

Este pensamiento tiene consecuencias políticas mayores. Ejemplo: el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, se opuso a la aventura militar de los estadunidenses, llevada a cabo según él, por el ignorante Georges W. Bush.